JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
El anuncio (posibilidad muy real en función de
cómo evolucione la situación sanitaria) de que las Fallas se celebren en los
primeros días de julio hace soñar a los aficionados a los toros. Es la ventana
abierta a la recuperación de la feria taurina de Fallas, que en su versión
tradicional de marzo, a estas alturas, infortunadamente, hay que dar por
perdida. Ese debe ser el compromiso ineludible de la Diputación y de la empresa
Simón Casas, mantener el maridaje toros/fallas. No se entendería de ninguna de
las maneras ni ayudaría a la normalización de la vida ciudadana unas fallas sin
toros, manifestaciones ambas, toros y fallas, que crecieron y alcanzaron rango
internacional prácticamente de la mano. No caben excusas para que no sea así,
ni de carácter administrativo por parte de la Diputación -la plaza de toros es
antes que nada plaza de toros- ni tampoco de oportunidad taurina por parte de
los empresarios. La primera feria de primera de la temporada es un tesoro
cultural de la ciudad, de sus aficionados y de su economía, del que no se puede
hacer dejación.
A estas alturas, infortunadamente, hay que dar por perdida la
feria taurina de Fallas en su versión tradicional de marzo. Sin embargo, el
posible anuncio de que las fiestas se celebren a primeros de julio sería un
aliciente y quién sabe si una prueba definitiva para resituar la Fira taurina
de Juliol de cara al futuro
La tutela del mismo está en manos de la
corporación provincial que, históricamente, hay que reconocérselo, lo defendió
con celo y acierto, aunque no así el ayuntamiento, que solo lo aprovechaba. Por
otra parte, una iniciativa de ese rango entra de lleno en el espíritu de lo que
ha sido y de lo que tanto ha presumido el productor Simón Casas, apostar a la
innovación y defender la cultura. Sería la gran ocasión para que S.C. se
consagrase en Valencia y añadir nuevos laureles a su currículo. Tampoco tiene
que ser objetivo difícil.
La nueva fecha tiene su defensa argumental.
Situada entre los fríos propios del marzo fallero más tradicional y los
agobios, en muchas ocasiones tórridos, de finales de julio, sería un aliciente
y quién sabe si una prueba definitiva para resituar la Fira de Juliol de cara
al futuro. Todo ello sin descartar que incluso por este año podría defender el
prurito de seguir siendo la primera feria de primera de la temporada toda vez
que la de Abril como feria se da por perdida -a cambio de la organización de
festejos sueltos de fin de semana- y otro tanto puede ocurrir con San Isidro,
del que existen pocas noticias más allá de intenciones genéricas. Así que antes
de San Fermín, las nuevas Fallas (o habría que decir la nueva Fira de Juliol)
sería una ilusionante experiencia a la que ninguno de los implicados puede
renunciar.
Toros en torno a las fiestas de fallas se organizaron ya en
el siglo XIX. Eran festejos sueltos de relieve pero sin carácter de feria, que
empieza a perfilarse como tal con la aparición de Manolo Granero
HISTORIA
Toros en torno a las fiestas de fallas se
organizaron ya en el siglo XIX. Eran festejos sueltos de relieve pero sin
carácter de feria, que empieza a perfilarse como tal con la aparición de Manolo
Granero, aunque por diferenciarla de la feria por antonomasia, que siempre fue
la Fira de Juliol, la anunciaban como Corridas Falleras. En un principio no
puede competir con ésta, pero con la internacionalización de las fiestas
josefinas y el auge de la segunda residencia veraniega comienzan a alternarse
los roles y a la vez que decae la Fira crece en todos los sentidos el abono de
marzo, que adquiere el rango de la primera de primera y es apertura de la temporada
y de lo que se entiende como el circuito de los grandes premios del toreo, de
tal manera que tres han sido los vencimientos a los que tenían que hacer frente
los grandes toreros para consolidar sus temporadas: Valencia, Sevilla y Madrid;
o, lo que es lo mismo, Fallas, Feria de Abril y San Isidro. Eran los triunfos
que daban (dan) crédito para todo el año.
Tras Granero, fallas sería plataforma de lanzamiento de una
generación de toreros valencianos irrepetible, Vicente Barrera, Félix Rodríguez
y Enrique Torres. Después se convertiría en tráiler de la temporada y escenario
de numerosas alternativas
ACONTECIMIENTOS
El primer gran acontecimiento en tiempo de fallas
fue un festejo sin picadores que con los años adquirió rango de histórico y
quedó para los anales, la repetición en Valencia de un niño prodigio que
acabaría siendo el rey de los toreros, Joselito el Gallo, del que se acaba de
conmemorar el centenario de su trágica muerte. Más tarde, en el año veintiuno,
tendría lugar la participación como matador de toros de Manolo Granero y años
después sería plataforma de lanzamiento de una generación de toreros
valencianos irrepetible, Vicente Barrera, Félix Rodríguez y Enrique Torres.
Y en los tiempos modernos, además de convertirse
en tráiler de la temporada, y pasarela por la que desfilan las principales
novedades, ha sido escenario de numerosas alternativas. Las de Ricardo de Fabra
y Manolo Cortés en la reinauguración de la plaza de 1968 fueron todo un
acontecimiento, aunque nada parecido a lo sucedido en el año 82 con la
irrupción de El Soro, que torea tres tardes y en las tres acaba las
localidades. Vino luego la feria del ascenso de Ponce y otras muchas. Valencia
por fallas ya era el escaparate taurino del mundo al que se desplazaban medios
de todas las latitudes con todo lo que ello supone de promoción para la ciudad
además de un chute económico de catorce millones entre impacto directo e
indirecto. Fallas y toros se retroalimentaban en su protagonismo, maridaje que
no se debe interrumpir.
Publicado en el
DIARIO LAS PROVINCIAS el domingo 31 de enero de 2021
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