Triunfo y cornada del
torero de Barajas: corta una oreja con petición y resulta herido por el sexto
en la parte posterior del muslo derecho al abrir faena en los medios; abundante hemorragia cuando lo
trasladaban de la enfermería.
ZABALA DE
LA SERNA
Albacete
Diario ELMUNDO
DE Madrid
Simón despertó a la plaza con un puñetazo contra la puerta. Un ruido de
estampida que nace en su quietud, en las plantas que atalona, en las zapatillas que hunde, en el sitio que pisa y
defiende con quietud de columna. La conexión con los tendidos es bárbara. El
boca a boca que funciona y la novedad
del valor. Ya ves. Que se los pasa muy cerca es el truco de su verdad. Y, desde
ahí, la gente ávida de carne fresca en un escalafón revenido se entrega. Entrega por entrega. La
emoción que de la sincera emoción brota. Y los análisis técnicos para los reyes
del mambo.
Corría la tarde por su ecuador con un calor sofocante y el sofoco de un
toro anovillado que se dejaba los cuartos traseros y el genio frenado en
la muleta de Miguel Ángel Perera. Cabreo
general no aliviado con el celo profesional de MAP por desenladrillar el cielo.
Apareció el tercero de Alcurrucén con
más porte de toro, nada difícil por otra parte. López Simón anda todavía
coordinando su verónica; la media resolvió desmayada el saludo. Derribó el núñez de los Lozano por
los pechos. Momentos de apuro que Castella evitó a punta de capote como
director de lidia. Cambió el tercio LS
como apuesta. Vicente Osuna se asomó a la balconada en los dos pares.
El paso de Simón hacia los medios recordaba al primegenio Talavante que
a su vez por entonces trataba de ser una réplica del tardío José Tomás. Sobre la boca de riego brindó al público. En
las rayas la apertura por alto clavado como un palo. Un cambio de mano, el pase
de pecho y el gentío en el bolsillo. El
mérito del torero de Barajas residió en poner la plaza bocabajo con un toro que
ni terminaba de humillar ni acababa de romper. No importó para que la faena creciese sobre la
ligazón. Simón se afianzó, se la dejaba puesta, lo esperaba incluso prolongaba
la embestida sin empuje pero noble. La
misma falta de celo al natural se suplió desde la colocación cabal. Un parón
midió el depósito de valor, y el deseo del circular invertido se convirtió en barullete de valentía
resuelto con un molinete robado a la improvisación. Las manoletinas de
cercanías continuaron con la emotividad,
el personal loco. Se perfiló demasiado en largo para el volapié -pierde
un tiempo- pero cazó la estocada (en los blandos). Cayó la oreja y se pidió
la otra que, mayormente por contraste
con la concedida a Castella, hubiera marcado la diferencia.
La faena de Le Coq había sido con un toro fino que embestía noble con el
matiz del puntear a final de viaje. Una faena fácil que tuvo en la tercera serie de redondos su cénit por expresión y
curvatura. Entonces ese último tramo de carita alta se convirtió en
desentendimiento. La izquierda que tan
felizmente ha potenciado Sebastián Castella no caligrafió ese sentir
general en 2015. Al cabo de unas manoletinas el buen mansito le tiró dos
coces como despedida. La espada lo
fulminó por el rincón de Ronda. Luego ya no hubo caso ni causa con el buey Apis
que hacía cuarto.
Perera se apretó los machos con un par para darle la vuelta a la
tortilla de las protestas, otra vez, por la presencia lavada del quinto.
Abrumador el ataque en tromba desde el
prólogo de rodillas, y el sitio, ya que hablábamos de sitio, en el que prendió
fuego con la dócil mansurronería del pupilo de
Alcurrucén. Malabarismos de domador en la boca del león y un desplante a
cuerpo limpio que un metisaca privó de su cantada recompensa.
Para cerrar la corrida salió otro manso de Alcurrucén que López Simón se
dejó entero y sin picar cuando se escupió del caballo. Suelto y corretón, Simón planteó un inicio de faena con las
rodillas por el tierra, una locura de quien va a por todas. Se libró de
milagro. Un derrote, un desarme.
Incorporado quiso hacer otro prólogo, como si empezase faena de nuevo,
con un cambio por la espalda. El toro sin fijeza y deslumbrado le midió.
Se paró. Optó por sacarle un circular
invertido en su corta distancia. Otra moneda al aire sin sentido. Se arrancó el
toro y se lo volteó con violencia
atrapándolo de espaldas. Horrible la caída, fea, sobre el cuello. Pero
lo peor es que Simón llevaba un cornada en la parte posterior del muslo derecho. Grande la hemorragia. Así lo
condujeron en volandas a la enfermería.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Alcurrucén, cinqueño
el manso 4º, muy desigual de
presentación, mansos en su conjunto.
Sebastián Castella, de tabaco y oro.
Pinchazo y estocada pasada y rinconera (oreja). En el cuarto, dos pinchazos y
estocada caída (silencio). En el que mató
por Simón, estocada y varios descabellos (silencio).
Miguel Ángel Perera, de malva y oro.
Estocada baja, pasada y atravesada y tres descabellos (silencio). En el quinto,
metisaca y media baja
López Simón, de azul marino y
oro. Estocada caída (oreja y petición). Pasa a la enfermería.
Plaza de toros de Albacete. Jueves, 10 de septiembre de 2015. Tercera de
feria. Casi lleno.
PARTE MÉDICO
López Simón fue operado por el doctor González Masegosa de una cornada "con
orificio de entrada de 4 centímetros en la cara interna de muslo derecho con
trayectoria descendente con hemorragia por arteria colateral a la arteria
femoral.Desgarro muscular de musculos semitendinosos y recto interno. Contusión y disección de la
arteria femoral en un trayecto de 10 centímetros. Una segunda trayectoria de 15
cms. Pronóstico grave".
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