31 tardes han dado para mucho
Se acabó la feria más larga e importante del
mundo. Ha llegado a su fin con un balance más positivo que en anteriores
ediciones. 195 reses bravas, entre toros
y novillos, y tan sólo 9 como sobreros. Todo un récord. Salvo en las corridas
toristas, en casi todas las demás hubo al
menos un toro que facilitaba el triunfo. Se ha elevado, por otro lado,
el número de los trofeos concedidos, que en este 2015 han sido 29, con Sebastián Castella como el más premiado. Y
pudieron ser más, si las espadas funcionan. Y el récord socialmente más
relevante: el número de espectadores se
situó por encima de los 650.000 en las 31 tardes, pese a que el abono se
encuentra en el mínimo de los últimos 5 años.
Redacción TAUROLOGIA.COM
Servicio de
Documentación
Fotos: EFE
Hasta el Santo Patrón se habría asombrado quizás del
resultado final del largo ciclo ferial que Madrid organiza en su recuerdo.
Salvo contadas excepciones
--curiosamente casi todas con las ganaderías duras--, la feria que acabó el
domingo 7 de junio ha rayado a un nivel
mucho mejor que las inmediatamente anteriores. De las 31 tardes que Las
Ventas abrió sus puertas --29 dentro del abono, dos extraordinarias--, raro fue el día en el que
el aficionado no se llevó a casa un recuerdo para comentar hasta que llegue
otoño. Y eso a pesar de los vendavales
que mortificaron al respetable y que añadieron nuevos riesgos para los espadas en muy numerosas tardes.
Con crisis y sin crisis, que de 31 espectáculos en 8
se colgara el “No hay billetes” y en otros 5 el bendito cartel se quedara a un
par de cientos de entradas, hoy en día
constituye todo un record. Contando, además, que tan sólo en 5 ocasiones bajó
algo el boletaje vendido, de ellas dos
de las de rejones.
La empresa informó al inicio de la feria que el número
de abonados con respecto al pasado abono
de Otoño había descendido ahora en 715.
Quiere ello decir que si en otoño los abonados eran 14.515, en este San Isidro
hubo un total de 13.800. Sin embargo,
pese a que ahora en el camino han
quedado esos 715 y que se registra la cifra más baja de los últimos cinco años,
a vista de tendido podría decirse que en
la venta de entradas sueltas se ha ido recuperando sobradamente esa cifra. ¿Un
inicio de cambio de hábitos en los aficionados?
Pues a lo mejor.
Si se realiza una estimación operando sobre datos
reales estimados, un cálculo del número
total deespectadores nos situaría en el entorno
de un total mínimo de 640.000 asistentes de pago, cifra que en cualquier
caso ningún otro espectáculo, salvo el futbol, consigue concentrar. Si a esa cifra se unen las localidades que
por diversas causas --pases de prensa, compromisos sociales de la propiedad,
etc.-- se distribuyen, nos situariamos ya en una
estimación muy próxima a los 660.00 asistentes a la feria. Resulta indiferente
en cuál de los límites de esa banda nos
quedemos, en ambos casos constituye todo un record.
Un record muy cualificado por un hecho singular y
único: se trata de un serial que se desarrolla --con resultado impredecible,
además-- durante 31 días consecutivos,
un factor que en el resto de espectáculos públicos no ocurre. Y todo ello
tratándose de un espectáculo que se
retransmite diariamente y en directo a través de un canal de pago, cuyo
coste total para un espectador es inferior a lo supone el coste de una entrada de tipo medio y para un sólo día.
Saul Jimenez Fortes |
Se trata de una estadística a nuestro entender muy
relevante. Y no ya para valorar el acierto o desacierto de la Empresa
organizadora, sino especialmente para
comprobar, frente a otras voces, cuál es el grado de arraigo social del que la
Tauromaquia goza hoy. Bajo este punto de
vista, el dato resulta incontestable.
Por lo demás, romper lo que se dice romper, no se ha
roto ningún escalafón torero, que casi todos se quedan en el lugar que ya
estaban, con las salvedades de López
Simón y Morenito de Aranda, que confirmaron triunfos anteriores y se pueden ir
abriendo un sitio en los carteles;
mientras que entre la novillería, Gonzalo Caballero --que como no
espabile “se le pasa el arroz”--, Francisco J. Espada y, sobre todo, Roca Rey confirmaron que están en el camino
adecuado.
Pero en una ciclo isidril de los años modernos que los toreros de a pie hayan cortado nada
menos que 18 orejas --además de las 11 que se
repartieron los rejoneadores, a los que se mide por distinto rasero--
nos está indicando que el nivel medio ha mejorado con respeto a los años anteriores.
Triunfo de
Sebastián Castella; originalidad de Talavante
De las figuras, dentro y fuera del coto cerrado del
G-4, quien se llevó la palma resultó ser Sebastián Castella. Si ya en Sevilla
apuntó que había retomado su camino,
después de un par de temporadas en la duda, en Madrid lo confirmó. Es cierto
que tuvo una auténtica hada madrina en
los sorteos: suyos fueron dos de los cuatro o cinco toros destacados de la
feria. Su mérito radica en algo bastante simple, pero que no siempre se da: se hablado de él, y
además muy bien, tanto o más que se han cantado las bondades de sus oponentes.
Agradó en la misma medida que sorprendió el nuevo
Alejandro Talavante. No estuvo arrollador, desde luego; pero su apuesta por
la innovación y la improvisación calaron
en el aficionado. Ha venido a ser como un modelo posible de lo que bien
podríamos denominar “la faena
imprevisible”.
Ausente voluntario Enrique Ponce, sin brillos añadidos
pasaron El Juli y Miguel A. Perera, muy lejos el extremeño de la fulgurante
temporada de 2014. Cumplió holgadamente
José Mª Manzanares, que ya sufre en sus carnes la incomprensión del mismo
sector que discutió a su padre. De
Morante queda el recuerdo de que una tarde hizo el paseíllo, pero muy poco más.
Alejandro Talavante |
Aunque en ninguna de sus tres tardes la cosa les
funcionó de cara a los dichosos marcadores, han mantenido su cartel en Madrid
Antonio Ferrera, como ejemplo de
lidiador, y Diego Urdiales, como exponente de la torería más añeja. Por su
parte, Miguel Abellán, colocado como
nunca en esta feria, no acabó de dar la medida, eso sí: con unos
tendidos muy exigentes con él.
Y entre los jóvenes emergentes, mucho más que
justificó, aunque pagándolo con sangre, su buen momento Jiménez Fortes; consiguió que al fin Madrid viera su buena condición Manuel
Escribano, mientras que Juan del Álamo alcanzó a mantener sus expectativas de
futuro. El resto pasó sencillamente por
Madrid, sin subir ni bajar, aunque
alguno, como Paco Ureña, con el
agravante de haberse dejado ir uno de los
toros de la feria.
De los “hombres esforzados”, que diría Sánchez de
Neyra, el mejor librado ha sido “Rafaelillo” que cuajó una gran faena a un toro
de Miura, por más que luego perdiera el
triunfo con la espada. También a Fernando Robleño, sin alcanzar el éxito, se le
pudo ver como un torero muy sólido, muy
hecho para estos compromisos duros. Del grupo mexicano tan sólo Joselito Adame
dejó recuerdo.
Y entre los novilleros, Roca Rey confirmó que su
anterior salida por la Puerta Grande no fue por casualidad: es un sólido
aspirante a consolidarse en la
profesión. Dieron una buena dimensión Francisco José Espada, que se quedó solo
con los seis novillos del Conde de
Mayalde, y el siempre tenaz Gonzalo Caballero.
Los
damnificados, papeleta sin resolver
Punto y aparte para dos damnificados pendientes de
recuperación. Por un lado, Iván Fandiño, que como ya se vio en Sevilla, no
termina de asimilar el vacío que se le
abrió bajo los pies con la apuesta tan arriesgada del Domingo de Ramos en
Madrid. Por otro, El Cid. En el
caso del torero de Saltera, la tarde que para su futuro era crucial, los
seis toros de Victorino, todo salió al revés, rematadamente al revés; Un grave tropiezo, de los que los toreros
purgan. Para el vizcaino-manchego, su paso por Madrid no le ha sacado del hoyo.
Para ambos se podría aducir para su consuelo que un
trastazo similar se dio años atrás Talavante en idéntica o parecidas
circunstancias: también a él le pudo
hasta desbordarle la corrida de Victorino. Si, pero no es lo mismo. Talavante
no venía de un bache profundo y, pasara lo
que pasara, tenía ya hecha la temporada. Y para colmo, a los pocos días
del fracaso, formó un verdadero lío en Las Ventas, del que se estuvo hablando el resto de la temporada.
El Cid, en cambio, necesitaba de un golpe de mano para
enderezar su carrera, bamboleante en los últimos años, y con la agenda casi
vacía: no figura incluido en ninguna de
las ferias de junio, ni en los sanfermines. Y Fandiño precisaba de zurcir el gran roto de su anterior apuesta, siendo como es un torero que no goza, al
menos por ahora, de codearse en el grupo de los que los taurinos han declarado
por su cuenta como “indispensables”, a
los que se anuncia con independencia de que triunfen o fracasen.
