martes, 26 de enero de 2021

Pepe Moya: la ganadería como cima profesional

La muerte del empresario sevillano relanza la importancia de los criadores románticos
 
JOSÉ LUIS BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
 
La noticia triste de la semana, que ha convulsionado el mundo del Toro, ha sido la muerte del ganadero Pepe Moya que a su condición de criador de reses bravas unía la relevancia de ser uno de los grandes empresarios españoles líder en el desarrollo, fabricación y comercialización de productos para el cuidado del hogar a través de la internacional Persan. Pepemoya, así todo seguido, como se le conocía en el mundo del toro por su caballerosidad y bonhomía, era el último eslabón triunfal del encaste Jandilla con su ganadería El Parralejo, nombre que tomó de la finca original en la que pastaban sus reses en el término de Zufre.
 
Tenía metida en el alma la idea de ser ganadero para culminar su condición de buen aficionado, aventura que tenía además un componente de terapia personal que le permitía abstraerse de la tensión del día a día propio de un hombre de negocios. La receta suponía contraponerle al pragmatismo estresante de los business el romanticismo pausado del campero. No es que llegase al mundo del bravo a derrochar dinero pero es evidente que asumía su tarea ganadera sin ánimo de lucro siguiendo de alguna manera la línea de los ganaderos románticos del XIX. Promovió premios literarios y acercó a prestigiosos escritores y hombres de ciencia al mundo del toro.
 
La aventura la inició con setenta vacas de Fuente Ymbro y cincuenta y una de Jandilla. Además llegaron tres sementales: el 90 Habilidoso, indultado en Castellón; el 16 Mimoso que es uno de los grandes sementales de Fuente Ymbro; y el 65 Administrador, este del hierro de Jandilla. Las vacas, gustaba contar, las eligieron Ricardo Gallardo y Borja Domecq como prueba de la confianza total que tenía en ellos. Todo ello fue más allá de una simple transacción económica y los tres ganaderos mantuvieron una estrecha relación personal que dio pie a lo que entre ellos llamaban coloquialmente Grupo Jandilla, en el que se intercambian experiencias y sementales siguiendo una máxima de  Pepemoya: "Me gusta escuchar a quienes considero que saben. Necesito saber".
 
Los éxitos no tardaron en llegar. Las plazas de la Comunidad Valenciana fueron escenarios de sus primeros grandes triunfos, en Alicante lidió su primera novillada en un festejo retransmitido por Canal 9 en el que el propio Moya tuvo que dar una vuelta al ruedo correspondiendo a las ovaciones. En Valencia, en la tarde de su debut, Fallas de 2012, le dieron la vuelta al ruedo a dos novillos y el trofeo Diputación al mejor novillo de la feria de nombre Vejado que supuso el lanzamiento de Román. Trofeo que volvería a lograr en las Fallas de 2014 y 2015. Su presentación con una corrida de toros tuvo lugar en la Feria de Julio de 2019 con otro excelente resultado y Jesús Duque por la puerta grande.
 
La última ilusión ganadera de Pepemoya fue la adquisición y restauración de la emblemática finca Monte de San Miguel donde históricamente habían pastado los núñez de la familia González.
 
Su muerte no interrumpirá el proyecto ganadero de El Parralejo, que seguirá bajo la dirección de quien ha sido desde el principio su hombre de confianza, Rafael Molina, ligado familiarmente a la ganadería de Jandilla y gran conocedor del encaste.
 
Publicado el domingo 24 de enero en el Diario LAS PROVINCIAS

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