martes, 22 de septiembre de 2015

DESDE EL BARRIO: Un intenso sprint final

PACO AGUADO

La temporada española que termina, a menos de un mes vista ya del cierre zaragozano, ha acabado tomando la intensidad y la trascendencia que se había echado en falta desde su arranque. Por fin han llegado a las plazas las sorpresas y la incertidumbre. Y de una vez han aparecido nuevos nombres en los carteles y en los titulares de prensa para hacer perder el control a quienes ocupan la sala de mandos.

Después de la mediocre calma chicha que dominó las ferias hasta bien entrado el verano, generada y buscada por el dominio absoluto que ejercen las fuerzas más conservadoras del toreo, ha sido el toro, como siempre, quien ha acabado rompiendo todas las estrategias previstas de empresarios y figuras, sin que ya nadie haya sido capaz este septiembre de ponerle compuertas al aluvión de la lógica y de la justicia.

Desde mitad de verano en adelante, la multiplicación de festejos y el consiguiente aumento de probabilidades de percances han traído aparejada la apertura de los hasta entonces cerrados carteles de las ferias. Y por esos huecos ha ido poco a poco metiendo la cabeza ese grupo de toreros que, jóvenes o veteranos, hace tiempo que intentaban acceder con méritos pero sin éxito al cerrado banquete de los acomodados.

Las cornadas y las lesiones de muchos de los matadores que ocupan los lugares de privilegio han dado lugar a un sinfín de forzosas y provechosas sustituciones –que certero es, sobre todo a finales de verano, ese viejo dicho que asegura que unos las firman y otros las torean- que están haciendo resquebrajarse el monolítico estatus de las grandes ferias.

Es así como estas últimas semanas estamos viviendo un duro y apasionante sprint final de temporada en el que son los aspirantes los que están marcando un ritmo auténticamente endiablado a poco que, a base de codazos, han podido situarse junto a los que parecían perpetuos líderes de esta carrera de obstáculos.

La apertura de carteles, ya tan necesaria como urgente para bien del propio espectáculo, ha hecho que vuelva a aflorar en los ruedos el sagrado valor taurino de la competencia, forzando a las figuras consagradas y a las establecidas por el sistema a salirse de una vez de la aburrida comodidad en que estaban instalados.

Así que, a fuerza de tener que atarse de nuevo los machos en cada paseíllo, ya sin relajados besitos de coleguitas ni palmadas en el culo en los patios de cuadrillas, han salido a flote las virtudes y los defectos de cada uno de estos líderes. Y mientras que algunos han vuelto a confirmar su solidez, también los hay que, ya sea por la frescura y las ganas de comerse el mundo de los aspirantes más jóvenes o por la calidad y la maestría de los veteranos, van perdiendo notablemente en la comparación.

El caso es que ya era hora de se moviera el anquilosado escalafón, y no de una forma dirigida por intereses espurios, como estaba siendo tristemente habitual, sino por la aplicación inmisericorde de la ley natural de la selva del toreo: la del más fuerte, la del más valiente, la de los que mejor transmiten la grandeza y la intensidad de este arte de héroes locos.

Esa vieja ley del toreo suele ser cruel, y dura, pues exige de los consagrados un constante esfuerzo por hacer valer los privilegios adquiridos, y de los aspirantes al trono, de cada nueva generación de alternativa, una entrega desmedida cada tarde como si fuera la última. Y como consecuencia de ambas, se puede llegar a unos resultados de doble cara: la del triunfo o, en ocasiones, la de esas cornadas que, por todo ello, están salpicando cada día las reseñas de estas últimas corridas de la temporada.

Pero nadie dijo nunca que ser figura del toreo, o pretenderlo con fundamento, fuera fácil. Ni que las temporadas taurinas deban ser una decadente balsa de aceite en la que se ahoguen las pasiones. El toreo, la rivalidad y la lucha por la supervivencia de los toreros fue siempre como un mar embravecido. O si lo prefieren, una dura carrera que cada otoño vivía finales tan apasionantes y selectivos como este de 2015 que anuncia la llegada, por fin, de un sano cambio de ciclo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario