CARLOS RUIZ
VILLASUSO
Las recientes imágenes del Capitolio de los EEUU,
años después de las vividas en el Parlamento de Cataluña o las vividas tras las
elecciones andaluzas y en el llamado ‘cerco’ al Congreso en 2016, son fruto de
lo mismo: una sociedad y un país que ha perdido la ‘d’ de democracia. Somos una
emocracia, un estado de emociones, movido por ellas, instigado por ellas.
Llevada la emoción al motor único de estímulo, ningún acto emotivo parece ser
otra cosa que una libre manifestación de derechos. Pero la dictadura de las
emociones nace de lo que ha nacido siempre en la historia: de la manipulación
del lenguaje con interés político. Ésta transforma la sensibilidad del ser
humano en sensiblería, que no es lo mismo. La democracia en emocracia. Y el
toreo, que abraza la sensibilidad frente a sensiblería, es actividad ideal en
democracia y enemigo a batir en las emocracias actuales.
La distopía de George Orwell (‘1984‘) explicó el
uso del lenguaje como herramienta del control del pensamiento. Todo régimen
totalitario ha tratado de crear un “neolenguaje”
adecuado a sus intereses ideológicos. Una palabra absolutamente neutra, “progreso”, se ha convertido en una
palabra política de frentismo. El progreso ya es propiedad de unos cuantos tras
el trabajo estratégico del lenguaje. El
llamado lenguaje ‘inclusivo’ ha llegado a cotas de estupidez memorables incluso
saltándose al encargado de reglar la lengua, la Real Academia Española, pero ha
calado en la sociedad de tal forma que discrepar de esa “inclusividad” te
convierte en ‘machista’. La palabra ‘taurino’, despectiva tanto tiempo dentro
del propio sector, ha pasado a ser símbolo de la barbarie, pudiéndose ser
traducida por la palabra asesino. Fruto del uso gratuito y sin responsabilidad
penal de la palabra ‘asesino‘ para mencionar a un taurino.
«La palabra ‘taurino’, despectiva tanto tiempo dentro del
propio sector, ha pasado a ser símbolo de la barbarie, pudiéndose ser traducida
por la palabra ‘asesino’. Fruto del uso gratuito y sin responsabilidad penal de
la palabra ‘asesino‘ para mencionar a un taurino»
No es nuevo en la historia. Desde Pericles hasta
Churchill (copiado hasta la saciedad por Pedro Sánchez en su transmisión
televisiva de la pandemia) pasando por Lincoln, la forma de nombrar a las cosas
o sucesos deriva en la realidad de las mismas, aunque no sea así. Incluso
aunque lo nombrado sea exactamente lo contario a lo que se nombra. Sucede en
estos tiempos en donde la posverdad (la mentira defendida hasta límites
insospechados como verdad) a través de la manipulación el lenguaje, impera en
la sociedad. Fidel Castro, Stalin, Hitler con Goebbles,… Donald Trump, de la
misma manera que los Echenique, Pablo Iglesias, Monedero… Lo que diferencia a
Trump de Monedero es la localización de su populismo y de su posverdad, unos allá
y los otros en las antípodas, pero el mismo método, interés y finalidad. Los
“cercos” y asaltos a Capitolio y Congreso o Parlamento, difieren en eso y en
una cuestión relevante. La cultura de las armas en España y en EEUU es
radicalmente distinta. Razón para que en el Capitolio hubiera muertos y en
España no. La única.
Libertad, progreso, patria, independencia,
fascismo, radical, felicidad, machismo, feminismo… pierden su significado al
ser propiedad de una posición ideológica. Idiomas artificiales que suplantan al
propio idioma o idiomas artificiales que pretender adueñarse del pensamiento de
los ciudadanos. Y dirigirlo. Es un idioma artificial repleto de emociones, no
de ideas. ¿Quién no desea progresar? Pues si lo deseas, el progreso sólo está
en un lugar político. ¿Quién no desea la igualdad entre todos sin razón de
sexo? Pues no hay otra vía de ‘igualdad‘ que el ‘feminismo‘, en oposición al
machismo. Un idioma fabricado para dirigirse, no a la sensibilidad inteligente
que se interroga y debate, sino a la sensiblería más simple que admite y es
controlada.
