Todas las expectativas están
abiertas
Es una ley inexorable: a un
gestor le sucede otro, cuando una plaza es de titularidad pública y está
sometido a las contrataciones públicas. Taurodelta se marchó y ha llegado Simón
Casas. Plena normalidad concurso mediante, que ha tenido una contestación
mínima. En este año 1 de la nueva era de Las Ventas todo está por hacer. La
música de las promesas y propósitos de la nueva Empresa ha gustado a una
mayoría; así que pase el invierno se irá comprobando en qué grado y medida se
convierten en realidad. Pero sabido es que los movimientos de Madrid luego
repercuten en todo el toreo. Y más cuando la llegada del nuevo empresario
presupone un cambio en la redistribución bastante radical del poder dentro del
taurinismo.
Redacción. Servicio
de Documentación
Simón Casas ya anda de mudanza, para ocupar el despacho de
primer ejecutivo de la plaza de Las Ventas. Se abre una nueva etapa, que
mientras llega la primavera no dejará de ser una pura incógnita. Y será
precisamente eso: una nueva etapa, que ni de por sí misma representa que ahora
empieza lo bueno, ni menos significa que todo lo malo ha quedado en el baúl de
los recuerdos.
Doce años después, el empresario consigue lo que viene
persiguiendo desde los últimos concursos de adjudicación, en los que pudo ser
ganador si los pliegos hubieran sido menos partidarios. Pero ahora le espera lo
más difícil: convertir en realidad toda esa densa teoría que maneja sobre la
organización de los espectáculos taurinos. Madrid no es Nimes, ni Valencia o
Alicante; es, sencillamente, otra cosa.
Pero es evidente que en Madrid se necesita de una
reconstitución, cuando el abono lleva diez años perdiendo adeptos. Romper esa
trayectoria hacia abajo no resulta empresa fácil, que son muchas las agujas de
marear que hay que manejar para volver a convencer a los desencantados. Como
ocurre en Sevilla, al final hay que ofrecer algo más para que quien se fue ahora
se decida volver a los tendidos.
Hasta Las Ventas llega después de ganar el concurso por
goleada y de una inconsistente impugnación presentada por Taurodelta y
Bailleres contra la adjudicación, que forzosamente la Comunidad de Madrid tenía
que rechazar. Si se impugna, no se pueden presentar unas alegaciones tan
sumamente simplistas, que bien parecen redactadas por puro formalismo. Para
eso, mejor callarse en plan señor y decir adiós.
Pero llega, además, con una parte del Consejo de Asuntos
Taurinos en modo disconforme, según dicen algunos en privado. No han tenido
otro remedio que rendirse a la evidencia de los números, pero bien les habría
gustado que el resultado final hubiera sido otro. No porque sea considerado un
“encantador de serpientes”, sino porque tiene ya mucho caminado en el oficio
para saber como revertir una opinión, ahí radica su primer reto, por más que
ese Consejo ande muy devaluado desde hace tiempo en cuanto se refiere a
exigencias.
Las primeras decisiones
Un baremo objetivo para evaluar sus primeras decisiones se
centrará en el nuevo cuadro de precios de los abonos. Si nos atenemos a su
oferta, un abono medio de sombra para todo San Isidro deberá reducir su precio
al menos en 200 euros; si es de sol,
algo más de 60 euros. Unas cifras que si se multiplican por el número de
abonados dan un monto final nada despreciable a efectos de las cuentas
globales.
¿Será eso suficiente para que alguien cambie de opinión? No
sería extraño que necesitara de algunas compensaciones complementarias, que
puede ir desde la comodidad a la hora de las renovaciones --sin necesidad de
guardar esas colas interminables--, a algunas otras atenciones sociales, como
el acceso gratuito al Museo o al Tour de la plaza, la obtención de entradas
fuera de los abonos, etc. Aquí sí que se abre un abanico muy propicio para la
imaginación del empresario. Por ejemplo: ¿resultaría inviable que quien se
abone en Madrid tenga carácter de cliente preferente en las restantes plazas
del Grupo Casas?
