«Iván
Fandiño fue un icono y un modelo a seguir, el último héroe del siglo XXI» El
apoderado del torero le rinde homenaje en un emotivo libro.
INÉS MARTÍN
RODRIGO
La valentía, el coraje que se necesita para
ponerse delante de un toro no es comparable al arrojo de escribir un libro.
Pero la literatura también requiere agallas, y el miedo a la página en blanco
sólo lo comprenden quienes lo han experimentado. Por eso el caso de Néstor
García (Guadalajara, 1974) es aún más meritorio. Compañero leal, durante
dieciséis años, de Iván Fandiño (1980-2017), el 17 de junio de 2017 se detuvo
el tiempo para él. El corazón del torero se paró y el de su apoderado se
desgarró. Hoy, aunque la herida sigue abierta, sangra con menos intensidad. Y
lo hace gracias a las palabras. Esas que ha escogido para rendir homenaje a
Fandiño en «Mañana seré libre», un libro que recoge su historia y engrandece al
mito.
—¿Por qué
decidió escribir el libro?
—Lo decidí hace mucho tiempo, incluso antes de que
todo ocurriera
—¿Se
refiere a la muerte de Fandiño?
—Sí. Siempre tuve pensado escribir un libro y
contar nuestra historia. Lógicamente, el desenlace trágico lo precipitó. He
conseguido escribir el libro que quería escribir, y eso me da mucha paz.
—Si tuviera
que explicarle quién era a alguien que no le conoció, ¿qué diría?
—Fue un héroe, porque los héroes no nacen; los
héroes son personajes que en función de las circunstancias que les tocan vivir
consiguen hacer de su vida una heroicidad permanente. Si Iván hubiera nacido en
Sevilla y se hubiera apellidado de otra manera, a lo mejor no hubiera tenido la
necesidad de ser héroe. Pero nació en Bilbao, no tuvo un biberón de plata, y se
tuvo que adaptar a sus circunstancias. El hecho de ser vasco ni le benefició
internamente ni mucho menos externamente.
—Y menos aún
en el mundo del toro.
—Sí, porque es el primer caso en la historia que
sale un torero del norte de España con esa proyección. Incluso decidió no
brindar un toro al Rey en la Corrida de Beneficencia por una cuestión personal
y se achacó a su independentismo, cuando a Iván no le interesaba la política.
Aquel brindis nos hizo mucho daño, se buscaron cosas rarísimas.
«El
Juli ha sido el torero que más daño ha hecho a la carrera de Iván. Él y lo que
manejó»
—El libro
está lleno de anécdotas y, precisamente, una de ellas está sacada de aquella
tarde. En el palco, Don Juan Carlos les dijo a Fandiño y El Juli: «Qué cerquita
os habéis puesto, con lo mal que os lleváis en la plaza».
—Sí, cuando subieron los tres toreros a
cumplimentar en el palco hubo un momento de tensión en el que nadie sabía qué
decir y el Rey, haciendo gala de un gran dominio de las distancias cortas, dijo
eso.
—¿Se
llevaban mal en la plaza?
—El Juli ha sido el torero que más daño ha hecho a
la carrera de Iván. Él y lo que manejó. Él ha sido abanderado de una generación
e Iván sufrió eso.
—¿Quiere
eso decir que había vetos? ¿Las grandes figuras se negaban a torear con
Fandiño?
—Ha toreado con todos, pero en las plazas donde él
mandaba tanto o más que ellos: Francia, Bilbao, Pamplona… Fuera de ahí, no ha
toreado con ninguno.
—¿Por qué?
—Todo lo que digo en el libro es demostrable.
Lógicamente, no puedo decir que hubo un veto cuando no tengo un documento que
lo diga, pero tampoco hace falta ser muy inteligente… Es el caso más dramático
de la historia del toreo porque, durante tres temporadas, Iván dominó el
escalafón y, sin embargo, le cerraron el paso. Iván fue un rebelde, en el toro
y en la vida. En una sociedad tan clasista como la que vivimos y en una
profesión si cabe más clasista todavía, la rebeldía no se permite.
—Habla de
una profesión clasista… En el libro compara la estructura del toreo con la
mafia siciliana.
—Hablo del modelo organizativo. No hace falta más
que analizar el toreo. Las grandes plazas, ¿en manos de quién están? ¿Y de
quién llevan estando 40 años? Las grandes familias, y hablamos ya de tercera y
cuarta generación, siguen dominando el toreo como lo dominaban hace 50 años.
«La
estructura organizativa de la tauromaquia es muy similar a la de la mafia
siciliana. No hace falta más que analizar el toreo»
—¿Pesan más
los intereses económicos que el arte del toreo?
—Pesan los intereses particulares y, en la mayoría
de los casos, económicos, sí. Que salga un torero desde la independencia total
y pueda exigir ciertas cosas que entre ellos no dominan, es una resta económica
para ellos.
—¿Quiénes
son ellos?
—Las grandes casas empresariales que dominan el
toreo, los Chopera, los Lozano… Durante tres años no pudieron dominar a Iván y
cuando Iván hizo una apuesta definitiva y le salió mal sufrimos toda la
venganza.