En esta democracia que ha perdido la “d”, el
lenguaje artificial ha llegado a describir una realidad inexistente y falsa
sobre él, pero tomada emotivamente como cierta. “Maltrato”, “maltratador”, “asesino”,
“fascista” forman parte del ecosistema del lenguaje ya admitido como definición
del contenido de la tauromaquia. “Cultura” pero con un límite: los Presupuestos
Generales del Estado. Así, todo dinero público relacionado con el toreo se dice
“subvención”, mientras que el dinero público destinado a cines, teatro, danza,
se denominan “ayudas”. Una cosa es ayudar, otra bien distinta subvencionar. La
ayuda es acto humano, bondadoso, la subvención tiene componentes negativos de
carga, de despilfarro, de amiguismo, de inservible. ¿Qué español no desea
ayudar? ¿Quién desea subvencionar? Todo eso a sabiendas que las subvenciones
son inexistentes. Pero el idioma artificial manipulado fabrica la realidad.
‘Puede ser que el toreo sea, hoy más que nunca, la expresión
más cierta de la democracia, en, lucha sin cuartel contra la democracia actual’
La fabrica y la multiplica con el uso sin coto ni
ley de las redes sociales. Mientras el toreo es foco y objetivo de un evidente
delito de odio demostrado de forma absolutamente cartesiana en las redes
sociales, la Justicia se ampara en la letra chica de la ley para dejarnos fuera
de ese amparo frente al delito de odio. No nos odian, opinan, se expresan
libremente al llamarnos asesinos. Y el efecto multiplicador de las redes
sociales de lo virtual, a su libre albedrío, han creado una realidad real.
Facebook y Twitter han cerrado las cuentas de
Trump. Tarde. Este personaje ha incitado día sí y otro también, desde hace
años, a la violencia, desde su lenguaje nuevo, artificial. Dirigido a la
emoción de las personas, dando carnaza en lugar de razones, emociones simples
dirigidas a crear y multiplicar la sensiblería frente a la inteligencia de la
sensibilidad. Podemos es el otro lado de la misma forma de actuar. De la misma
forma que Trump baila en la frontera de la ley y su aceptación, en sus cuentas
hostiga a la democracia para crear la emocracia. ¿No hace lo mismo Pablo
Iglesias? ¿No se menea entre la frontera de la aceptación de la ley cuando
ejerce como vicepresidente al mismo tiempo que instiga y hostiga a la
democracia con la generación de emocracia?
El uso táctico de los vocablos va dirigido a la
tergiversación de los esquemas mentales, creando planteamientos tendenciosos y
absolutos. Vocablos simbólicos, palabras prestigiosas, que son apropiadas por
un fin político. La manipulación del hombre a través del lenguaje. La muerte de
la sensibilidad y la sustición por la sensiblería ramplona. Todo ello para
sustituir o modificar a una democracia en una emocracia. Un 1984 de Orwell. La
‘Rebelión en la Granja’. ‘Un mundo feliz’ que podría firmar el propio Pablo
Iglesias y no Huxley. Y, en medio, el toreo, que jamás admitirá ser un épsilon
igual al otro y al otro. El toreo se nutre de sensibilidad (aunque a veces la
sensiblería hace su trabajo), de inteligencia sensible: igualdad, aspiración al
éxito a través del sacrificio, solidaridad, vida, muerte, éxito, fracaso, Puede
ser que el toreo sea, hoy más que nunca, la expresión más cierta de la
democracia, en, lucha sin cuartel contra la democracia actual. / MUNDOTORO
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