FERNANDO FERNÁNDEZ
ROMÁN
@FFernandezRoman
En estos días invernizos, tan ayunos de noticias taurinas de
verdadero interés, de pronto cobra especial relevancia un comunicado que se
instala de inmediato en el campo de la incredulidad: Cáritas (de Salamanca) no
admite donativos que provengan del mundo del toro. Cáritas, sí, señor. Cáritas,
la benemérita institución a la que todos rendimos pleitesía y con la que
colaboramos periódica y constantemente (al menos, el que suscribe) para
sostener su misión social y, según propia identificación, los valores
fundamentales de la Iglesia Católica, y Salamanca, la maravillosa ciudad que
hizo célebre su lema Arte, Saber y… Toros, parece que se han puesto de acuerdo
para rechazar un donativo, modesto si se quiere, pero bienintencionado, de un
animoso grupo de jóvenes que se reúnen en el colectivo llamado Juventud
Taurina.
Realmente, me costaba creer que algún día, y en temas
relacionados con el toreo, podría llegar a pronunciar aquél dicho popular ¡con
la Iglesia hemos topado!, pero visto lo visto y oído lo oído, el algodón de la
evidencias no engaña: Cáritas de Salamanca, por boca de una joven que presta
sus servicios en tan respetable Organización religiosa y cuya imagen tienen
ustedes en la parte superior del comentario que pergeño a vuelateclado, les ha
dicho a los jóvenes taurinos salamantinos que se guarden su pequeño donativo
–¿hubiera hecho lo mismo si es de gran tamaño?– que no quiere nada con quienes
defienden la Tauromaquia. Y lo rechaza desde su condición de responsable del
Departamento de Sensibilidad, o algo por el estilo. No doy crédito.
De inmediato, las redes sociales han empezado a echar humo,
siendo los más activos –como siempre—los antituarinos, que se sienten amparados
por la que debe considerarse una modélica ONG.
La chica de la foto ha tenido que pedir árnica a sus
superiores y estos han respondido con un comunicado en el que se ratifican con
Cáritas Diocesana de Salamanca, desestimando la donación para que no se vincule
la imagen de Cáritas con temas que generan gran controversia en la sociedad
desde el respeto a diferentes posturas.
Y digo yo, ¿acaso no genera controversia –grande, no,
grandísima—el tema del aborto? ¿Rechazarán, también, donativos de los/as
pro-abortistas? ¿Preguntarán qué credo religioso practican los donantes?
¿Pedirán filiación y devociones lúdicas para acudir a la Santa Misa e ingresar
su óbolo en el cepillo correspondiente? ¿De verdad el mundo de los toros es tan
horripilante para la Conferencia Episcopal Española? ¿Prohibirán hablar de
toros en la COPE? ¿Será cesado Carlos Herrera por taurino y, por tanto,
controvertido?
Es tan vasta esta locura nacional contra un hecho cultural
incontrovertible y reconocido en nuestra Legislación, y tan bastas algunas
opiniones que se refocilan en su empecatado proceso de minado y destrucción
masiva del mundo de los toros, que, a la vista del petardo que ha pegado
Cáritas con esta estúpida resolución –y una más que estúpida justificación– no
puedo por menos de recluirme en el rincón de la tristeza. ¿Adónde vamos a
llegar?
La chica de la foto se llama Belén, que es nombre bien
cristiano. La chica de la foto –denlo por seguro—odia la fiesta de los toros.
Muy probablemente, porque desconoce su verdadero sentido, su historia, su
mérito, su belleza. Es un ejemplo de inutilidad para cualquier intento de
persuasión por vía pedagógica. Tiempo perdido. Ignora la proverbial solidaridad
de los toreros, de las gentes que conviven con el toro de lidia y de millones
de aficionados del mundo que llevan años –siglos—apoyando con sus aportaciones
desinteresadas a los más desfavorecidos. Que las plazas de toros se empezaron a
construir con fines altruistas, de protección social; y que la Beneficencia en
España siempre se vinculó a la Tauromaquia. Pero ya que la muchacha fue
nombrada por Cáritas responsable del susodicho Departamento de Sensibilidad
–¡caray, qué presumidos son en esta caritativa Institución!–, convendría que leyera
a Bergamín y su Arte de Birlibirloque, que es todo un tratado filosófico de
Tauromaquia para los renegados. Renegados sin culpa, como Belén, porque nunca
jamás nadie se preocupó de explicarle el por qué de las cosas, las cosas que en
este momento sería prolijo –y, repito, inútil—de explicar. Dice el ilustre
escritor español que el entendimiento del toreo es, naturalmente, consecuencia
de una limpia y fina sensibilidad: porque el toreo es lo que hay que ver….
Objeto de percepción sensible. Sin sensibilidad o percepción sensible no hay
entendimiento de ningún arte. A ver quien le cuenta esto a Belén, que muy
probable que ni siquiera sepa quien fue Bergamín.
El caso es que la chica de Cáritas se enfrentó al beso dulce
de la donación para su benéfica Entidad y como provenía de la cosa del toreo le
hizo la cobra. Y Cáritas Diocesana, también. Pena, penita pena. Que nadie lo
olvide.
No hay comentarios:
Publicar un comentario