JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
A ver y a ser visto, a eso se va a los toros. Como
al estadio, la misa, la ópera, el mitin… La moda del “selfie" solo
actualiza y amplía esa intención. “Yo estuve ahí”, escribió alguien, quizá el
mismo Goya, hace doscientos años en el reverso de su grabado: “Muerte del
alcalde de Torrejón en la plaza de Madrid”.
El público es parte integral de la corrida,
colectiva e individualmente (perdón por la obviedad). No solo está, interactúa,
la afecta y se afecta. “!Ya me la ha pegao! ¡Ya os habéis salío
ustees con la suya!” dice Cossío que gritó Manuel Varé García
“Varelito”, levantando hacia el tendido la mano ensangrentada cuando lo
llevaban a la enfermería, tras la cornada mortal que le infirió “Bombito” (de
Guadalest) el 21 de abril de 1922 en la plaza de Sevilla.
Biológico. Vivir es incidir en el entorno y ser
incidido por él. Todo ser. El humano por supuesto lo hace además de con el
instinto con la razón, su carácter diferencial. Ideas, cultura, inclinaciones,
respondiendo al impacto momentáneo de cada experiencia (otra vez, perdón). Y
los de la corrida, muy vívidos y profundos, desafían consciente e inconsciente.
Nos alegramos, enojamos, asustamos, admiramos,
condolemos, aburrimos, levantamos, jaleamos, protestamos, aplaudimos,
comentamos, accionamos, reverenciamos o nos lo guardamos para luego (“mañana
vendrá a verte tu madre…”). Pero todos implicados, aun de lejos, frente a la
pantalla, como ahora en estas pandémicas corridas virtuales. Recibiendo y
reaccionando, transando lo íntimo con lo público, asumiendo y proyectando
subjetividades...
Para quien el toreo es arte, la estética. Para
quien ética, la moral. Para quien culto, la devoción. Para quien rito, la
liturgia. Para quien tragedia, la catarsis. Para quien tradición, la memoria.
Para quien juego, la diversión. Para quien oficio, la técnica. Para quien
frivolidad, lo superfluo. Para quien espectáculo, la escena. Para quien
competencia, el triunfo. Para quien negocio, el lucro. Para quien
acontecimiento, la noticia. Para quienes crueldad, la piedad. Para quien
herejía, el odio. Para quien alegoría de la vida, pues todo eso y más… Picasso
resumió, “el toro soy yo”.
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