Roca Rey, la
sensación peruana, que se presentaba,
cortó dos orejas y recibió un pitonazo
al entrar a matar. Buen nivel de Filiberto
y Aguado, que recibió varias volteretas sin consecuencias en el sexto.
CARLOS CRIVELL
Foto: EFE
La novillada era
prometedora y se cumplieron las
expectativas. Solo falló el juego de los novillos de Villamarta, una escalera y de mal juego
en general. Si la novillada hubiera
tenido algo de calidad la tarde podía
haber sido sonada. Los tres novilleros
salieron a por todas conscientes de que
estaban en Sevilla. Y se justificaron de
sobras. Se encontraron un público generoso, a una música desconocida por su extrema facilidad para animar la tarde y un
palco benevolente, pero estos detalles
no deben quitarles méritos a tres
jóvenes que se entregaron en busca del
triunfo.
Filiberto, novillero
murciano, sabe torear, realiza un toreo
clásico con los añadidos del toreo de
nuestros días y dejó una grata impresión en su debut sevillano. El que abrió plaza sufrió un
duro castigo en un mal puyazo y llegó sin
vida al final. El de Calasparra intentó
templar la embestida en una labor que no
remontó. Lo mejor, la estocada.
El cuarto fue tan chico
como noble. Ahora demostró que su estilo
es el de un torero clásico, ya en las
tandas de la derecha del comienzo, como
en algunos naturales de muy buen corte ya
al final del su faena. Remató con los consabidos circulares y el toreo de cercanías tan
frecuente en la tauromaquia moderna.
Cortó una oreja muy generosa.
La presentación del peruano
Roca Rey en Sevilla fue triunfal. Desde
que se abrió de capa en el quite al
primero de la tarde dejó su impronta de
torero templado y valiente. En todo
momento intervino en quites con mayor o menor fortuna, pero en sus dos faenas imperó
la templanza y la quietud. La faena al
segundo, novillo parado, fue de entrega
absoluta. Si además la música suena con
generosidad, todo se puso a su favor
para cortar la primera oreja de la
tarde.
El triunfo serio y
contundente llegó en el quinto, novillo
más encastado y que necesitaba mucho
valor y una muleta muy poderosa para que no llegaran los enganchones. Roca Rey hizo sonar
a la banda en el saludo de la faena con
muletazos valiente de rodillas. Las
tandas con la diestra fueron muy
vistosas por la firmeza del torero, siempre
con el temple por bandera. Llegó un
desarme y la reacción engallada del peruano para rematar con la izquierda y con unas luquesinas muy valientes. Al matar sufrió
un pitonazo en la zona inguinal. Estaba
herido pero aguantó hasta que murió el
de Villamarta. Cortó la oreja de más
fundamento de la tarde.
Pablo Aguado no pudo
lucirse en el primero de su lote. Había
toreado con gusto a la verónica al
recibirlo. Le costó templar a un novillo de poca clase. A pesar de ello, por allí quedaron
algunos muletazos sueltos de trazo muy
hermoso.
Cuando salió el sexto, sus
compañeros ya habían tocado pelo. Aguado
salió a por todas. En el centro del
ruedo le dio dos faroles de rodillas y
al levantarse el novillo lo arrolló de
forma impresionante. Menuda paliza. Se levantó y de nuevo toreo por faroles de rodillas,
lances a la verónica y chicuelinas. Un
alboroto con música de fondo. Todo fue
de arrebato. El galleo por los lances de
Chicuelo llegaron al tendido. La emoción
subió de tono con la cogida, sin
consecuencias, del banderillero Paco Cervantes. El novillo fue una prenda bruta y
desagradecida. Pablo, quizás
atolondrado, llegó a tropellar la razón
y a todo lo que se puso por delante. Allí
quedó un recital de casta torera en una versión que no es la uno espera de este torero, pero
ya se sabe que si el toro no embiste el
que debe hacerlo es el torero, más si es
un novillero. Lo dejó todo en una faena
vibrante, nunca perfecta por las
circunstancias, pero de tremenda emoción
y nueva cogida sin consecuencias. La
paliza fue de campeonato. Se tiró a matar de verdad y se llevó una oreja ganada con
sangre, sudor y lágrimas. Buen colofón
para una novillada muy interesante con
tres chavales por encima de una
novillada que no regaló nada.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de la Real Maestranza, 4 de junio de 2015. Novillada del Corpus. Menos de media plaza.
Seis novillos de Villamarta,
muy desiguales de presencia -una
escalera- con alguno chico, el 4ª, y
otros muy fuertes, el 6º. Escaso juego con
problemas derivados de la falta de fuerzas y mansedumbre. Mejores 4º y 5º. Saludaron en banderillas
Manuel Odero y Roberto Ortega.
Filiberto, de salmón y oro.
Estocada (saludos). En el cuarto,
estocada trasera (una oreja).
Roca Rey, de canela y oro.
Estocada corta (una oreja). En el
quinto, pinchazo y estocada (una oreja).
Pablo Aguado, de rioja y oro.
Pinchazo y estocada tendida (saludos).
En el sexto, estocada contraria (una
oreja).
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