Última de feria en la Sultana de
Mocotíes, gran ambiente en un Coliseo casi lleno y muy engalanado para una
tarde de expectativa que se trasformó en alegría y jolgorio, en una gran tarde
de toros, con unos toreros que mostraron oficio y ganas de agradar y triunfar. ¡Lástima los dos indultos!
Ya parece imposible en ferias venezolanas apreciar toros con
algo de recorrido que culminen su labor entregándose a una muerte digna en
manos de un “matador de toros” que para eso están: para matar toros en el
ruedo, exponiendo su vida entre los cuernos de la bestia que tienen por
enemigo. Los dos indultos de la feria no eran necesarios para redondear una
excelente tarde de toros. ¿Qué si eran buenos? Si, eran buenos toros, alegres,
con recorrido, nobleza y fijeza, pero muy escasos de fuerza, de poderío, no
recibieron más de media mala vara, apenas un par de banderillas y fueron
tratados con mucho mimo por parte de los toreros, en especial el que
correspondió en suerte a Esaú Fernández.
LOS TOREROS
La terna de matadores se comportó a la altura del
compromiso, llenando de sabor torero y alegría el coliseo tovareño, Rafa
Orellana estuvo muy bien con la capa en su primer toro, con tres verónicas de
gran factura, con la muleta empezó muy bien aunque descuidó el pitón izquierdo
por el que se le coló el burel y de ahí en adelante solo fue tirar “trapazos”
para retomar la música y alegrar al público, con una estocada muy caída y gran
derrame de sangre despachó al torito, el más terciado del encierro y del que se
le concedieron dos orejas muy benevolentes, con una era más que suficiente. En
su segundo estuvo bastante bien con la muleta al iniciar faena, con el pasar de
las tandas y la ilusión de evitar entrar a matar, perdió el arte y se dedicó a
la galería que siempre rinde sus frutos al escuchar el grito atronador de
indulto de un toro descaradamente afeitado.
Saldívar, vino con ganas, mostró oficio y una categoría para
entrar a matar pocas veces vista, lidió el lote menos potable y aun así salió
airoso del compromiso, sus quites por lopecinas al primero y por chicuelinas y
delantales al segundo fueron muy vistosos y aplaudidos, sus faenas fueron
laboriosas y ejecutó pases de gran factura, templados y con clase. De no haber
fallado con la espada al primero, habría acompañado a sus alternantes en la
Puerta Grande, aunque se reivindicó con la estocada de la feria al segundo, de
esas que dejan sin argumentos a los “antis”.
Lo de Esaú fue de otra galaxia, su calidad, temple, arrojo y
valentía quedaron plasmados en la arena tovareña, pocas veces se ha visto en la
feria de la Virgen de Regla una faena tan bien elaborada como la del español,
sus series hilvanadas una tras otra magistralmente, dos derechazos inmensos en
la primera y luego dos series de naturales de mano baja, templados y
acompasados al ritmo del toro, elevaron la corrida a un punto de clímax, que de
no ser por la insistencia en la indultitis, habría terminado con la concesión
de los máximos trofeos para el matador y la vuelta al ruedo al buen toro de
Campo Largo.
La excelente corrida que cerró la feria, terminó siendo un
homenaje para aquellos a los que le cercenaron su derecho al disfrute en un
espectáculo tan bello y enriquecedor como son los toros, para los niños y adolescentes
a quienes se prohibió su entrada, el capote de Orellana con su contundente
frase “Los niños tienen derecho a ir a los toros” y el brindis de Esaú
Fernández a todos los niños de la ciudad que se tuvieron que quedar en casa,
conmovieron a todos los asistentes que desbordaron las gradas de aplausos a la
fiesta y pitos a los privadores de libertades. Bien por Orellana, bien por
nuestra hermosa fiesta que se niega a desaparecer. Tovar cerró con broche de
oro su legendaria feria, hasta el próximo año, donde ojalá podamos compartir la
alegría de los toros con nuestros pequeños aficionados.
ACACIO SANDIA SCHEUREN
acaciosandia@gmail.com
@ajsandia
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