A El Cid la feria madrileña le resta, a Fandiño no le
aporta nada. Ahí radica la diferencia. Por eso, de los dos, Fandiño tiene más
fácil cambiar la moneda, porque
oportunidades ya comprometidas no le van a faltar; lo que necesita es que las
aproveche, que le salga ese toro que le
devuelva el sitio perdido.
Y a caballo,
Diego Ventura
Un año más se comprueba que Madrid acepta bien los
festejos de rejones. Eso sí, cada vez de forma más selectiva: nada que ver las
dos tardes en la que estaban las figuras
con las otras dos. De cara al aficionado, a
lo mejor es cosa de pensar en dar tres más rematadas queese actual 2+2; para la empresa, de seguro
que habrá hecho sus número y conocerá sus conveniencias.
Diego Ventura |
Disquisición al margen, lo que quedó claro es que en
2015 quien ha mandado en el ruedo ha sido Diego Ventura, que rayó a un
nivel espléndido en su única
comparecencia. Aquella fue como esa tarde tantas veces soñada por un torero,
pero que nunca llega; su actuación ante
el 5º --con el hierro de Capea-- marcó un nivel increíble. Pena que no
repitiera en los carteles.
Sigue estando arriba, pero los años inexorablemente
pasan. Será porque vino demasiado acostumbrado a la escasa exigencia mexicana,
o por otra causa, pero aún descontando
que no tuviera suerte con los hierros de muertes, Hermoso de Mendoza ya no
reina en solitario.
Con el siempre muy estabilizado Sergio Galán, de los
demás actuantes destacaron los más jóvenes: arrollador Leonardo Hernández,
con dos puertas grandes en su haber, y
progresando muy adecuadamente los dos más nuevos: Luis Valdenebro y Manuel
Manzanares.
Mucho
“domecq”, pero sólo uno verdadero
De la numerosísima presencia en los carteles del
monoencaste domceq, la realidad luego dejó claro que sólo uno hizo gala de sus
orígenes: justamente el de Juan Pedro Domecq, que lidió con diferencia la
corrida más completa de cuantas hemos visto.
Trajo a Madrid una gran corrida de toros. Con
presencia y, sobre todo, particularmente brava y encastada, como se comprobó
ante los caballos. Pero además fueron
prontos y fijos ante los engaños, para luego dejar constancia una dosis muy
adecuada de nobleza, sin que nada de
ello bajara su nivel de exigencia. Y entre ellos, resultaron particularmente
buenos "Embestido" (2º). "Destajoso" (3º), y "Ballenito" (5º), además de "Mensajero" (6º
bis), de Parladé, lidiado como sobrero.
Pero sin ser corridas completas, destacaron de forma
muy especial otros tres toros: “Jabatillo”, con el hierro de Alcurrucen, un
colorado muy en “nuñez”, con el que
triunfó Castella; “Lenguadito”, un sobrero que ya lo había sido en 2014, con la
divisa de El Torero, que proporcionó otro
éxito al torero francés; y “Agitador”, un ensabanado de Fuente Ymbro,
espectacular ante el caballo y con casta y nobleza siempre.
“Jabatillo” y Castella |
Fuera de este nivel de máximos, si algo ha marcado el
San Isidro 2015 es que prácticamente todas las tardes ha salido por chiqueros
al menos uno que le ofrecía el triunfo a
su torero. Luego se aprovecharía o no, pero por el animal que no fuera.
Curiosamente a esta regla general fueron excepción las
corridas consideradas como más duras. Se salvó algo, no mucho, la de Baltasar Ibán, pero ni lo de Pedraza de Yeltes, ni las
posteriores de Cuadri, Partido de Resina, Adolfo Martin o el propio Victorino
dieron juego y repartieron emociones. Y
al cierre de la feria, un toro --el 4º-- salvó a Miura de unirse al grupo de
los imposibles.
Decepción absoluta, rayando en el despropósito, la
doble comparecencia de Victoriano del Rio, cuyo fracaso no tiene paliativo
alguno. Sin llegar a ese rasero tan
bajo, tampoco respondieron los de Jandilla,
El Pilar, Núñez del Cuvillo, El
Montecillo, El Ventorrillo y Salvador
Domecq, entre otras. Con mayor o menor fortuna, salvaron los muebles las
de Puerto de San Lorenzo, Las Ramblas, Alcurrucen y Parladé.
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