El periodismo político no tiene buena prensa en la
actualidad. Y por supuesto que goza de poco respeto entre la ciudadanía
consumidora de periódicos de uno u otro signo, y en consecuencia sus tiradas
sobreviven a un nivel más bajo que nunca, y solo los salva de la ruina total, y
el cierre consiguiente, la subvención de los que a su través nos venden la
burra un día sí y otro también. Otro gallo les cantaría a determinados medios
sino fuera tan evidente su complicidad con los intereses del poder. ¿Para qué
señalar a los entregados incondicionalmente a los partidos y grupos económicos
y financieros que los mantienen a flote y a cuyo dictado trabajan? Los conoce
todo el mundo, porque su actuación es más clara que el agua clara, teniendo en
cuenta su turbiedad por supuesto. Con una información sojuzgada por quienes
manejan el Presupuesto es muy difícil, sino imposible, que se impongan los
valores de una democracia real en cualquier país.
Por el contrario, la prensa taurina, que es la que
realmente nos importa en esta publicación, no solo no goza de ningún tipo de
subvención sino que el poder político le pone todos los palos que puede en las
ruedas. Nuestra orfandad con respecto a los poderes políticos y económicos es
evidente e indiscutible. Nuestra salida a los kioscos es fruto de ímprobos
esfuerzos y nuestro único éxito es, en todo caso, la supervivencia. Siendo como
es profesionalmente, en estos tristes momentos, la prensa más limpia y democrática.
En ella se distingue con absoluta claridad la publicidad de la opinión y la
información sobre lo que ocurre en el ruedo. La prensa taurina carece de
cualquier tipo de subvención o ayuda oficial, por lo que en estos días su
supervivencia es puro heroísmo de obligado reconocimiento.
La prensa taurina carece de cualquier tipo de subvención o
ayuda oficial, por lo que en estos días su supervivencia es puro heroísmo de
obligado reconocimiento
También el periodismo taurino tuvo sus días
oscuros y “sobrecogedores”, en un tiempo felizmente superado. Había periodistas
que compraban páginas en los rotativos más importantes y hacían de la
información y crítica del toreo un sucio negocio. No vale la pena mencionar
nombres que están en la mente de todos, cuyo filibusterismo informativo se
tradujo en una época en la que salían a las plazas los toros más
capitidisminuidos de la historia de la tauromaquia. Los toros más
insignificantes que nunca, y faltos de bravura y fuerza, rodaban por la arena y
las broncas eran el pan nuestro de cada día. El toro dejó de ser el rey de la
Fiesta y la escena de los mansos devolviendo aquellas alimañas a los corrales
era habitual, incluso en las plazas de más categoría.
Podría contar muchas anécdotas de aquellos aciagos
tiempos. Recuerdo que en Barcelona había un individuo al que le llamaban “Pepe
el de la radio” que se encargaba de recoger los sobres de la terna de matadores
que actuarían por la tarde en la Monumental o en Las Arenas, para distribuirlos
entre los críticos taurinos de emisoras de radio y periódicos. Una mañana
Joaquín “El tripas”, mozo de espadas de Manuel Amador padre, me pidió que le
acompañara a entregarle los sobres de su torero al menda en cuestión, en un
punto de reunión fijado en la Plaza de Palacio cerca del Hotel Comercio, donde
se hospedaba buena parte de la torería andante. Cuando el radiofónico mangante
abrió su sobre exclamó, “esto no es lo mío”, y el bueno de Joaquín, indignado,
se lo arrebató de las manos y le espetó: “Tienes razón, esto no es tuyo, es de
mi matador, que es el que lo ha sudado”. Le volvió la espalda al individuo y lo
dejó plantado más corrido que una mona.
Hace muchos años que acabaron las despedidas de
los más “insignes” críticos taurinos a los toreros en la zona internacional del
aeropuerto de Madrid-Barajas, donde oí un día como uno de esos “escribas” con
la mano tendida le decía a Pedrés: “Bueno, explícate “sobre” cómo quieres estar
en América”. Repugnante, en efecto, pero eso era el pan nuestro de cada día y
era verdad que si el matador no se “explicaba” a gusto de los junta letras, sus
actuaciones poco eco encontrarían en la prensa española.
Pero, repito, eso pertenece casi a la prehistoria
del toreo y hoy por hoy, y desde hace mucho, la prensa taurina es la más
independiente que existe en el ámbito periodístico. Los toreros de hoy pueden
hacerse páginas de publicidad previo pago de su importe, pero en modo alguno
comprar la opinión de los críticos de la publicación correspondiente. / PACO MORA - Redacción APLAUSOS
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