El
menor de los Rivera mantuvo un encuentro con Curro Vázquez sobre la relación
torero y apoderado que colgó el "no hay billetes" en Las Ventas.
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
No cabía un alma en la Sala Antonio Bienvenida de
Las Ventas ya 20 minutos antes del comienzo del encuentro entre Cayetano Rivera
Ordóñez y Curro Vázquez. Sobre la relación torero- apoderado versaba el mano a
mano. Doce años de camino conjunto recorrido daban para mucho. Y más si el
maestro contaba los vínculos con sus históricos mentores: El Pipo, Dominguito
Dominguín, Manolo Chopera, Simón Casas, Bojilla, su hermano Antonio...
Como era de esperar, Cayetano dio todos los
titulares. Desde la defensa de la figura del apoderado independiente frente al
momento de las grandes superpotencias empresariales que «se cambian los toreros
como cromos» al arranque de su temporada en Valencia condicionado por su
próxima paternidad. «Es un momento que no me quiero perder, el nacimiento de mi
hijo. Y me coincide justo con Castellón [fin de semana del 10 de marzo]. Y con
Illescas, que nos han hablado también. No me parecía además responsable
anunciarme y no ir por este motivo. En Fallas ya estaré presente».
El encuentro en Las Ventas ilustró a la parroquia
sobre la historia de dos hombres que caminaron, y caminan, hombro con hombro,
hasta que Curro Vázquez escuche las ansiadas palabras definitivas: "Me
retiro".
La pregunta se hacía ineludible. Si su mentor, tío
y amigo trazó estrategias para que el menor de los Rivera no fuese torero, ¿qué
haría si en su vástago habita la vocación? «Voy a intentar hacer todo lo posible
y lo imposible para que no llegue ese día. De verdad que espero y deseo que la
dinastía acabe conmigo. Por mucho que sea una profesión que yo admire y
respete, y que me haya dado a conocer unos valores y unos sentimientos únicos.
Intentaré inculcárselo desde mi perspectiva pero no desde la suya. Es una
profesión de alto riesgo y no la quiero para ningún ser querido. Si lo tengo
que mandar a Australia, lo mandaré».
A la cuestión sagaz y rosa de una periodista sobre
el nombre de la criatura, Cayetano apostó por el suyo y el de su bisabuelo [Es
de Ronda y se llama Cayetano], aunque todavía las negociaciones permanecen
abiertas con su mujer, Eva González.
Al hilo de la reivindicación del apoderamiento
independiente, las superpotencias empresariales que también ejercen de
apoderados y el futuro que inexorablemente pasa por la Fundación Toro de Lidia
que esas mismas empresas obvian y marginan, Rivera fue claro: «Estoy
sorprendido y preocupado. La Fundación Toro de Lidia es el camino. Hay un gran
trabajo detrás. Para que vayamos todos en bloque. El hecho de que empresarios
de Madrid o Bilbao no estén involucrados me molesta y me preocupa. Como
aficionado y como torero. No he tenido tiempo de averiguar el porqué de su
ausencia. Hay que lograr el consenso y remar todos juntos en la misma
dirección».
La charla en sí misma, moderada por Chapu Apaolaza
y auspiciada por la Unión de Abonados de Madrid, también ilustró a la parroquia
sobre la génesis de Cayetano, los albores tardíos a los 28, el debut rondeño,
la preparación de dos años a puerta cerrada, la falta de becerradas para
cumplir con las exigencias mínimas legales, el paréntesis de un par de
temporadas de descanso, el manejo de los límites entre la torería y el papel
cuché y la historia de dos hombres que caminaron, y caminan, hombro con hombro.
Hasta que Curro Vázquez escuche las ansiadas palabras definitivas: «Me retiro».
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