martes, 1 de noviembre de 2016

Madrid: La era Simón Casas, año 1

Todas las expectativas están abiertas
Es una ley inexorable: a un gestor le sucede otro, cuando una plaza es de titularidad pública y está sometido a las contrataciones públicas. Taurodelta se marchó y ha llegado Simón Casas. Plena normalidad concurso mediante, que ha tenido una contestación mínima. En este año 1 de la nueva era de Las Ventas todo está por hacer. La música de las promesas y propósitos de la nueva Empresa ha gustado a una mayoría; así que pase el invierno se irá comprobando en qué grado y medida se convierten en realidad. Pero sabido es que los movimientos de Madrid luego repercuten en todo el toreo. Y más cuando la llegada del nuevo empresario presupone un cambio en la redistribución bastante radical del poder dentro del taurinismo.

Redacción. Servicio de Documentación

Simón Casas ya anda de mudanza, para ocupar el despacho de primer ejecutivo de la plaza de Las Ventas. Se abre una nueva etapa, que mientras llega la primavera no dejará de ser una pura incógnita. Y será precisamente eso: una nueva etapa, que ni de por sí misma representa que ahora empieza lo bueno, ni menos significa que todo lo malo ha quedado en el baúl de los recuerdos.

Doce años después, el empresario consigue lo que viene persiguiendo desde los últimos concursos de adjudicación, en los que pudo ser ganador si los pliegos hubieran sido menos partidarios. Pero ahora le espera lo más difícil: convertir en realidad toda esa densa teoría que maneja sobre la organización de los espectáculos taurinos. Madrid no es Nimes, ni Valencia o Alicante; es, sencillamente, otra cosa.

Pero es evidente que en Madrid se necesita de una reconstitución, cuando el abono lleva diez años perdiendo adeptos. Romper esa trayectoria hacia abajo no resulta empresa fácil, que son muchas las agujas de marear que hay que manejar para volver a convencer a los desencantados. Como ocurre en Sevilla, al final hay que ofrecer algo más para que quien se fue ahora se decida volver a los tendidos.

Hasta Las Ventas llega después de ganar el concurso por goleada y de una inconsistente impugnación presentada por Taurodelta y Bailleres contra la adjudicación, que forzosamente la Comunidad de Madrid tenía que rechazar. Si se impugna, no se pueden presentar unas alegaciones tan sumamente simplistas, que bien parecen redactadas por puro formalismo. Para eso, mejor callarse en plan señor y decir adiós.

Pero llega, además, con una parte del Consejo de Asuntos Taurinos en modo disconforme, según dicen algunos en privado. No han tenido otro remedio que rendirse a la evidencia de los números, pero bien les habría gustado que el resultado final hubiera sido otro. No porque sea considerado un “encantador de serpientes”, sino porque tiene ya mucho caminado en el oficio para saber como revertir una opinión, ahí radica su primer reto, por más que ese Consejo ande muy devaluado desde hace tiempo en cuanto se refiere a exigencias.

Las primeras decisiones

Un baremo objetivo para evaluar sus primeras decisiones se centrará en el nuevo cuadro de precios de los abonos. Si nos atenemos a su oferta, un abono medio de sombra para todo San Isidro deberá reducir su precio al menos en 200 euros;  si es de sol, algo más de 60 euros. Unas cifras que si se multiplican por el número de abonados dan un monto final nada despreciable a efectos de las cuentas globales.

¿Será eso suficiente para que alguien cambie de opinión? No sería extraño que necesitara de algunas compensaciones complementarias, que puede ir desde la comodidad a la hora de las renovaciones --sin necesidad de guardar esas colas interminables--, a algunas otras atenciones sociales, como el acceso gratuito al Museo o al Tour de la plaza, la obtención de entradas fuera de los abonos, etc. Aquí sí que se abre un abanico muy propicio para la imaginación del empresario. Por ejemplo: ¿resultaría inviable que quien se abone en Madrid tenga carácter de cliente preferente en las restantes plazas del Grupo Casas?