—¿Se
refiere a los seis toros de Las Ventas?
—Sí, todos los enemigos utilizaron aquello como
arma arrojadiza, movieron todos sus tentáculos empresariales, periodísticos…
—¿Esos
enemigos volvieron a aparecer tras su muerte?
—De momento no, todavía no han tenido valor. La
muerte es algo que en el mundo del toro se respeta todavía, pero no tardando
mucho aparecerán.
—¿Iván
tenía miedo a la muerte?
—No lo sé.
«Fandiño
murió de la mejor manera que podía morir, yo al que echo de menos es a Iván»
—¿No
hablaron nunca de ella?
—Yo con Iván he pasado 16 años muy intensos y
hemos hablado de casi todo. Pero, cuando ocurrió todo y me preguntó la familia
si lo incinerábamos o lo enterrábamos, dije que nunca me había hablado de ello.
Hablábamos de la muerte, pero no de la suya.
—Relacionada
con el mundo del toro.
—Sí, pero nunca de la suya. Y, sin embargo, él la
tenía muy presente porque hace cuatro o cinco meses descubrimos una carta que
había escrito despidiéndose de todo. La llevaba en su maleta personal siempre.
Pero su muerte no es un tema del que habláramos nunca.
—En esa
carta, él le pide que cuide de su hija y, precisamente, en este libro usted le
dedica una carta a la niña en la que dice que su padre no fue un mártir, sino
un héroe, y que no le pregunte cómo murió, sino cómo vivió.
—Sí, es que intento no pensar en lo que pasó
después. Yo he tenido la suerte de disfrutar de Iván mucho tiempo. Su padre fue
tan importante y tan grande como para recordarle por todo lo que hizo en vida.
Quizás este libro es mi último contacto con esta profesión.
—¿Eso lo
tiene claro?
—Clarísimo.
—¿No hay
nadie que le pueda convencer?
—Si hubiera tenido él un hijo que hubiera querido
ser torero, pero como eso no ha ocurrido… Y haré todo lo que pueda por apartar
a mi hijo de la profesión. Igual que a él lo llamaron grandes casas y nunca se
planteó irse, yo tampoco me lo planteé nunca. Lo que vivimos fue tan
insuperable que cualquiera a quien apoderara se iba a quedar muy lejos.
«El médico me tuvo que repetir siete veces
la noticia. Como la cornada no fue con sangre, porque la sangre era interna,
casi ni me asusté»
—Imagino
que en su memoria tiene grabada cada hora de aquel 17 de junio.
—Le voy a contar una cosa que no le he contado a
nadie: hay cinco o seis momentos de aquel día en los que perdí la memoria, no
me acuerdo de nada, momentos en los que me traslado de un sitio a otro del
hospital y no sé cómo llegué allí. El médico me tuvo que repetir siete veces la
noticia y yo le decía siempre que no lo entendía. Nunca tuve conciencia de que
eso fuera a ocurrir. Como la cornada no fue con sangre, porque la sangre era
interna, casi ni me asusté. Nunca se me pasó por la mente que aquello pudiera ser
trágico.
—Nunca
pensamos que los toreros mueren de verdad.
—Sabes que está ahí, pero crees que no te va a
tocar a ti. Fandiño murió de la mejor manera que podía morir, yo al que echo de
menos es a Iván.
«La
sociedad está desnaturalizada en general. Damos más valor a un animal que a un
hombre»
—¿Hacía
falta una muerte para dar más valor al toreo, en un momento difícil, en el que
se reciben tantos ataques, tantas amenazas?
—La sociedad está desnaturalizada en general.
Damos más valor a un animal que a un hombre. Yo no entiendo las asociaciones
animalistas mientras mueren personas en el tercer mundo. Cuando me llamaron
para plantear la posibilidad de denunciar algunos ataques en redes sociales, me
negué porque a mí no me afecta que alguien con seudónimo diga una salvajada; me
duelen bastante más las reacciones del toreo por dentro, porque esas sí son
controlables.
—¿Qué
momento va a guardar para siempre de la relación que tuvieron?
—Muchos, no podría decir uno. Los principios
fueron los más bonitos. El primer apretón de manos lo recuerdo bien, el brindis
que me hizo el día de la alternativa, su boda, la tarde de antes de su muerte
hablando de qué piscina pondría en su finca… Él delegaba todo en mí, se murió
sin saber el dinero que tenía, las cosas que tenía, yo era administrador único
de sus empresas, compraba pisos y no sabía que los había comprado…
—¿Ha
borrado sus mensajes?
—Los tengo, los tengo.
—¿Cómo le
gustaría que fuera recordado Iván Fandiño?
—Como un hombre que rompió todas las barreras que
le pusieron, que consiguió lo que se propuso, que abanderó una forma de vida de
la que después muchos se han beneficiado… Es el último héroe del siglo XXI.
Todas las zancadillas que le pusieron las superó y fue capaz de hacer lo que él
quiso. Desafió a todo y a todos y fue un hombre en lucha permanente contra él
mismo, y contra todos. Gente como él hace que la vida tenga sentido. Fue un
icono y un modelo a seguir.
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