JOSE ANTONIO DEL
MORAL
@dtorosnlibertad
Que algunas empresas taurinas españolas estén intentando
remediar la delicada situación económica que padecen desde que llegó la crisis
mediante alianzas con solventes empresas extranjeras, como últimamente está
sucediendo con el Grupo Bailleres de México, es comprensible aunque, a la vez,
está encendiendo las alarmas de los aficionados. Porque una cosa es que estas
alianzas se circunscriban a una mera ampliación de capital y otra que los
nuevos socios influyan en la gestión.
Y es que en las plazas de toros mexicanas, salvo en la plaza
de Guadalajara, la inmensa mayoría de los festejos que se organizan no son
precisamente ejemplares y, desde luego, por lo que respecta al ganado que allá
se lidia, la diferencia con el que disfrutamos en España y en Francia es
abismal.
El poderío económico del Grupo Bailleres es enorme además de
incuestionable. Y a esto se están agarrando algunos empresarios españoles en
busca de la salvación de sus respectivos negocios. Pero hay que tener muchísimo cuidado porque
la mexicanización de la Fiesta en España y en Francia es arriesgadísima.
No podríamos consentir, por tanto, que el remedio fuera peor
que la enfermedad.
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