Pero en paralelo el otro baremo que todos, abonados y no, tienen en la mano es el “toro de Madrid”. Sin duda es el capítulo que más reticencias ha levantado entre muchos desde el primer día, quizá llevados de experiencias como el nuevo toro que se lidia, por ejemplo, en Valencia. Habría que suponer que ese “error de primer año” no lo va a cometer Casas a estas alturas de su carrera. Desde luego, no resulta fácil mantener una posición equilibrada entre ese toro que es cabeza de camada y  que a la vez quede lejos de ser ese armario imposible de mover, que tantas decepciones ha proporcionado en las ultimas temporadas.

Hasta por pura estadística ganadera actual, resultará inevitable que en su programación no primen los encastes de origen Domecq. Pero debe reconocerse que de antemano no es un encaste “maldito”; lo malo son sus edulcoraciones, que han proliferado de manera preocupante.  Y es que en esto, como en otros muchos elementos, hay ramas que son verdaderas “pata negra” y otras que resultan malas imitaciones.

La imaginación, a los carteles

Probablemente donde más se debería notar que la imaginación ha llegado al poder radica en las combinaciones de toros y toreros. Si nos atenemos a experiencias pasadas, puede entenderse que es uno de los puntos fuertes de Casas. Habrá elementos de difícil traslación a Las Ventas sin romper todos los esquemas actuales; por ejemplo, esos espectáculos de toros y música, a los que en otras plazas se asiste con interés y con agrado, quizá no quepan en los conceptos de Madrid. Pero hay otras fórmulas de plasmar la imaginación. Este será el principal banco de pruebas en el que se comprobará la dimensión como empresario de Simón Casas. Con el agravante nada pequeño que todo eso se debe cumplir a lo largo de 70 tardes en el año.

Por lo pronto, la diversidad de las combinaciones, para dotarlas de alicientes nuevos. Un campo amplísimo de trabajo, que va desde el número de tardes en las que concurren las figuras --dentro y fuera del abono-- hasta la propia diversificación de encastes con los que se anuncien. Hubo una etapa en la historia no tan lejana en la que era usual que las figuras, por ejemplo, se anunciaran dos tarde con los “domecq” de su época, pero la tercera era una divisa de las más exigentes. ¿Se trata de un empeño imposible en la actualidad? No tendría que ser así.

En suma, el objetivo que se persigue no puede ser otro que cada día aporte una razón distinta y nueva para ir a la plaza, que se rompa el “sota, caballo y rey” de tantas veces, en unas ocasiones para los carteles de figuras, en otras muchas para las corridas duras, en los que también los hay de puesto fijo. En otras palabras, habrá que luchar contra el inmovilismo inconsistente, según el cual hasta cuando uno aporta originalidad en un mural de publicidad, acaba por ser cuestionado si no se ajusta a los criterios del siglo XIX.

En este empeño el empresario deberá remodelar las características del negocio, si quiere salir con bien, el suyo y el de la propia Fiesta. Llevar a cabo una remodelación de este corte no puede conseguirse en tanto no se cuenta con la buena voluntad de toreros y ganaderos. Y es que hoy no queda margen alguno para que un cartel con tres figuras resulte que al final deja un agujero en la taquilla.

Llegados a este punto habrá que recordar que no pocas de las figuras nunca han ocultado que Casas era su empresario favorito.  Pues ahora los interesados tienen que tomar conciencia que cuando tal ocurre al anuncio de sus nombres y se cierran en banda a reconsiderar los honorarios, vendrán detrás otros más modestos que serán  paganos del estropicio económico que han dejado. Es el único socorro hasta ahora conocido: compensar los carteles caros con los de bajo coste, con esos en los que al torero de turno no le queda ni para pagarse un café al concluir el festejo. Hasta por dignidad profesional las figuras debieran implicarse para evitar semejantes agravios.

