El diestro Rafael Rubio “Rafaelillo”, que hoy
cuajó de manera inmensa a un toro de Miura en Las Ventas, manifestó a Efe que,
pese a perder las orejas con la espada, espera que esta tarde le sirva “para
callar muchas bocas”.
“Tengo mucha rabia contenida por el maltrato que
estoy sufriendo por las empresas de muchas plazas que han optado por apartarme
cruelmente de sus ferias a pesar de haber salido muchas veces triunfador de
ellas. Por eso necesitaba hoy un triunfo grande o un toque de atención para que
vieran que sigo muy vivo pese a su ninguneo, de ahí mis lágrimas en la vuelta
al ruedo”, confesó.
“Yo no pido limosna a nadie. Jamás lo he hecho.
Sólo pido que me respeten y me den el sitio que me merezco y que tanto me ha
costado labrar. Hoy en Madrid creo que se ha visto una dimensión muy importante
de mi toreo con los ‘miuras’, que no es nada fácil, y, aunque no he podido
cortar las orejas, al menos me llevo un reconocimiento que espero que me sirva
para el futuro”, añadió.
Sobre la faena protagonizada a ese cuarto toro del
festejo, el torero murciano señaló: “Ha sido muy importante. Ha habido momentos
muy rotos por abajo, de mucha entrega, con los que he vuelto a sentir los olés
de Madrid con una rotundidad increíble. El toro no era fácil, tenía sus
registros, y creo que he logrado una obra muy bonita”.
“La pena ha sido la espada, pues he tenido ahí la
gloria si no llego a fallar como lo he hecho. No se si hubiera cortado las dos,
pero una con mucha fuerza iba a caer seguro. Al final me llevo la vuelta al
ruedo que, pese a las lágrimas, ha sido de las más bonitas y sentidas que he
dado en mi vida”, concluyó.
El salmantino Javier Castaño reconoció haberse
encontrado “bien” con dos toros “nada fáciles”. “Mi primero pedía estar siempre
muy bien colocado para tratar de sacarle los pases, pero sólo por el izquierdo,
pues por el otro se metía mucho por dentro; y el quinto ha sido otro toro de
apostar, ponerle la muleta y que fuera lo que Dios quisiera. He hecho un
esfuerzo tremendo toda la tarde”, confesó Castaño.
El rostro de Serafín Marín al finalizar la tarde
era todo un poema, y no por haber desaprovechado alguna ocasión clara de
triunfo, sino por “la cantidad de reproches” que se llevó de la gente tras la
faena al sexto.
“Es verdad que este toro se venía de largo, pero
era muy mentiroso y al final del embroque me quedaba vendido y, evidentemente,
descolocado. He hecho todo a favor de obra, a pesar de que no han querido
verlo, al igual que con el tercero, tan noble como insulso, imposible para
Madrid”, dijo el torero catalán. / EFE
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