viernes, 5 de junio de 2015

FERIA DE SAN ISIDRO – VIGESIMONOVENO FESTEJO: Entonces qué...

En plaza llena y soleada, el amoruchado juego  de los victorinos y la falta de ambición del Cid opacaron todo.

JORGE ARTURO DÍAZ REYES
Foto: EFE

Hace dieciséis años, en esta misma plaza me  fijé por primera vez en El Cid. Le había visto  antes, incluso esa misma tarde, pero sin  memoria. Era 25 de mayo. Saltó el bravísimo  cuarto novillo de La Quinta y los quince minutos  que viví a continuación se convirtieron en uno de  mis recuerdos indelebles.

De allí en adelante seguí con ilusión la tortuosa  carrera de ese novillero larguirucho, añoso cuya  muleta, natural, apincelada y pura reclamaba el  sitio cimero en el toreo de la época, que su  espada tardó tanto en dejarle alcanzar.

Quinito II, le llevó entonces a Colombia, más  pobre que Lázaro. Me lo presentó en el callejón  de Cañaveralejo un día de feria. Solo pudo  conseguirle una corrida en un pueblo montañero  de Antioquia. Todo le fue muy duro. No fue  niñobonito.

Se curtió matando victorinos. Las vueltas al  ruedo de Las Ventas, llorando frustraciones se  volvieron casi que su marca registrada. El día  que Rincón abrió aquí por última vez la puerta  grande, El Cid bordó un faena preciosa con un  colorado de Alcurrucén y volvió a pinchar. El  bogotano declaró que se emocionó viéndolo  torear y que hubiese preferido su salida en  hombros para él.

Pero como en los cuentos infantiles, la verdad  brilló, llegaron los triunfos, la fama, el dinero, los  privilegios… el solaz del guerrero, y  comenzamos a extrañar el viejo y épico Cid. Hoy,  en un gesto digno de su bizarro pasado, volvió a  la plaza y al hierro que lo encumbraron. Retado  por sí mismo; solo, con seis “alimañas del  Paleto”. Fuimos con ilusión, por él, por nosotros y  por el toreo.

La bella tarde abrió con reverencia y ovación al  espada. Hora y cuarenta y ocho minutos mas  tarde cerró con el hombre derrotado, cruzando el  ruedo sembrado de almohadillas bajo  estruendosa rechifla. ¿Qué pasó?

Una corrida pareja, en tipo, pero de mala clase,  mansurrona, defensiva, e incierta, que manseó  en todos los tercios, fue demasiado para su falta  de ambiciones. Ni sombra del otro Cid. Este,  inquieto, caminador, destemplado, desligado,  soso y sobre todo desganado, estuvo siempre,  igual que los mansurrones victorinos, más a la  defensiva que al ataque. Las cuadrilla, a la altura,  fatales. Solo se salva Tito Sandoval en la última  gran vara al sexto. Por lo demás, apenas una  virtud, la brevedad.

La apuesta era alta, un relanzamiento de su  carrera, si triunfaba. Y si fracasaba, como  sucedió… ¿Qué?

FICHA DE LA CORRIDA
Plaza de toros de Las Ventas, jueves 5 de junio  2015. 29ª de San Isidro. Sol y calor. Lleno. Seis toros de Victorino Martín parejos, vareados bien  armados, mansurrones y defensivos.
El Cid, silencio, silencio, silencio, pitos, pitos y  rechifla.
Incidencias: El 4° toro corneó al banderillero  David Saugar “Pirri” en la axila derecha  a la  salida de un par.
Parte médico: Herida por asta de toro en región axilar derecha, con trayectoria ascendente y hacia fuera de 15 cms que contunde paquete vasculonervioso axilar. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros. Pasa a la Clínica San Francisco de Asís con cargo a la fraternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario