Divisa
referente
En
1948 a los señores Luis Barroso Barona y Luis Javier Barroso Chávez adquirieron
la dehesa tomando entonces su nombre actual
ADIEL
ARMANDO BOLIO
Especial
para VUELTA AL RUEDO
Hablar o escribir de la ganadería de San Miguel de
Mimiahuápam es tocar uno de los temas del campo bravo mexicano más importantes
en la historia del toreo pues además de haber trascendido a España con su
bravura, estilo y estampa, también ha sido simiente de otras relevantes
divisas, así como extenderse a través de sus dehesas hermanas como Begoña,
Santa Teresa y San Martín. Por ello, dejemos que en esta última entrega sobre
el ganado de lidia nacional nos describa el comienzo de esta casa ganadera, con
su personal estilo, el escritor don Agustín Linares García en su obra de
finales de los años 60 del siglo XX, “Los Toros en España y México”.
“En el año de 1930 fundó don Rafael Gurza la vacada de Torreón
de Cañas, con vacas y sementales de San Mateo, procedentes
del Marqués de Saltillo. Fue vendida en 1948 a los señores Luis Barroso Barona y Luis
Javier Barroso Chávez, tomando entonces el nombre de San Miguel de Mimiahuápam. A fines de 1949
compra don Luis Barroso Barona la parte de su primo Luis Javier, siendo desde
entonces el único propietario de la ganadería. Una vez en posesión de ella, se
dedica la selección minuciosa del ganado, quedándose con lo más puro.
En el estado de Tlaxcala, en el municipio de
Tlaxco y a 110 kilómetros de la capital del país, se encontraba enclavada la
ganadería. Partiendo de este punto por la carretera a Veracruz, había que
desviarse a la izquierda en el kilómetro 80 hasta llegar a Apam, saliendo de
ahí otra carretera que iba directa al caso de la Hacienda.
La enorme casa, situada en la cima de una montaña,
constaba de dos plantas y era de tipo clásico colonial, datando su antigüedad
del siglo XVII. Al terminar el zaguán de entrada, se divisaba un hermoso
jardín, llenó de frondosos árboles muy antiguos y de gran tamaño. En el lado
izquierdo, un diminuto lago y una pequeña isla, en cuyo centro resaltaba,
majestuosa, la estatua de la Virgen Morena de Guadalupe.
Tres puertas que salían de la sala, comunicaban
con la terraza principal frente a otro bello y aún más grande jardín, con muros
cubiertos de azulejos talaveranos. En la parte baja y al fondo, infinidad de
árboles poblaban el jardín, cuidado con todo esmero y cuajado materialmente de
gladiolas, claveles y otras muchas flores que llenaban de agradable aroma el
ambiente.
En un patio rectangular, donde sus arcos
conventuales recuerdan a los del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, se
levanta una gran fuente. Junto a él, estaba el despacho con su buena
biblioteca, abundante en libros taurinos. Lindando con el patio estaban las
viviendas del administrador, escribiente y mayordomo, habitando los vaqueros y
criados en la ‘calpanería’ (término híbrido entre el náhuatl y el castellano
que significa lugar de casa o caserío y se aplica al conjunto de cuartos o
pequeñas viviendas que habitaban los peones y trabajadores de la hacienda y sus
familiares). La capilla privada, era como la casa, de tipo colonial y en ella
se celebraban misas los días de guardar.
Para la enseñanza del personal de la Hacienda y
sus familiares, contaba la propiedad con espaciosa escuela, recibiendo clases
por la mañana los niños, en la tarde las mujeres y en la noche los hombres.
Con ocasión del día de San Miguel había todos los
años, el 29 de septiembre, grandes fiestas: corrida, carreras de caballos,
peleas de gallos y las danzas típicas de la región.
Había un bien acondicionado teatro para 300 personas,
con su foro concha, palcos en los laterales y fondo. Allí se proyectaban
películas sonoras y actuaban frecuentemente artistas que iban de la capital del
país.
Había 18 potreros con agua de manantiales, donde
estaban distribuidas unas 500 cabezas de ganado en la planicie de lo alto de un
cerro.
Con pie de simiente procedente de Satillo,
existían más de 100 vacas de vientre y sementales de la rama también española
de Murube.
La alimentación es la de los pastos propios de la
región en tiempo de agua y silo en invierno, por los que respecta a la vacas;
dándose al toro un 80 % de maíz molido, promediando el 20 restante entre haba y
alfalfa acicalada.
El tentadero tenía un diámetro de 35 metros y
constaba de cuatro burladeros. A la izquierda de los toriles quedaba el palco
con cabida para 50 personas. El embarcadero estaba lindando con los corrales.
Todo ello estaba rodeado de montañas, quedando en la parte baja el terreno de
siembras y resultando su vista panorámica de inusitada belleza. La tienta se efectuaba
en el mes de diciembre en plaza, haciéndose con los becerros a los dos años de
edad y a los dos y medio con las hembras”. / Continuará…
DATO
En el estado de Tlaxcala, en el municipio de Tlaxco y a 110
kilómetros de la capital del país, se encontraba enclavada la ganadería en un
principio
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