domingo, 28 de junio de 2015

FERIA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO: Alejandro Talavante estrena la gloria del nuevo Coliseo

El matador extremeño salió a hombros tras cortas las dos orejas del mejor toro de una deslucida corrida de Bañuelos en la apertura del recinto burgalés que colgó el ansiado "no hay billetes"; El Juli se llevó un trofeo y Ponce tapó con elegancia su lote.

IÑIGO CRESPO
Diario ELMUNDO de Madrid

Se inauguró con un lleno hasta la bandera la nueva plaza de toros de Burgos. O más que nueva, la plaza de siempre, levantada en 1967, y que ha sufrido la más fuerte reconversión de su historia: un Coliseo cubierto y multiusos. Pero en pie y abierta la plaza del futuro taurino de una ciudad que anduvo amenazada durante años con la piqueta de un derribo que por fortuna se convirtió ayer en leyenda urbana. Y un apunte: un exterior propio de una película de miedo. Al lumbreras que se le ha ocurrido poner chapas amarillas, un cero. Qué las ponga en su casa y no en una plaza de toros. O en lo que se va utilizar para eso. Queda dicho.

Para la puesta de largo del recinto una corrida de Bañuelos decepcionante. Por dentro y por fuera. Se espera más. Un toro bueno por su fijeza y calidad que hizo tercero y poco más. Los dos que abrieron tuvieron movilidad pero sin descolgar ni entregarse. Los tres últimos, para el olvido.

El sello de la tarde fue el de Alejandro Talavante. Para bien y para mal. Cara y cruz del extremeño que firmó una faena preciosista y atrevida con el toro del estreno de la puerta grande, que fue el tercero, y un mitin con la espada frente al incómodo sexto. Las dos caras de una misma pasión, una personalidad de moneda al aire.

La buena faena de Alejandro Talavante tuvo el sello de ese estilo tan propio y tan sugerente que el extremeño ha impuesto a su toreo en el ultimo año. Una mezcla divina de desparpajo, entrega, capacidad de sugestión, elegancia e improvisación. Frente a un toro con clase, la faena tuvo más allá de la magia, muletazos templados y de cámara lenta. Más despacio, más cautivador, más torero. Y el aderezo de la chispa de Talavante en un inicio en los medios con una arrucina de rodillas, un afarolado, un circular invertido ligado a un martinete. Y la sensación de haber contemplado una de las faenas de más estructura del extremeño de cuantas ha cuajado este año. Una estocada de toma pan y moja y dos orejas. La puerta grande y la gloria.

Después descolocó al respetable por no darse coba con un sexto que se quedaba muy corto y al que literalmente estoqueó a la última. Antes de ser izado en hombros pidió perdón por el petardo con el acero.

Otra oreja cortó El Juli al segundo tras una lección de proverbial dominio e inteligencia. El toro tuvo movilidad y el madrileño supo como torearlo sin obligarle para sostener su escasa potencia. Técnica y precisión de El Juli que se cimbreó con el animal, ligando las tandas sobre la mano derecha. Tumbó al animal de una estocada y paseó el primer trofeo de este reestreno. Con el quinto se estrelló. El toro se aplomó y se negó. No hubo posibles.

Enrique Ponce tapó con su elegancia y su delicadeza a un primero tan chico y tan noble como desclasado. Y no renunció con un cuarto que tuvo estrecho esqueleto pero viveza a la hora de desarrollar complicaciones.

FICHA DEL FESTEJO
Nuevo Coliseo de Burgos. Sábado, 27 de junio de 2015. Primera de feria. Lleno de «no hay billetes».
Toros de Antonio Bañuelos, de dispar presencia y pobre juego salvo el 3º que resultó bueno y tuvo clase; fueron nobles los dos primeros pero sin entrega; complicado el 4º; deslucidos 5º y 6º.
Enrique Ponce, de tabaco y oro. Pinchazo y estocada (silencio tras petición). En el cuarto, estocada trasera (silencio).
El Juli, de celeste y oro. Estocada (oreja). En el quinto, estocada casi entera (silencio).
Alejandro Talavante, de gris tortola y oro. Estocada (dos orejas). En el sexto, estocada tendida, siete descabellos, media estocada tendida y cuatro descabellos (pitos). Salió a hombros.

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