martes, 23 de junio de 2015

DESDE EL BARRIO: Importa la escuela, no el palco

PACO AGUADO

Hay quien se ha tomado como un agravio a la fiesta de los toros que la nueva corporación del ayuntamiento de Madrid haya "desestimado" el uso del palco de la plaza de Las Ventas que por tradición y diplomacia le tenían asignado a la institución, de toda la vida, la propiedad política del coso y la empresa gestora.

Esas treinta entradas, entre el palco de la propia Comunidad de Madrid y el de la Delegación de Gobierno, se cedían de forma gratuita municipio, que a su vez las repartía entre sus concejales y funcionarios como un acto de puro trámite. Y es que, que uno recuerde, casi nunca se ha visto sentado en él a ninguno de los varios alcaldes que ha tenido la Villa y Corte en el último medio siglo, salvo el día del santo labrador, por mucho que lleváramos ya dos décadas largas con ediles de ese tan "taurino" Partido Popular.

Dicen los munícipes de la sucursal de Podemos que acaban de tocar el poder madrileño que la medida se enmarca dentro del rechazo a tipo de privilegios que puedan disfrutar, al igual que han dejado el palco asignado en el Teatro Real. Sólo que el precio de este último parece ser que sí que salía de las arcas de los madrileños, al revés que el de Las Ventas, por el que el ayuntamiento no pagaba un solo euro.
En todo caso, que el gobierno local de la ciudad de Madrid no tenga un espacio reservado en una plaza de toros cuya gestión y propiedad no le incumbe parece un asunto bastante menor. También la Guardia Civil tenía de siempre un palco en la Monumental, por si las moscas, pero hace ya años que lo dejó libre sin que nadie se rasgara las vestiduras.

En realidad, más que esta política de golpes de efecto, que es la única que Manuela Carmena y sus muchachos están llevando a cabo en sus primeros días al frente del gobierno municipal para ofrecer una demagógica imagen "buenista", lo que debe interesar, entre otros muchos asuntos más importantes, son las decisiones que la nueva alcaldesa pueda tomar en los asuntos taurinos en los que tiene competencia, que son tan pocos como uno solo.

Y es ahí donde entra en juego la ya histórica Escuela de Tauromaquia de Madrid, una institución con casi cuarenta años de existencia, pionera y ejemplar en su campo, que ha sido cantera de una centena larga de matadores de toros y muchos más excelentes profesionales de plata, pero cuyo futuro está hoy por hoy al albur de la arbitrariedad de una alcaldesa y unos concejales que han mostrado, más allá de la anécdota del palco, su “escasa simpatía” por el toreo.

Porque, aunque aún no hay una comunicación oficial al respecto ni haya por tanto que ser alarmistas, todo hace prever que, siguiendo con esa mediática política de contención de gastos "superfluos", el ayuntamiento entrante podría retirar la ridícula ayuda de poco más de 60 mil euros (poco más de un millón de pesos), auténtico chocolate del toro, asignada a la célebre Escuela Taurina madrileña, cuya gestión le corresponde en exclusiva una vez que el gobierno autonómico se desvinculó del patronato que regía el centro desde primeros de los años ochenta.

En principio, antes de que se celebraran las elecciones locales del 24 de mayo, la intención de la anterior corporación era pasar la gestión de la docencia taurina a la empresa municipal Madrid Destino, que la administraría junto a las instalaciones de la Venta del Batán, también de propiedad del municipio. Pero tras el radical cambio político en el consistorio, la incertidumbre sobre el tema es absoluta.

Sea como sea, una buena solución para la Escuela de la que surgieron Yiyo, Joselito o El Juli, por poner sólo algunos ejemplos ilustres que tanto le han dado a Madrid, pasaría por la creación de un estatuto que la hiciera inmune a la alternancia política en el ayuntamiento, algo a lo que, como siempre, también se ha llegado tarde.

Así que, ante la extraña tesitura actual, lo deseable sería que el centro volviera a depender sólo de la Comunidad de Madrid, que bien podría hacerse cargo de ese ridículo coste que resultó del reparto de la ayuda anterior entre las otras tres escuelas de la región, o incluso aumentarlo, sobre todo si se tienen en cuenta los enormes ingresos que recibe como canon de la plaza de Las Ventas.

Nadie podría hablar así de subvenciones taurinas, sino de reinversión y compensación, pues el gobierno autonómico podría hasta pagar una especie de alquiler al ayuntamiento por el uso de las actuales instalaciones del centro. Y sería una buena manera de que la señora Cifuentes, nueva presidenta de la Comunidad, pudiera justificar esa cantada "ayuda" del Partido Popular a la tauromaquia… siguiendo los pasos y el ejemplo que en este tema de las escuelas taurinas los socialistas llevan muchos años dando en Andalucía y Extremadura.

Y el famoso palco, antes que para poner otro servicio de gin-tonics para VIPs, que se lo dejen a los chavales de la Escuela, que los días de lleno andan como desesperados por los pasillos buscando sitio para sentarse con sus pases de servicio. Y que le pongan una placa a Martín Arranz, al que ya va siendo hora que le reconozcan todos sus esfuerzos por crear un proyecto de futuro que cuatro políticos demagogos están a punto de cargarse de un plumazo. Porque eso es precisamente lo que a Ahora Madrid y ahora en Madrid parece importar más: la pluma.

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