lunes, 11 de enero de 2021

Defiende el concepto de bravura

La dehesa de La Estancia
Rodolfo Gaona alistándose para salir a la plaza / ADARBO
Durante la pandemia pudo lidiar en Guadalajara y Juriquilla, además de vender sangre, sementales, algo de vacas puras y con ello medio se defendió
 
ADIEL ARMANDO BOLIO
Especial para VUELTA AL RUEDO
 
Una de las ganaderías de reses bravas del país que llevó a buen puerto toda su travesía a lo largo de 2020 y en lo que va hasta ahora del año nuevo es la de La Estancia y quien nos da fe de ello es el matador de toros Alejandro Martínez Vértiz Barbachano, hijo de los propietarios de la citada dehesa y quien ha sido fundamental de las decisiones que se toman para el avance y beneficio de la hacienda y que, gracias a ello, reiteramos, es que ha librado de alguna manera su ejercicio durante el año que apenas concluyó. 
 
La Estancia, fundada hace 54 años como La Providencia en el estado de Tlaxcala, es una afamada ganadería que, tras pasar su ubicación en 1975 a Puebla y que, desde 1993 adquiere su actual nombre y está enclavada definitivamente en el rancho San Juan, situado en el municipio de San Luis de la Paz, Guanajuato, tiene divisa en blanco, azul rey y rosa, y es propiedad de don Alejandro Martínez Vértiz Riquelme y doña Gloria Barbachano de Martínez Vértiz. 
 
Así que, sobre ese meticuloso y escrupuloso navegar de la dehesa de La Estancia en las “turbias aguas” de 2020, el diestro ganadero Martínez Vértiz nos comentó: 
 
“En efecto, fue un año difícil para todos los ganaderos, para los toreros, para todo el mundo, pero en el aspecto relacionado al campo bravo tuvimos la suerte de alcanzar a lidiar en febrero en Guadalajara, además de hacerlo en Juriquilla, así como vender sangre, sementales, algo de vacas puras y con ello medio nos pudimos defender. Y en este 2021, a reserva de esperar que las cosas vayan cambiando, imaginamos que, por lo pronto, seguiremos en las mismas, tratando de sobrevivir para salir avante en esta tan complicada época que nos ha tocado vivir”. 
 
Finalmente, el espada y criador de reses bravas apuntó que en el producto final de su trabajo en el campo es el que se tiene que ver en los cosos, es decir, un toro bien hecho, de evidente trapío y, sobre todo, que muestre claramente su bravura y codicia tanto en el caballo como en su juego en el ruedo. 
 
Sin duda, La Estancia es una ganadería que gusta de la crianza de reses para la lidia que mantenga su bravura natural, calidad y nobleza en su embestida, lo cual se refleja desde sus labores de tienta en la que se inclina por probar sus vacas con ejemplar presencia y como resultado ahí está el ganado que envía a todas las plazas de la geografía taurina del país. 
 
DATO 
La Estancia fue fundada en 1967 como La Providencia, pero fue hasta 1993 cuando fue adquirida por sus actuales poseedores 
 
En El Toreo de la Condesa: Gaona y su faena a “Revenido II”
Fue un toro de regalo, de la dehesa de Zotoluca, al que hace 96 años el gran “Califa de León” le cortó las orejas y el rabo para salir en hombros
 
Un día como este lunes 11 de enero, pero de 1925, hace 96 años y a tres meses de retirarse definitivamente de los ruedos, el célebre matador de toros guanajuatense Rodolfo Gaona lograba una de sus grandes faenas en el coso Monumental “El Toreo” de la colonia Condesa, en la Ciudad de México, yendo en el cartel con el ibérico José Roger “Valencia I” y el jalisciense Joselito Flores para lidiar ejemplares de Piedras Negras, dentro de la décima cuarta corrida de la Temporada Grande Internacional 1924-1925. 
 
Fue al toro de obsequio llamado “Revenido II” de la dehesa de Zotoluca, recordando que el otro gran trasteo al anterior astado “Revenido”, éste de Piedras Negras y, al que igualmente le “tumbó” los máximos trofeos, sucedió un año antes, el 17 de febrero de 1924, en el mismo coso capitalino, pero alternando con los españoles Juan Anlló “Nacional II” y el mismo José Roger “Valencia I”. 
 
Así que a este zotoluqueño “Revenido II”, un séptimo astado de regalo, el incomparable “Califa de León”, según se cuenta en el libro “La Fiesta Brava en México y España”, de la autoría del historiador Heriberto Lanfranchi, indica que “Poca cosa había hecho en sus dos toros reglamentarios, pero se desquitó con el séptimo, ‘Revenido II’. Toreó magistralmente con el capote por medio de verónicas muy ceñidas y echándose el capote a la espalda para ligar cuatro gaoneras primorosas y una larga cordobesa como remate, que le salió dibujada y que le fue largamente ovacionada. 
 
En el segundo tercio clavó soberbio par al cambio y luego tres de frente asombrosos. Ya con la muleta hizo una faena increíble, con pases de la muerte, naturales, los de pecho, ayudados, derechazos y otros pases de plena inspiración hasta convertir los tendidos de la plaza en un inmenso ‘manicomio’. Se tiró a matar con fe y hundió el acero en lo más alto del morrillo, saliendo limpiamente de la suerte por el costillar y cuando el puntillero atronó al noble burel todo el mundo pidió que le cortaran las orejas y el rabo para entregárselos al espada. ‘El delirio’ era colectivo y Gaona salió de la plaza en hombros de sus fervientes partidarios”. 
 
Así recordamos entonces esta efeméride que quedó inscrita en las páginas doradas de la historia del toreo nacional.

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