jueves, 4 de junio de 2015

FERIA DE SAN ISIDRO – VIGESIMOCTAVO FESTEJO: La torería de Urdiales y la efectividad de Escribano

El matador de Gerena corta la única oreja con el  mejor toro de una impresentable y desfondada  corrida de Adolfo Martín; el riojano cosecha dos  ovaciones auténticas de Madrid; Sebastián Castella resuelve con valor con el peor lote.
Manuel Escribano
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna

Decíamos ayer: si toros como 'Distante' de  Victoriano del Río portan divisa torista no se  protestan. Verbigragracia: 'Mulillero II' de Adolfo  Martín. Mismos parámetros: mucha cara y  cuerpo chico. Silencio. Como ha escrito Ilián en  'Marca', en Madrid ya no se protesta el trapío  sino los hierros. Filias y fobias de la radicalidad.
  
Según para quién, también. Las verónicas  broncíneas de Diego Urdiales desprendieron un  empaque monumental por el lado derecho. Una  hondura que volaba más allá del embroque.  Ganado el paso, genuflexo por el izquierdo por lo  cruzado que se venía el toro. La media verónica  en los medios tuvo sabor añejo. No le sobraban  las fuerzas al adolfo. Tampoco la guasa mirona.  Una mezcla difícil para caminar sin toques. El  riojano se sacó al cárdeno apenas sangrado con  un molinete al paso. Amagaba la arrancada al  cuerpo del torero. Como un guanteo de prueba el  inicio. Hasta que Diego Urdiales decidió poner  las cosas en su sitio. Y tragó derechazos que  impactaron por la emoción. Otros por la estética.  Valiente en todos ellos. A pulso una tanda de  naturales resuelta con una trincherilla de  bramido. Pisó terrenos de fuego. De nuevo en  redondo el pecho ofrecido al pitón contrario.  Torería entonces, en un cambio de mano y en el  broche de despedida. Media estocada sólo.  Tendida y sin muerte. Y dos descabellos. No  hubo premio mayor que una atronadora ovación.

Castella no quiso saludar la suya de recibimiento  como triunfador de la feria. Debutaba con los  adolfos como un gesto superior, ahora ya con la  gloria en el esportón. De haberlo sabido... Una  tabla de planchar salió como un cinqueño que  buscó las vueltas al caballo con instinto de  sabérselo todo. Ya se quedaba por debajo en los  capotes. Lo mismo en la muleta de 'Le Coq'.  Tobillera la prenda de Adolfo, de no pasar. Ni  empuje ni querer. Auténtico Sebastián. Algunos  pagaban con el torero la mierda de toro.

A portagayola marchó Manuel Escribano. Como  si no le viera, el toro de Adolfo lo rodeó.  Tremendo el aguante del sevillano, que libró la  larga girando sobre su cuerpo. O por los  estrellones en los burladeros, o porque venía así  de serie, rozó el pañuelo verde. Ni fortaleza ni  atisbo de raza. Moruchos los topetones frenados  y frentudos. En el testuz anunciaba su condición.  Escribano cumplió valeroso con los palos y la  muleta; con la espada fue otro cantar.
Diego Urdiales
Diego Urdiales apareció de nuevo para tapar un  poco con su torería la adolfada. "¡Hay que dar de  comer a los toros, ganadero!", le gritaron desde  el '7' con cariño. Urdiales se encajó y dibujó una  serie de categóricos redondos al mansito,  humillado todavía con sus palas vueltas. Un  cambio de mano y otra tanda que desembocó en  el más lento derechazo de 28 días, un parón al  tiempo. Inmenso como la trinchera. Se aburrió el  toro desengañado y se soltaba de la muleta  descolocando al torero. Enfrontilado a izquierdas  y embrocado a derechas, metido en tablas para  dibujar la última joya de La Rioja  despaciosamente. La estocada que antes no se  produjo sucedió ahora con contundencia. La  plaza se volcó en una de esas ovaciones del  'Madrí' verdadero que revaloriza a un torero.

Valor otra vez de Castella con un quinto muy  bajo, cercano al enanismo, y descarado. Si en  las dobladas lo esperó, el resto de la faena fue la  constatación del desfondamiento. Ni suma ni  resta el galo a su San Isidro de órdago a la  grande. Pero calibre la espada, matador...

Escribano se postró a portagayola 'again'. Los  pitones veletos del feote sexto le pasaron  rozando. Levantado del piso y degollado, sería a  la postre el mejor con todos sus matices. Le  pegó un arreón con los palos que le hizo perder  las zapatillas en la carrera. No le volvería a coger  de improviso en los siguientes pares de arrojo.  Mas lo esperó en el tercero, y Escribano forzó  hasta querer reunir con la querencia a la  espalda. Un error que casi le cuesta caro. Pidió  un par más. Muchos redaños, por resumir.

Se puso el tipo con la izquierda también  conectado con la galería. El toro descolgaba en  el tramo inicial del natural. Y para apurarlo se  enfrontiló a pies juntos. A los vuelos y suave el  cite. Efectiva la manera de venderlo todo de  Manuel Escribano, que también cuenta. Medida  la faena. Lo mató por arriba y se embolsó una  oreja del nivel de otras muchas de la feria.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Jueves, 4 de junio de 2015. Vigésimo octava de feria. Lleno de "no  hay billetes".
Toros de Adolfo Martín, mal  presentados, vareados, estrechos, sin trapío,  tras sus caras armadas, el morucho y topón 3º ni  eso; sin poder y mirón el chico 1º; tobillero y sin  pasar el flaco 2º; mansito y desentendido el 4º,  que humillaba; parado el enano 5º; el zancudo 6º  fue el mejor con todos sus matices.
Diego Urdiales, de azul marino y oro. Media  estocada y dos decabellos (saludos). En el  cuarto, gran estocada (saludos).
Sebastián Castella, de malva y oro. Pinchazo y  estocada trasera y atravesada. Aviso (silencio).  En el quinto, pinchazo, media estocada caída y  descabello. Aviso (silencio).
Manuel Escribano, de verde botella y oro. Cuatro  pinchazos y estocada (silencio). En el sexto,  estocada honda pasada (oreja).
Sebastián Castella

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