“Yo
me inclinaría por buscar la protección de la Unesco, porque no es tan fácil
cambiar las cosas, no es cuestión de mayorías”, asegura el abogado
Corren tiempos convulsos para la sociedad en
general y para la Fiesta en particular. Cuando esto ocurre siempre es de
agradecer la postura de quien da un paso al frente y se rasga las vestiduras
por el bien de la misma. Esa figura la encontramos en el conocido abogado
sevillano Joaquín Moeckel, quien no solo se encuentra directamente relacionado
con el mundo del toro a nivel jurídico sino que además se proclama abiertamente
defensor acérrimo del arte de Cúchares. “Hay que dejar el miedo de lado y no
amedrentarse ante nada. Sí, soy taurino, ¿y qué?”, manifiesta con orgullo el
letrado.
Siempre fuera del burladero. Así admite
posicionarse Joaquín Moeckel cuando habla de la Fiesta. “Yo nunca me tapo.
Jamás he tenido temor a reconocer mi afición a la tauromaquia, de ahí que en
más de una ocasión he afirmado aquello de “soy taurino, ¿y qué?”. Tenemos que
lanzar un mensaje claro sobre todo en momentos complicados como el que vivimos.
La gente no ha de tener complejos, no nos podemos esconder porque seamos
aficionados a los toros”. Contundente y sin tapujos se muestra este conocido y
reconocido abogado que lo es de profesión y vocación.
“Una ley nacional no es suficiente blindaje para la
tauromaquia, pues si una mayoría de minorías, cual es el Gobierno actual,
votara una ley que derogara o modificara la presente, nos dejaría sin nada”
Su vínculo al mundo del toro le viene desde su más
tierna infancia, pues nació y creció en la sevillana calle Adriano en una casa
que circunda la plaza maestrante. “Soy taurino de nacimiento, pero taurino de
ir a la plaza, no de ver las corridas por televisión”. A nivel profesional,
Joaquín Moeckel ha llevado asuntos jurídicos de diestros como Enrique Ponce, El
Cid, Morante de la Puebla, Sebastián Castella, Salvador Cortés, Daniel Luque,
El Fandi, Rivera Ordóñez, Cayetano, Gonzalo Caballero, Espartaco, Ojeda o el
rejoneador Diego Ventura, incorporando recientemente a esta importante lista el
nombre de Roca Rey. Asimismo, también ha defendido a banderilleros, picadores,
mozos de espada, además de ser el abogado de las plazas de toros de Sevilla,
Jerez, Castellón, Azpeitia o Palma, entre otras. En alguna ocasión quisieron
tildarlo de abogado ligado en exceso al mundo de la empresa taurina, a lo que
él contesta: “Los que decían eso no sé dónde se habrán metido”.
Uno de los casos de éxito más recientes del
abogado y del que se muestra orgulloso es el de la anulación de la sanción por
afeitado a la ganadería de Miura en la feria de San Isidro 2018. “Vinieron con
lanzas y se han ido con cañas. La sentencia emitida el pasado mes de octubre es
clara”, admite Moeckel.
Para Joaquín los aficionados a la tauromaquia
tenemos una importante labor en estos tiempos que corren: defenderla con uñas y
dientes. “Entiendo que con la situación que está viviendo la Fiesta la única
manera de protegerla sería a través de una protección de carácter internacional
-apunta el letrado-. La ley que declara a la tauromaquia Patrimonio Cultural
Inmaterial es una ley que puede ser perfectamente modificada en el Congreso de
los Diputados pues igual que se aprueba, se modifica o se deroga. Por ello una
ley nacional no es suficiente blindaje para la tauromaquia pues si una mayoría
de minorías, cual es el Gobierno actual, votara una ley que derogara o
modificara la presente, nos dejaría sin nada”, explica el sevillano. Por ello
apunta que la protección hay que buscarla fuera de España: “Me inclinaría por
la UNESCO, porque no es tan fácil cambiar las cosas, no es cuestión de
mayorías. Ahora mismo lo que estamos recibiendo por parte del Gobierno es un
ataque sibilino y será así mientras siga siendo importante la bolsa de votos de
la tauromaquia”.
