En
Lagos de Moreno
Los
señores Francisco y José Madrazo la formaron en 1918, con ganado criollo, dos
toros y vacas de San Mateo, además de otras de San Nicolás Peralta
ADIEL
ARMANDO BOLIO
Especial
para VUELTA AL RUEDO
En la interesante y rica obra del escritor don
Agustín Linares García, “Los Toros en España y México”, de 1968, así describe
los detalles históricos de una las ganaderías base en la crianza de ganado
bravo en el país, nos referimos a la dehesa jalisciense de La Punta.
“En Lagos de Moreno, del bello campo jalisciense,
hay una señorial Hacienda desde la época del Marquesado de Guadalupe. Formó
entonces parte de lo que fue Ciénega de Mata y tomó el nombre de La Punta por
la forma en que termina la cordillera donde se asienta una de las primeras
ganaderías de México.
Linda al norte y poniente con el estado de
Aguascalientes y el resto con Jalisco, estando situada a 2045 metros de altura
sobre el nivel del mar.
Los señores don Francisco y don José Madrazo
iniciaron su formación en el año de 1918, con ganado criollo, dos toros y
algunas vacas de San Mateo, a más de otras de San Nicolás Peralta y en 1921,
adquirieron dos toros del encaste español de Parladé.
A pesar de múltiples esfuerzos, no satisfacían a
los señores Madrazo los resultados y en 1925 se deshicieron de todo el ganado,
conservando solamente los sementales españoles. Empezaron entonces de nuevo la
formación de la vacada, agregando 25 vacas de Parladé y unas 70 de Campos
Varela, para aumentarla después con cuatro sementales, dos y dos, de las mismas
procedencias. Y por último, en el año de 1940, adquieren otros dos toros
ibéricos de Domingo Ortega, quedando así definitivamente formada esta ganadería
de La Punta para gloria de su nombre y honra de las dehesas mexicanas.
Tiene la casa de la Hacienda una planta de
construcción antigua. Restaurada varias veces, conservase en perfecto estado.
Su divisa tras la puerta principal, un patio rectangular, circundado de 16
arcadas, con bancos de azulejos sevillanos en sus laterales, los respaldos
llevan hábilmente trazadas y coloreadas La Giralda y la Torre del Oro. No
podían faltar en el centro del patio, el gran pozo con su airoso brocal, ni las
canarieras colgadas en sus arcadas.
De las muchas habitaciones del edificio se debe
señalar la gran sala con su chimenea. A uno y otro lado de ésta, se ven 96
hierros de ganaderías españolas formados con pequeños azulejos y en el centro y
parte más alta, el hierro de La Punta. Otro lugar notable es el pequeño
comedor, hay otro mayor, con sus faroles forjados, suspendidos de las paredes
mediante verdaderas puyas. Además, está el frontón a la izquierda de la casa, a
su derecha la capilla y en la parte trasera una pequeña piscina.
Por un camino cubierto de ramaje y que dista unos
200 metros de la casa, se llega al tentadero. Es de forma circular, de 37
metros de diámetro, con su barrera, cuatro burladeros y callejón de más de dos
metros de anchura. Los troncos de 16 árboles quedan dentro de él y sus ramas
dan sombra y bello aspecto al ruedo. Por lo numeroso del ganado, se tienta
durante todo el año y no sólo en plaza sino también a campo abierto.
Y a propósito de la tienta, me viene a la memoria
que, en ocasión de encontrarme ya hace algunos años en la ganadería de La
Punta, coincidí durante dos días con estas faenas y pude observar, estando en
compañía de don Paco Madrazo, la escrupulosidad que ponía en la prueba de las
becerras. Muy pendiente de la arrancada al caballo, no parecía estar conforme
solamente con que la vaca lo hiciese de lejos, por lo que hacía repetir varias
veces la suerte, aun sangrando el animal para ver su codicia y bravura.
Terminada la faena de tienta le hice algunas
preguntas, quedando sorprendido cuando a mi requerimiento manifestó no recordar
que ni él ni su hermano Pepe, en sus largos años de ganaderos, hubiesen puesto
en los libros de la Hacienda la letra ‘S’, con el significado se superior.
Viene al caso esta referencia para patentizar hasta donde llegaba el celo y
cuidado que ponían los señores Madrazo en la selección del ganado”. Continuará…
DATO
En 1925, los señores Madrazo se deshicieron del ganado y
renovaron la formación de la vacada, con 25 vacas y dos sementales de Parladé y
unas 70 y dos sementales de Campos Varela
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