Pero en paralelo el otro baremo que todos, abonados y no,
tienen en la mano es el “toro de Madrid”. Sin duda es el capítulo que más
reticencias ha levantado entre muchos desde el primer día, quizá llevados de
experiencias como el nuevo toro que se lidia, por ejemplo, en Valencia. Habría
que suponer que ese “error de primer año” no lo va a cometer Casas a estas
alturas de su carrera. Desde luego, no resulta fácil mantener una posición
equilibrada entre ese toro que es cabeza de camada y que a la vez quede lejos de ser ese armario
imposible de mover, que tantas decepciones ha proporcionado en las ultimas
temporadas.
Hasta por pura estadística ganadera actual, resultará
inevitable que en su programación no primen los encastes de origen Domecq. Pero
debe reconocerse que de antemano no es un encaste “maldito”; lo malo son sus
edulcoraciones, que han proliferado de manera preocupante. Y es que en esto, como en otros muchos
elementos, hay ramas que son verdaderas “pata negra” y otras que resultan malas
imitaciones.
La imaginación, a los carteles
Probablemente donde más se debería notar que la imaginación
ha llegado al poder radica en las combinaciones de toros y toreros. Si nos
atenemos a experiencias pasadas, puede entenderse que es uno de los puntos
fuertes de Casas. Habrá elementos de difícil traslación a Las Ventas sin romper
todos los esquemas actuales; por ejemplo, esos espectáculos de toros y música,
a los que en otras plazas se asiste con interés y con agrado, quizá no quepan
en los conceptos de Madrid. Pero hay otras fórmulas de plasmar la imaginación.
Este será el principal banco de pruebas en el que se comprobará la dimensión
como empresario de Simón Casas. Con el agravante nada pequeño que todo eso se
debe cumplir a lo largo de 70 tardes en el año.
Por lo pronto, la diversidad de las combinaciones, para
dotarlas de alicientes nuevos. Un campo amplísimo de trabajo, que va desde el
número de tardes en las que concurren las figuras --dentro y fuera del abono--
hasta la propia diversificación de encastes con los que se anuncien. Hubo una
etapa en la historia no tan lejana en la que era usual que las figuras, por
ejemplo, se anunciaran dos tarde con los “domecq” de su época, pero la tercera
era una divisa de las más exigentes. ¿Se trata de un empeño imposible en la
actualidad? No tendría que ser así.
En suma, el objetivo que se persigue no puede ser otro que
cada día aporte una razón distinta y nueva para ir a la plaza, que se rompa el
“sota, caballo y rey” de tantas veces, en unas ocasiones para los carteles de
figuras, en otras muchas para las corridas duras, en los que también los hay de
puesto fijo. En otras palabras, habrá que luchar contra el inmovilismo
inconsistente, según el cual hasta cuando uno aporta originalidad en un mural
de publicidad, acaba por ser cuestionado si no se ajusta a los criterios del
siglo XIX.
En este empeño el empresario deberá remodelar las
características del negocio, si quiere salir con bien, el suyo y el de la
propia Fiesta. Llevar a cabo una remodelación de este corte no puede
conseguirse en tanto no se cuenta con la buena voluntad de toreros y ganaderos.
Y es que hoy no queda margen alguno para que un cartel con tres figuras resulte
que al final deja un agujero en la taquilla.
Llegados a este punto habrá que recordar que no pocas de las
figuras nunca han ocultado que Casas era su empresario favorito. Pues ahora los interesados tienen que tomar
conciencia que cuando tal ocurre al anuncio de sus nombres y se cierran en
banda a reconsiderar los honorarios, vendrán detrás otros más modestos que
serán paganos del estropicio económico
que han dejado. Es el único socorro hasta ahora conocido: compensar los
carteles caros con los de bajo coste, con esos en los que al torero de turno no
le queda ni para pagarse un café al concluir el festejo. Hasta por dignidad
profesional las figuras debieran implicarse para evitar semejantes agravios.
