martes, 22 de noviembre de 2016

Pastor, un clásico contemporáneo en la final de la Temporada Chica

División de opiniones en la actuación de Colombo
 
Juan Antonio de Labra

La novillada final de "Soñadores de Gloria" arrojó un claro triunfador: José María Pastor, que cortó una oreja de ley tras una actuación muy torera, por clásica y madura, a lo largo de un festejo en el que los demás espadas del cartel hicieron un encomiable esfuerzo por agradar.

También resultó interesante ver novillos, ya varios con cuajo de toros, de impecable presentación, tanto de Xalmonto como de El Siete; los primeros, de puro encaste Piedras Negras (vía De Haro); y los otros, de encaste Domecq (vía El Vergel y las distintas compras hechas del ganado que importó el maestro José Miguel Arroyo "Joselito" hace 20 años).

Sin embargo, los ejemplares de ambas divisas quedaron a deber, pues se esperaba que dieran más juego en la muleta, y sólo los dos últimos, de ambos hierros, respectivamente, fueron los que mantuvieron un comportamiento más definido.

Pastor no desaprovechó ningún momento para lucir con el segundo, un ejemplar ensabanado que fue noble, pero que acudió al engaño sin humillar. A pesar de ello, el hijo de César, le cuajó un magnífico quite por caleserinas y un precioso tercio de banderillas en las que demostró que “menos es más”; es decir, clavó con ortodoxia y verdad, encontrando toro en todos los terrenos, y levantó una fuerte ovación del escaso público que había en el tendido.

Con ese ambiente a favor, el torero nacido en Aguascalientes, hizo una faena estructurada y medida, en la que brilló por su ligazón y serenidad, y si acaso le falta acompañar más con la cintura y el pecho cada uno de los muletazos, su trazo es limpio y templado.

Una estocada “a toma y daca”, de la que resultó feamente volteado, le puso en las manos una valiosa oreja que, minutos más tarde, se convirtió en el pasaporte directo para enfrentar al quinto, uno de Xalmonto, muy bonito de hechuras, que recordaba, por su estampa, a aquellas vacas de Saltillo, de la línea de la "Fantasía", que tanta gloria dieron en su día a la famosa divisa roja y negro.

Esta faena de Pastor no alcanzó a levantar el vuelo, y fue más bien entre altibajos, pero con la satisfacción de resolver la papeleta con claridad de ideas ante un novillo que embistió con fijeza y que se empleó mejor por el pitón derecho.

Una estocada envainada, antecedida por un pinchazo, antes de dejar la definitiva, echaron por tierra ese buen sabor de boca de la que había ejecutado al novillo anterior. Pero al margen de este fallo, Pastor fue llamado a saludar una cariñosa ovación.

José Enrique Colombo tiene valor y muchas facultades, además de que saber mover muy bien el capote. Con las banderillas da espectáculo, mediante un estilo más deportivo que clásico, y parece que estas fuertes carreras del segundo tercio lo dejan un tanto "revolucionao" cuando coge la muleta.

Así se le notó un tanto mecanizado delante del tercero, un novillos de El Siete que fue complicado y con el que el venezolano trató de estar entonado. Sólo después de una fuerte voltereta, tras un violento derrote, seco, en el muslo izquierdo, el torero suramericano se levantó más arrebatado y conectó mejor con la gente.

Y a base de aguante le robó muletazos de mérito a ese ejemplar de inusual pelo melocotón, al que mató de una estocada aguantando, pues el novillo de El Siete se le arrancó antes de que lo citara. Este hecho le granjeó el reconocimiento de el público, y le permitió, visto lo visto, lidiar al sexto.

Ese que cerró plaza era de El Siete, muy en el aire, por sus hechuras, de los toros que cría Beni Pérez Lizaur en Santa María de Xalpa, y fue más que aceptable, porque embistió por derecho desde que salió por toriles. Bajo y reunido, el novillo le facilitó las cosas a Colombo, que volvió a estar dispuesto pero sin expresar.

Román Martínez calentó el ambiente con el tercero, otro novillo de Xalmonto que se movía pero con la cara alta y sin transmitir. El tapatío lo recibió gallardamente con una limpia larga cambiada a porta gayola y luego invitó a sus compañeros a banderillear, aliviándose así de clavar los tres pares, pues este tercio no es lo suyo.

No obstante, la gente agradeció el detalle previo a un espectacular inicio de faena con varios cambiados por la espalda en los que el tapatío evidenció un valor importante. La faena fue un tanto larga y dispersa porque el de Xalmonto se desfondó demasiado pronto y no hubo manera de conectar.

Y si este ejemplar fue soso, el de Rafael Serna fue el que menos humilló de los ejemplares tlaxcaltecas, a pesar de que había hecho un buen primer tercio y, de salida, quería comerse el capote. Pero conforme transcurrió la lidia, ese otro toro ensabanado no sirvió, por más que se esforzó el torero en hacerle muy bien las cosas.

Así concluyó la temporada de novilladas 2016, que se podría calificar de heterodoxa debido al tiempo en que se desarrolló, las fechas y los formatos, para acabar cumpliendo con lo establecido en el reglamento taurino. Ya habrá tiempo de hacer una valoración más precisa de los hechos, y ver la manera en que esta campaña pueda mejorarse. Destacó, por supuesto, la presentación de los encierros y la importancia que este hecho significa para la dignificación de la plaza.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza México. Novillada final de triunfadores del certamen "Soñadores de Gloria". Con picadores. Unas 450 personas en tarde soleada y fresca, sin viento.
Tres novillos de Xalmonto (1o., 2o. y 5o.) y tres de El Siete (3o., 4o. y 6o.), muy bien presentados, astifinos, de poco juego en su conjunto, salvo 5o. y 6o., que fueron los más destacados.
Pesos: 416, 443, 489, 444, 423 y 430 kilos.
Rafael Serna (berenjena y oro): Silencio.
José María Pastor (berenjena y oro): Oreja y ovación.
José Enrique Colombo (blanco y oro): Palmas y palmas.
Román Martínez (berenjena y oro): Silencio.
Incidencias: El jurado compuesto por los integrantes de distintas peñas taurinas, en combinación con la empresa, decidió otorgar los dos novillos sobrantes a Pastor y Colombo, respectivamente. Sobresalió en varias Ricardo Morales "El Güero" de la Capilla, que ejecutó dos puyazos aguantando muy bien la reunión y fue aplaudido.

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