La fiesta brava en Venezuela vive su momento más delicado
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: José León - Anibal García Soteldo - RDV
Lo venimos diciendo desde hace un largo tiempo. La fiesta brava
en Venezuela vive uno de sus momentos más delicados paulatinamente. Si vivimos
una época de esplendor en la década de los ’70 y ’80, paulatinamente desde el
cierre del Nuevo Circo de Caracas, el espectáculo taurino ha venido en franco
declive, en cuanto a cantidad y calidad se refiere.
La situación en estos momentos no es nada halagüeña. Lo estamos
palpando en el curso del presente año, y lo venimos arrastrando desde el año
2010, donde cada vez son menos las plazas que albergan espectáculos, y las pocas
que hay están supeditados, tanto por las condiciones de toreros como de ganaderías,
estas últimas a nivel nacional con menor número de reses aptas –en cuanto a trapío
y edad- para su lidia.
Varios factores hay para ello. Indudablemente el económico
ha afectado duramente la economía del lio del toro, haciendo de por sí más
costoso un espectáculo más selecto, no acorde a la calidad que se debe de
esperar. Cuantas han sido las tardes donde hemos señalado el escaso trapío de
las reses ante las llamadas figuras del toreo, quienes deberían vérselas con el
verdadero y autentico toro, o por lo menos, un símil a este, con el peso
reglamentario y astas intocables. No ha sido esto la regla, por lo que muchos taurinos
y aficionados –que no publico ocasional o eventual- han optado por quitarse de estar
presente –y gastarse una “pasta”-de lo que es considerada una parodia de toreo,
ante el consentimiento de autoridades y prensa en general.
Lo de ahorita es grave. No hay toros en el campo bravo
nacional. Así como lo lee estimado amigo, y esto lo está padeciendo plazas como
Valencia, donde por antonomasia se exige un toro con toda “la barba” que en
estos instantes no lo hay en la cabaña de bravo venezolano. Lo de San Cristóbal
con la importación de reses españolas, y los indultos que de esto hubo, fue y
ha sido un oasis el cual ha derivado y dejo un negocio rentabilísimo para
quienes están detrás de su traída. Los torrestrellas indultados el año pasado
supuestamente “fusilados” en el campo por orden del INSAI, y el indulto y
sobrero de Juan Pedro Domecq de este este 2015 albergados en los corrales de la
Plaza de Toros de San Cristóbal, con visos de haber sido “capados” mucho antes
de su traída al país por los ganaderos españoles por aquello de preservar la
exclusividad de la sangre, no dejan más que la impronta de haberse arado en tierra
árida su traída y enorme expectación de cara a un rescate difícil para la
exigua cabaña brava, pues las condiciones agropecuariamente no están dadas para
un mercado tan limitado como es la cría de este bello animal en nuestros potreros,
para nuestros actuales ganaderos.
El balance del año es desolador. La Feria del Sol fue un muestrario
de lo terciado y faltos de remate de la mayoría de los toros lidiados, no se
diga Maracay, y últimamente como feria de renombre, Tovar, donde así mismo la mayoría
de astados se encontraron en el borde de lo que debe de ser quien impone
respeto y seriedad en esta fiesta. Se salva el encierro de Los Aranguez, pero
entonces viene el condicionante de su escaso juego. En pocas palabras, si no
tenemos uno, nos falta lo otro.
Para Valencia, a falta de anunciar carteles –Fandi,
Escribano, Adame, Roca Rey-, no se tiene toros. Paradojas. No hay toros aptos
para Valencia. Dos corridas de toros del abono de la monumental cabrialense, donde
su empresario el matador Erick Cortés está de manos atadas. Según señala, ha
recorrido todo el campo bravo, y para la fecha, ningún ganadero no ha podido
conjuntar un lote de siete toros con el trapío para una plaza que se ha
caracterizado por tratar de mostrar lo más idóneo para el taurino y aficionado
que gusta del rey de la fiesta en su plenitud. A pesar de gazapos en ediciones
anteriores, se trata de cuidar este aspecto.
Recientemente se dejaba colar la información que un conocido
ganadero tachirense ahora con lo difícil que esta lo de nuestra moneda, exigía
el pago de sus toros en dólares. Vaya ayuda para nuestras empresas que bien difícil
lo tienen con lo de los toreros extranjeros. Con incentivos así, quien se
atreve a meterse a organizar en este marasmo de dificultades que es dar toros
en el país en estos instantes. No sabemos de Maracaibo como es la cosa o como
la estarían solventando, aun cuando no dudamos que la situación ronde como lo fue
la pasada Feria del Sol, y más allá, donde los niveles de exigencia son mínimos.
Se tenía la opción de la importación de toros desde Colombia
desde hacía mucho tiempo, con los costos que implicaba el cambio de nuestra
moneda. Pero esa opción con lo del tema fronterizo es dudoso que tenga
fundamento para nuestras más cercanas fechas de trascendencia. Queda ahí la incógnita,
¿dónde están los toros venezolanos para las principales ferias del país?.
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