El señuelo de José Tomás
Pero para algunos el conjuro del nombre de Casas parece ir
hilvanado a la presencia de José Tomás en los carteles. Falso encantamiento. Y
no por el empresario, sino porque el torero de Galapagar maneja sus propios
tiempos y sus propios compromisos sin ajustarse a las leyes del mercado. En
esto vale de poco la estadística de cuantas veces Tomás se ha anunciado con
esta o con aquella empresa.
Sin embargo, es lo cierto que cuando estamos en el otoño de
los preparativos sí puede ser momento de que la nueva Empresa comience a
estudiar el tema. Conociendo que es el de Galapagar es la máxima atracción con
la que hoy contamos, ahora pueden prepararse las circunstancias propicias --programación de las retrasmisiones en TV,
carteles de junio, etc.--, sobre las que luego el torero decida. Con todo un
punto a favor: Casas nunca envió a José Tomás a torear a Senegal, como hicieron
otros.
Más que flecos
Para completar el cuadro quedan por conocer los flecos del
caso. No son los principales, pero suelen convertirse en condiciones necesarias
para alcanzar los objetivos propuestos.
El más importante: el plan de promoción con el que trata de
incrementar en 100.000 espectadores los espectadores de la plaza. Se da por
hecho que su partner en la materia será Nautalia. Con independencia de los
resultados concretos --que a la Tauromaquia le conviene que sean positivos--,
por lo novedoso del caso habrá que estudiar con detalle un programa de trabajo
que conjugue en simultáneo turismo y toros. Toda una novedad, que como salga
bien más de uno se apuntará a esa fórmula mágica.
Otro de ellos: la compatibilidad de la gestión de Madrid con
la multiplicación de apoderamientos. Hoy en día, Casas lleva a David Mora, a
“Rafaelillo”, a Paco Ureña, a Javier Jiménez y a la rejoneadora Lea Vicens, además de al novillero francés
Andy Younes.
Otro fleco relevante: los veedores de las camadas. Con
bastante más de un centenar de tardes por delante en todas sus plazas, el
equipo en el campo resulta crucial. Y más cuando, además, Casas pretende
revisar las ganaderías seleccionadas para las novilladas de Madrid. Ya en su
primera comparecencia aseguró que iba a ampliar su equipo. Cuando se sepan
todos los nombres se habrá despejado una incógnita relevante.
Y a propósito de las novilladas, al personal no se le han
olvidado las declaraciones que hizo sobre las condiciones de dinero y de ganado
con las que vienen los que empiezan a Madrid. En este punto se espera
coherencia práctica.
Un cuarto que no es menor cuantía. La experiencia dice que
cuando un empresa ha compatibilizado Madrid con otras plazas, entre ambas se
establecen vasos comunicantes en materia de contrataciones cruzadas y, sobre
todo, de conflictos. La experiencia casi nunca ha sido buena para el
aficionado. Ni un torero levanta el mismo interés en todas las plazas, ni que,
por ejemplo, en Valencia se haya producido un desacuerdo reviste importancia
decisiva para quedar además fuera en Madrid. El independizar unas plazas de
otras reviste más importancia de la que aparentemente se le supone.
Queda por conocer, en fin, el conjunto del equipo con el que
va a contar la macroempresa que hoy lidera Casas. Dos ejemplos. Han fichado a
José Ramón Lozano como Dircom, pero queda por hacerse público quiénes van a
llevar el día a día de la comunicación, que si se quiere aportar
creatividad y transparencia una sola
persona no puede. Tienen ya un modelo para la Escuela Taurina con Curro Vázquez
al frente, habrá que esperar a conocer quienes se encargan de todo ese trabajo
de ir organizando y coordinando novilladas con aspirantes.
Por supuesto se da que, de acuerdo con su trayectoria, Casas
será colaborador y cuando se tercie promotor del plan social y cultural de Las
Ventas. Es un terreno en el que se mueve a gusto, ofreciendo cosas diferentes.
Otro tanto ocurre con la Fundación del Toro de Lidia, en la que la gente de
Casas se ha venido sintiendo muy implicada.
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