El matador de San
Fernando de Henares se cobra dos buenas estocadas y saluda las dos únicas
ovaciones de la tarde; desdibujado Luis Bolívar con un lote con opciones pero
no fácil.
ZABALA DE LA SERNA
@zabalaelaserna
Fotos: EFE
Fotos: EFE
Una nube negra como una
chapela se puso sobre Las Ventas. El bochorno bajo su protección, el verano
prematuro. Como para que a Félix Vázquez se le marchite la fruta en su huerto
dorado de la calle Ayala. Fernando Robleño maduró su faena sin prisa. O maduró
el toro de Baltasar Ibán. Agradecido de nombre. Y en verdad que lo fue con su
buena cara y su estrecha culata. Robleño ya lo había tanteado con el capote sin
más. Después de las dos varas, y antes, se sintió su contado poder. Un quite
por saltilleras provocó alguna sentadilla más. El toreo por alto para los toros
de fuerza trémula no ayuda, sino quebranta. Con lo que no contaba FR, ni nadie,
es que la bravura remontaría su condición física. De principio, aquel prólogo
bien andado de la media altura. Y la lógica decía que lo necesario sería no
obligarlo para que no perdiese las manos. Pero el problema imprevisto es que
'Agradecido' quería la muleta por abajo y sin violencias del toque.
La izquierda halló el punto
sedoso por abajo, y desde ahí el 'ibán' empezó a crecerse sólo que por la
derecha de Robleño y no por la mano del descubrimiento como el sentido sugería.
Ligó el matador de San Fernando (de Henares) dos tandas de encaje, hasta que se
fue a por la espada. Y ya con la espada intentó de nuevo el natural... Una
estocada de feliz ejecución y superior colocación impulsó la salida al tercio.
A Serafín Marín le tocó un
castaño recortado hasta la concentración que siempre pareció contar con unos
apoyos malos, como abiertos los cuartos traseros. Las telas de Marín salían
tropezadas desde las verónicas. Mantuvo el toro de Baltasar Ibán un
comportamiento singular, encelado en el caballo pero antes y más tarde con
inclinaciones hacia chiqueros. El 'más tarde' fue a últimas de una obra en la
que sostuvo el taponazo final, que el catalán eludió en unos naturales de nota
con el de Ibán ya rajado. La estocada no arregló la difusa imagen de Serafín.
Es curioso Madrid. De salida pitaron, y no sin razón, al lavado y más altito
tercero para acabar ovacionándolo en el arrastre con menos razones y algunos
motivos. Luis Bolívar se había manejado con soltura con el capote en el saludo
y en el quite floreado. Un desarme absurdo de última hora no hacía justicia a
su paso. Raúl Adrada banderilleó con espectacularidad.
Luis Bolívar |
Bolívar agarró la muleta en
cartucho de 'pescao', se fue a la boca de riego y citó de lejos. Como un obús
se arrancó el vivo toro de Baltasar, tan recto que el colombiano rectificó para
soltar la dosantina. Las series primeras por el pitón derecho siguieron con la
generosidad de los metros concedidos y la chispa que LB canalizaba por abajo y
remató, en una de ellas, con un cambio de mano muy torero y un enorme pase de
pecho. Pero por la izquierda ya sería otro cantar, siguiendo con la dificultad
(incrementada) de poder ligar. No me digan por qué pero algo cambió desde este
punto de la faena. O el toro continuó viniendo sin irse o Bolívar le perdió, y
perdió, el aire. O las dos cosas. Al final, la ovación en el arrastre para
Provechoso, que nació al ruedo de Madrid protestado...
La segunda parte de la
corrida se había cargado con los tres toros cinqueños y de mayor trapío, lo que
no se hacía difícil, de los tres primeros. Robleño volvió a tener un puesta en
escena seria, sincera y sin concesiones. El cuarto traía el trapío por delante
y esas dos velocidades que marcó mucho el comportamiento de los ibanes, ese
paso dormido hasta llegar a la muleta y esa aceleración de embestida desde el
embroque. A Fernando Robleño no le tocó el engaño ni una vez en el trío de
series diestras que duró. Luego se apagó y el matador volvió a ejercer como tal
con otra estupenda estocada. Contarán entre las mejores de la feria.
El aparato y las velas que
por delante llevaba el quinto se ganaron las ovaciones de la plaza que entra en
semana torista. Pero, tras unas arrancadas a la muleta de Marín, se vino abajo
tanto como Marín, que tal y como hizo el paseíllo parecía anunciarse en el matadero
en lugar de en Madrid...
Se lesionó el sexto y
apareció un sobrero de Torrealta cinqueño, jabonero sucio y montado como a
tramos. Una alzada de cuidado. Lo protestaron. O por feo o por ser el padre de
aquellos que no se protestaron. A su altura, que no era escasa, Luis Bolívar lo
llevó tapado y largo en una triada de tandas de derechazos de notable
conducción, dicen ahora. Pero como si se repitiese la jugada, por el izquierdo
cambiaron las tornas. Por ahí el toro se remontó por el palillo. Bolívar perdió
el hilo. También en su regreso al supuesto pitón bueno, que ya se sentía el amo
de la caverna. Desdibujado el colombiano.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Domingo, 31 de mayo de 2015. Vigésimo cuarta
de feria. Casi tres cuartos de entrada.
Toros de Baltasar Ibán, tres
cinqueños (4º, 5º y 6º), los tres más fuertes y de mayor trapío; el escurrido
1º se creció con bravura en su contado poder; encastado el lavado 3º; de malos
apoyos que embestía a saltos y terminó rajado; 4º y 5 se desfondaron; se
lesionó el 6º; un sobrero cinqueño pasado de Torrealta (6º bis), muy alto de agujas, noble a su altura por el
derecho y finalmente remontado.
Fernando Robleño, de blanco y plata.
Gran estocada (saludos). En el cuarto, buena estocada (saludos).
Serafín Marín, de azul marino y
oro. Estocada pasada y caída (silencio). En el quinto, pinchazo y media
estocada (silencio).
Luis Bolívar, de azul turquesa y
oro. Dos pinchazos y estocada. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo y media
estocada (silencio).
Serafín Marín |
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