Simiente
de muchas divisas
Esta
casa tlaxcalteca ocupa el sexto lugar en antigüedad del país luego de haberla
formado en 1870 José María González Muñoz en Tetla
ADIEL ARMANDO
BOLIO
Especial para
VUELTA AL RUEDO
Viene ahora en este largo recorrido histórico
sobre nuestra Fiesta Brava, tocar el tema sobre una de las dehesas a la que se
le considera como simiente de muchas ganaderías del país, nos referimos a la
legendaria casa tlaxcalteca de Piedras Negras y de ello nos da cuenta a su
estilo el escritor Agustín Linares García en su obra de 1968, “Los Toros en
España y México”.
“Esta ganadería rodeada de una gran historia ocupa
el sexto lugar en antigüedad. La formó el señor José María González Muñoz en
1870, con vacas criollas del rancho de Zacatepec, fracción de Piedras Negras, y
sementales de San Cristóbal la Trampa.
Debido al buen juego que daban sus toros decidió
hacer de Piedras Negras una excelente vacada, para lo que empezó a tentar en
1878 a campo abierto a la manera española, seleccionando así lo mejor del
ganado. Bien pronto se vieron los progresos alcanzados para llevar adelante la
dehesa. Los señores Lubín y Romárico González, sobrinos de son José María,
sirvieron de gran ayuda y aliento al propietario.
En 1882, adquirió don Luis Mazzantini, para don
José María, un toro de Pablo Benjumea, sobrero de una corrida, que puesto a
padrear dio el resultado apetecido. En vista de ello, decidió el ganadero
hacerse en España de más sementales, trayendo un toro de don Eduardo Miura, que
apenas dejó crías; tres de Murube, que ligaron bien como se vio más tarde y
seis de la misma procedencia 10 años después, siendo rechazados tres en las
faenas de retienta.
A raíz del fallecimiento de don José María
González Muñoz, acaecido en el año de 1908, se agregó a Piedras Negras ganado
de Tepeyahualco, procedente de Saltillo. En 1915, los señores Lubín y Romárico
González volvieron a hacer cruzas con otro toro del Marqués que dio excelente
juego.
Habiendo decidido los referidos hermanos repartir
la vacada, correspondió a Romárico la parte de Tepeyahualco y, la de Saltillo,
a Lubín, quien al fallecer en 1928, la mitad de la Hacienda y vacada pasó a su
viuda y, la otra, a sus sobrinos Wiliulfo, María Cristina y Beatriz González de
Carvajal, cada uno de los cuales quedando como dueños de un sexto de aquellos
bienes. Tras convenio entre los herederos, Wiliulfo reunió toda la propiedad,
excepto la parte de María Cristina que se agregó a la ganadería de su esposo
Daniel Muñoz. Para ello, adquirió de la viuda de don Lubín su mitad heredada, o
sea, los tres sextos y con el suyo más el de su hermana Beatriz, completó las
cinco partes que restaban.
Al quedar de nuevo en una sola mano la vacada, no
sólo mantuvo su fama sino que logró aumentarla, conservando la casta dentro del
tipo terciado, pero siempre bravo, fino y bien puesto y de pinta negra o
cárdena.
Un hecho triste sucedió en México, el 29 de
diciembre de 1940, cuando en El Toreo de la Condesa el toro ‘Cobijero’ mató al
pundonoroso diestro Alberto Balderas. También hubo de lamentarse otra
irreparable pérdida en el año de 1941, la del propietario de la vacada don
Wiliulfo González, entusiasta aficionado al toreo campero y que sucumbió al
colear a un toro, cayendo de su caballo y ser arrastrado por éste. Le
sucedieron sus hijos don Romárico González y hermanos, que a la vez heredaron
también la ganadería de La Laguna, fundada por su abuelo, el gran aficionado
don Romárico González.
Posteriormente, en los años 50, acordaron
separarse don Romárico y su hermano don Raúl, quedándose el primero de ellos
con la vacada de La Laguna y, el segundo, con Piedras Negras. Se encuentra la
ganadería a 18 kilómetros de Apizaco, en el estado de Tlaxcala y a 140 de la
Ciudad de México por la carretera que va a Veracruz.
Como la mayoría de estas construcciones, es de la
época colonial, de dos plantas y con amplio patio empedrado. Al costado
izquierdo y al fondo hay un corredor con cubierta sostenida por pilastras, al
que desembocan la puerta de las caballerizas a la izquierda, el despacho en el
ángulo del mismo lado, el comedor en el opuesto y en el muro que los une
adornado con cuatro cabezas de toros está el acceso a otro patio más pequeño
decorado con azulejos, con un macizo de flores y una fuente en su centro. Y
cerca de la entrada principal se encuentra la capilla”. Continuará…
DATO
Debido al buen juego que daban sus toros, don José María
González Muñoz decidió hacer de Piedras Negras una excelente vacada
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