JAVIER LÓPEZ
EFE
Una tarde de lo más engañosa. En el resultado final, dos
vueltas al ruedo y una oreja, balance demasiado generoso para lo que solía
significar Madrid. Y digo solía porque, a tenor de lo que se vio hoy en el
ruedo y después de muchos casos similares esta temporada, el triunfo en la
plaza más importante del mundo, está más fácil que nunca.
Miguel Ángel León se fue a la puerta de chiqueros a saludar
al novillo que abrió plaza, un animal que, pese a moverse con brusquedad y con
mucha informalidad en los capotes, respondió con buen son en la muleta,
embistiendo con temple y extraordinaria nobleza.
León llevó a cabo una faena basada en la pinturería, sobre
todo en la manera de interpretar los de pecho. Cumbres. También algunos
naturales sueltos tuvieron el sello del buen gusto, amén de a las
"luquecinas" finales, desplante incluido, como fin de una obra, que,
sin embargo, no acabó de calentar lo suficiente, de ahí que tuviera que
conformarse una vuelta al ruedo.
Con dos largas en el tercio recibió León al astifino cuarto,
novillo que se movió pero soltando mucho la cara, con el que estuvo más
enrazado el de Gerena, que extrajo pasajes meritorios sobre la mano derecha en
los primeros compases de faena hasta que, en un parón, el novillo lo lanzó por los
aires, sin llegar a calarle. A partir de ahí el utrero se apagó, y la faena
también se vino abajo.
El primero de David Fernández fue de lo más incómodo. Un
novillo de descompuestas y rebrincadas embestidas, con el que el debutante, aún
sin alcanzar demasiadas cotas de lucimiento, estuvo muy digno con él.
Quiso mucho en todo momento Fernández, y se quedó muy quieto
toreando sobre todo al natural, por donde el animal se venía
"acostado", rozándole el pitón la taleguilla en varias ocasiones, sin
que el hombre corrigiera la posición. Meritoria actuación, por tanto, del
murciano, que se acabó pegando la vuelta al ruedo.
El quinto, muy abierto de cara, no podía ni con el rabo. Un
animal muy renqueante, que el presidente decidió aguantar en el ruedo,
provocando las protestas de los tendidos. Y con razón. Fernández, que desplegó
todo tipo de alardes de rodillas tanto con el capote como con la muleta, no
pudo pasar de voluntarioso ante tan deslucido antagonista, con el que se metió
entre los pitones, llegando a ser hasta prendido.
Juan de Castilla cayó de pie en su debut en Madrid, sobre
todo por la actitud mostrada y el valor de demostró en su primero, novillo que
se quedaba corto y echaba la cara arriba, con el que no se arrugó nunca el
colombiano, que llegó a ser volteado, por fortuna sin consecuencias, y en el
que dejó muestras de lo puesto que anda para resolver la situación.
Volvió a jugarse el tipo De Castilla en las bernardinas
finales, con el novillo quedándosele prácticamente debajo. La estocada cayó
caída y brotaron los pañuelos desde los tendidos, lo que obligó al presidente a
concederle una oreja de lo más amable. Una cosa es salvar los muebles y otra es
un triunfo en Madrid, ya está dicho que, actualmente, está más fácil que nunca.
El sexto fue otro novillo deslucido por falto de clase, y
nuevamente se vio a un Juan de Castilla muy firme y capaz para solventar la
papeleta, aunque, en ocasiones, se atropellase también. A punto estuvo de abrir
la Puerta Grande, aunque el presidente aquí se mantuvo en su sitio y dignificó
algo la categoría de Madrid.
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