El señuelo de José Tomás

Pero para algunos el conjuro del nombre de Casas parece ir hilvanado a la presencia de José Tomás en los carteles. Falso encantamiento. Y no por el empresario, sino porque el torero de Galapagar maneja sus propios tiempos y sus propios compromisos sin ajustarse a las leyes del mercado. En esto vale de poco la estadística de cuantas veces Tomás se ha anunciado con esta o con aquella empresa.

Sin embargo, es lo cierto que cuando estamos en el otoño de los preparativos sí puede ser momento de que la nueva Empresa comience a estudiar el tema. Conociendo que es el de Galapagar es la máxima atracción con la que hoy contamos, ahora pueden prepararse las circunstancias propicias  --programación de las retrasmisiones en TV, carteles de junio, etc.--, sobre las que luego el torero decida. Con todo un punto a favor: Casas nunca envió a José Tomás a torear a Senegal, como hicieron otros.

Más que flecos

Para completar el cuadro quedan por conocer los flecos del caso. No son los principales, pero suelen convertirse en condiciones necesarias para alcanzar los objetivos propuestos.

El más importante: el plan de promoción con el que trata de incrementar en 100.000 espectadores los espectadores de la plaza. Se da por hecho que su partner en la materia será Nautalia. Con independencia de los resultados concretos --que a la Tauromaquia le conviene que sean positivos--, por lo novedoso del caso habrá que estudiar con detalle un programa de trabajo que conjugue en simultáneo turismo y toros. Toda una novedad, que como salga bien más de uno se apuntará a esa fórmula mágica.

Otro de ellos: la compatibilidad de la gestión de Madrid con la multiplicación de apoderamientos. Hoy en día, Casas lleva a David Mora, a “Rafaelillo”, a Paco Ureña, a Javier Jiménez y a la rejoneadora  Lea Vicens, además de al novillero francés Andy Younes.

Otro fleco relevante: los veedores de las camadas. Con bastante más de un centenar de tardes por delante en todas sus plazas, el equipo en el campo resulta crucial. Y más cuando, además, Casas pretende revisar las ganaderías seleccionadas para las novilladas de Madrid. Ya en su primera comparecencia aseguró que iba a ampliar su equipo. Cuando se sepan todos los nombres se habrá despejado una incógnita relevante.

Y a propósito de las novilladas, al personal no se le han olvidado las declaraciones que hizo sobre las condiciones de dinero y de ganado con las que vienen los que empiezan a Madrid. En este punto se espera coherencia práctica.

Un cuarto que no es menor cuantía. La experiencia dice que cuando un empresa ha compatibilizado Madrid con otras plazas, entre ambas se establecen vasos comunicantes en materia de contrataciones cruzadas y, sobre todo, de conflictos. La experiencia casi nunca ha sido buena para el aficionado. Ni un torero levanta el mismo interés en todas las plazas, ni que, por ejemplo, en Valencia se haya producido un desacuerdo reviste importancia decisiva para quedar además fuera en Madrid. El independizar unas plazas de otras reviste más importancia de la que aparentemente se le supone.

Queda por conocer, en fin, el conjunto del equipo con el que va a contar la macroempresa que hoy lidera Casas. Dos ejemplos. Han fichado a José Ramón Lozano como Dircom, pero queda por hacerse público quiénes van a llevar el día a día de la comunicación, que si se quiere aportar creatividad  y transparencia una sola persona no puede. Tienen ya un modelo para la Escuela Taurina con Curro Vázquez al frente, habrá que esperar a conocer quienes se encargan de todo ese trabajo de ir organizando y coordinando novilladas con aspirantes.

Por supuesto se da que, de acuerdo con su trayectoria, Casas será colaborador y cuando se tercie promotor del plan social y cultural de Las Ventas. Es un terreno en el que se mueve a gusto, ofreciendo cosas diferentes. Otro tanto ocurre con la Fundación del Toro de Lidia, en la que la gente de Casas se ha venido sintiendo muy implicada.

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