División de opiniones en la
actuación de Colombo
Juan Antonio de Labra
La novillada final de "Soñadores de Gloria" arrojó
un claro triunfador: José María Pastor, que cortó una oreja de ley tras una
actuación muy torera, por clásica y madura, a lo largo de un festejo en el que
los demás espadas del cartel hicieron un encomiable esfuerzo por agradar.
También resultó interesante ver novillos, ya varios con
cuajo de toros, de impecable presentación, tanto de Xalmonto como de El Siete;
los primeros, de puro encaste Piedras Negras (vía De Haro); y los otros, de
encaste Domecq (vía El Vergel y las distintas compras hechas del ganado que
importó el maestro José Miguel Arroyo "Joselito" hace 20 años).
Sin embargo, los ejemplares de ambas divisas quedaron a
deber, pues se esperaba que dieran más juego en la muleta, y sólo los dos
últimos, de ambos hierros, respectivamente, fueron los que mantuvieron un
comportamiento más definido.
Pastor no desaprovechó ningún momento para lucir con el
segundo, un ejemplar ensabanado que fue noble, pero que acudió al engaño sin
humillar. A pesar de ello, el hijo de César, le cuajó un magnífico quite por
caleserinas y un precioso tercio de banderillas en las que demostró que “menos
es más”; es decir, clavó con ortodoxia y verdad, encontrando toro en todos los
terrenos, y levantó una fuerte ovación del escaso público que había en el
tendido.
Con ese ambiente a favor, el torero nacido en
Aguascalientes, hizo una faena estructurada y medida, en la que brilló por su
ligazón y serenidad, y si acaso le falta acompañar más con la cintura y el
pecho cada uno de los muletazos, su trazo es limpio y templado.
Una estocada “a toma y daca”, de la que resultó feamente
volteado, le puso en las manos una valiosa oreja que, minutos más tarde, se
convirtió en el pasaporte directo para enfrentar al quinto, uno de Xalmonto,
muy bonito de hechuras, que recordaba, por su estampa, a aquellas vacas de
Saltillo, de la línea de la "Fantasía", que tanta gloria dieron en su
día a la famosa divisa roja y negro.
Esta faena de Pastor no alcanzó a levantar el vuelo, y fue
más bien entre altibajos, pero con la satisfacción de resolver la papeleta con
claridad de ideas ante un novillo que embistió con fijeza y que se empleó mejor
por el pitón derecho.
Una estocada envainada, antecedida por un pinchazo, antes de
dejar la definitiva, echaron por tierra ese buen sabor de boca de la que había
ejecutado al novillo anterior. Pero al margen de este fallo, Pastor fue llamado
a saludar una cariñosa ovación.
José Enrique Colombo tiene valor y muchas facultades, además
de que saber mover muy bien el capote. Con las banderillas da espectáculo, mediante
un estilo más deportivo que clásico, y parece que estas fuertes carreras del
segundo tercio lo dejan un tanto "revolucionao" cuando coge la
muleta.
Así se le notó un tanto mecanizado delante del tercero, un
novillos de El Siete que fue complicado y con el que el venezolano trató de
estar entonado. Sólo después de una fuerte voltereta, tras un violento derrote,
seco, en el muslo izquierdo, el torero suramericano se levantó más arrebatado y
conectó mejor con la gente.
Y a base de aguante le robó muletazos de mérito a ese
ejemplar de inusual pelo melocotón, al que mató de una estocada aguantando,
pues el novillo de El Siete se le arrancó antes de que lo citara. Este hecho le
granjeó el reconocimiento de el público, y le permitió, visto lo visto, lidiar al
sexto.
Ese que cerró plaza era de El Siete, muy en el aire, por sus
hechuras, de los toros que cría Beni Pérez Lizaur en Santa María de Xalpa, y
fue más que aceptable, porque embistió por derecho desde que salió por toriles.
Bajo y reunido, el novillo le facilitó las cosas a Colombo, que volvió a estar
dispuesto pero sin expresar.
Román Martínez calentó el ambiente con el tercero, otro
novillo de Xalmonto que se movía pero con la cara alta y sin transmitir. El
tapatío lo recibió gallardamente con una limpia larga cambiada a porta gayola y
luego invitó a sus compañeros a banderillear, aliviándose así de clavar los
tres pares, pues este tercio no es lo suyo.
No obstante, la gente agradeció el detalle previo a un
espectacular inicio de faena con varios cambiados por la espalda en los que el
tapatío evidenció un valor importante. La faena fue un tanto larga y dispersa
porque el de Xalmonto se desfondó demasiado pronto y no hubo manera de
conectar.
Y si este ejemplar fue soso, el de Rafael Serna fue el que
menos humilló de los ejemplares tlaxcaltecas, a pesar de que había hecho un
buen primer tercio y, de salida, quería comerse el capote. Pero conforme
transcurrió la lidia, ese otro toro ensabanado no sirvió, por más que se
esforzó el torero en hacerle muy bien las cosas.
Así concluyó la temporada de novilladas 2016, que se podría
calificar de heterodoxa debido al tiempo en que se desarrolló, las fechas y los
formatos, para acabar cumpliendo con lo establecido en el reglamento taurino.
Ya habrá tiempo de hacer una valoración más precisa de los hechos, y ver la
manera en que esta campaña pueda mejorarse. Destacó, por supuesto, la
presentación de los encierros y la importancia que este hecho significa para la
dignificación de la plaza.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza México. Novillada final de triunfadores del certamen
"Soñadores de Gloria". Con picadores. Unas 450 personas en tarde
soleada y fresca, sin viento.
Tres novillos de Xalmonto
(1o., 2o. y 5o.) y tres de El Siete
(3o., 4o. y 6o.), muy bien presentados, astifinos, de poco juego en su
conjunto, salvo 5o. y 6o., que fueron los más destacados.
Pesos: 416, 443, 489, 444, 423 y 430 kilos.
Rafael Serna (berenjena y oro): Silencio.
José María Pastor (berenjena y oro): Oreja y ovación.
José Enrique Colombo (blanco y oro): Palmas y palmas.
Román Martínez (berenjena y oro): Silencio.
Incidencias: El jurado compuesto por los integrantes de distintas peñas
taurinas, en combinación con la empresa, decidió otorgar los dos novillos
sobrantes a Pastor y Colombo, respectivamente. Sobresalió en varias Ricardo
Morales "El Güero" de la Capilla, que ejecutó dos puyazos aguantando
muy bien la reunión y fue aplaudido.
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