“No hay que defender el toreo, hay que enseñarlo, hay que
decirle a la gente en qué consiste. Lo progre hoy es ir a los toros, es una
conducta transgresora”
No solo a través de leyes considera el jurista que
ha de defenderse el toreo: “No hay que defenderlo, hay que enseñarlo, hay que
decirle a la gente en qué consiste. Lo progre hoy es ir a los toros, es una
conducta transgresora”, afirma, y añade: “Un antitaurino está de acuerdo
conmigo en todo excepto en los últimos quince minutos que dura la lidia en la
plaza. Está de acuerdo en que nazcan toros, que vivan en la dehesa, que sean
atendidos por veterinarios… en los cuatro años de vida está de acuerdo. Lo
único es que él quiere que muera en un matadero o de viejo y yo defiendo que
muera en la plaza. Es la única diferencia. Si demostráramos a los antitaurinos
que la tauromaquia es más que lo que ocurre en una plaza de toros quizá
ganaríamos muchos adeptos. Pero claro, no hay que hablar de boquilla, hay que
implicarse. Los ganaderos no tienen que ser cicateros y cerrar las fincas solamente
para ellos y para sus amigos; los toreros tendrían que darse a conocer como
hacen los futbolistas, por ejemplo, y no ser tan herméticos. Luego, el
espectáculo, desde los años 30 que se impuso el peto a los caballos para acá no
ha evolucionado en nada, solo que las banderillas antes eran de arpón fijo y
ahora no, eso es lo que ha cambiado. No podemos estar todos los días
quejándonos y no hacer nada”.
Precisamente en defensa de ese pensamiento,
Joaquín Moeckel ha sido organizador de dos festivales benéficos. El primero de
ellos fue en La Algaba en el año 2005 para los damnificados del barrio de Las
Letanías. El último fue el pasado año en la Maestranza de Sevilla para fines
sociales de las hermandades sevillanas del Baratillo y de la Esperanza de Triana.
“En ambos festivales colgué el cartel de “No hay billetes”. Se llenó porque
conseguí carteles interesantes y precios asequibles. La gente, si le ofreces un
buen producto, va. Lo hice para demostrar a la sociedad que los toreros siempre
están cuando más hace falta y que la tauromaquia es de izquierdas y de
derechas, o sea, del pueblo”.
Se ha de recuperar la emoción
La situación social y económica que atravesamos
actualmente, unido a los constantes ataques que recibe la fiesta por parte de
los antitaurinos y el posible descuido por parte de los implicados más
directos, nos lleva a una bomba explosiva que debemos desactivar entre todos
antes de su estallido. “Esto del animalismo no es más que un negocio que está
haciendo mucho daño”, apunta Moeckel, y continúa: “El hecho de humanizar los
animales hace difícil que podamos desarrollar una lidia. Tenemos que tener
claro que los animales no tienen derechos porque no son sujetos de obligación.
Lo que no podemos hacer es quedarnos de brazos cruzados ante los ataques. Por
ejemplo, cuando la estatua de Curro Romero fue atacada con pintadas, mi equipo
y yo fuimos a limpiarla, sin miedo de ningún tipo, sin complejos. Nada de
llevar flores como han hecho en otros casos similares, la pintura se quita con
trapos y productos”. Además, el sevillano apunta a la responsabilidad directa
por parte del sector taurino: “Al margen de lo externo, es innegable que tiene
que volver la competitividad, eso de tantos carteles repetidos no puede ser,
eso aburre al más aficionado del mundo, hay que salir de la zona de confort.
Carteles molestos para que exista rivalidad en el ruedo, se transmita al
tendido y el aficionado quiera comprar la entrada. No hay más. En cuanto al
toro, no es necesario que sea un bisonte pero tampoco un becerro, la emoción
tiene que llegar, tenemos que recuperarla”. / ROCÍO FERNÁNDEZ –
Redacción APLAUSOS
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