El veterano matador de Madrid
indulta a 'Cortesano' de Daniel Ruiz y se hace con las dos orejas y rabo
simbólicos, tras una extraordinaria faena, para salir a hombros con los jóvenes
y el mayoral en una tarde de las que hacen afición.
ZABALA DE LA SERNA
Albacete
Diario ELMUNDO de Madrid
Por increíble que parezca, hacía siete días exactos que
López Simón caía en Albacete con el muslo abierto. Una sutura de 40 grapas
atenazaba ayer su paseíllo de prematura reaparición. Perera en la memoria de
todos. Por su ausencia entraron Simón y López Garrido, la cantera de hierro, junto
a El Juli como máxima figura. López Simón demostró ser de otra galaxia. Muy
lejana. Donde habitan los héroes. La movilidad reducida en la pierna y la
palidez en el rostro. Una visita a la enfermería nada más deshacerse el
paseíllo. Y la ovación a la muerte del manso geniudo y agarrado al piso que
liquidó El Juli.
Saludó montera en mano con la verticalidad y la media sonrisa
de los hombres tristes. Paró López Simón a pies juntos al serio toro de Daniel
Ruiz con dificultades. Una revolera liberó el apuro entre lances. Prácticamente
entero se lo dejó en el caballo. Brindó al doctor Masegosa que conoce ya sus
venas. La apertura por alto y clavado como el mástil de una bandera provocó los
oles al unísono, vaciando gargantas en el pase de pecho. Cinco derechazos
ligados adquirieron tintes de conmoción. Ninguna tanda volvió a ser tan
frondosa en número, pero sí en calidad. El embroque de un carisma acongojante
antecedía a la curvatura. Un cambio de mano desprendió profundidad en la
izquierda. Por esa mano vendría la voltereta. Seca. Dura. Un terremoto para la
escalera de grapas que cosía el muslo derecho; el agujero iba en el izquierdo
ahora. No manaba sangre. La tez de Alberto cobró color de lápida. Las piernas
no sostenían el cuerpo que hace siete días pasaba por el quirófano. Agua por la
nuca. Y los redaños para apurar una tanda de redondos más porque el aliento no
se sentía. Atacó muy en largo la suerte suprema. La estocada quedó desprendida.
Los tendidos eran una manicomio y el presidente Coy, la imagen de la estulticia.
Ya no es cuestión de ser más o menos aficionado, autoridad o no; es cuestión de
ser persona. Negar la segunda oreja a un tipo que ha hecho un esfuerzo
sobrehumano descubre un alma negra. La bronca se oyó en Cádiz. La plaza llena
obligó a Simón a dar dos vueltas al ruedo. Y de ahí a la enfermería otra vez.
Un camino que se conoce de memoria Alberto ya.
La tarde se había desatado apasionada. La cumbre de Juli y
Cortesano, nombre de toro histórico, fue sensacional de principio a fin. Las
hechuras lo cantaban ante la fealdad agresiva de algunos toros anteriores. Juli
lo cuajó de pitón al rabo simbólico que cortó. Las verónicas hasta los medios y
las dos medias con las que abrochó. El quite por lopecinas o zaponinas tras el
puyazo cumplidor. Y El Juli que se propuso defender su cetro ante los gallos
del corral. Un ataque en tromba pero el temple como nexo. Los pases cambiados
no habituales en la tauromaquia de Julián. Una triada. Un lío. Y desde ahí todo
el toreo por abajo, desencuadernado Juli, encajado, roto. La zurda echada al
hocico, dormida la muleta y la profundidad en la que desembocaban inmensos
naturales con un cuarto de tela a rastras; la hondura en sacrificio de la
estética de Juli en estado puro. Trincherillas, pases del desprecio, molinetes
zurdos enroscados, circulares invertidos... Y el toro que no paraba de embestir
con un tranco descomunal cuando el torero le volvió a conceder distancia. Coy,
el inmutable usía, no se pensó tanto asomar el pañuelo naranja como racanear la
heroicidad de Simón.
Si le vale para mejorar a Daniel Ruiz el fondo y la belleza
escasa de su ganadería bienvenido sea el indulto en tiempos de carestía. Juli
se metió con Cortesano por el túnel de la vida. Y agarró los máximos trofeos
con la fuerza de los grandes.
Simón regresó de la enfermería maltrecho. Podía
perfectamente no haber vuelto. Hay que destocarse ante su hombría temeraria.
Para colmo un pitonazo en mitad de la faena le dobló el semblante. No podía con
su espíritu aun con la noble condición del quinto de cara exageradamente
abierta. Aguantó hasta el final, cerró por manoletinas y se cobró una estocada
y el premio adeudado. Que no borra la injusticia.
Garrido no se quedó atrás y arreó como un jabato con un toro
lavado y de agresivas puntas por delante. Y una movilidad nervuda y
descompuesta. Toreó de nuevo extraordinariamente a la verónica y tiró esta vez
de su contrastada capacidad y sólido valor para pelear con aquellas arrancadas
de cara suelta y los pitonazos por doquier. Versión guerrillera del extremeño que
el otro día demostró que sabe torear muy bien. Pero tocaba la guerra. El trofeo
traía distintivo amarillo. El himno de la Legión le tenían que haber tocado a
José Garrido con el hondo sexto en lugar del pasodoble. Cuando se paró el toro
que había apuntado cosas buenas, hasta que dejó de tenerlas, se montó
literalmente encima. Y de un espadazo finalmente lo mondó.
Otra puerta grande que se sumaba a las de Juli y Simón
-sostenido entre dos costaleros- en una tarde de las que hacen afición. El
mayoral de Daniel Ruiz se apuntó a la fiesta y completó el póquer. La pasión
incendiada y desbocada del toreo. La apoteosis final que necesitaba Albacete.
Que vuelvan.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Albacete. Jueves, 17 de septiembre de 2015. Última de
feria. Lleno.
Toros de Daniel Ruiz,
desiguales pero muy armados; de extraordinarias hechuras y soberbio juego el
indultado 4º; de buen pitón derecho el serio 2º; nervudo y descompuesto el
lavado 3º; agarrado al piso el geniudo, anovillado y feo 1º; el hondo y buen 6º
se paró; manejable un 5º de amplia cuna.
El Juli, de rioja y oro. Media estocada pasada y
tendida y dos descabellos (silencio). En el cuarto, dos orejas y rabo
simbólicos.
López Simón, de azul marino y oro. Estocada desprendida
(oreja, fuerte petición y dos vueltas al ruedo). En el quinto, estocada
atravesada (oreja).
José Garrido, de frambuesa y oro. Estocada delantera
(oreja). En el sexto, espadazo (oreja). Salió a hombros con El Juli, Simón y el
mayoral.
José Garrido |
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