CARLOS RUIZ
VILLASUSO
@CRuizVillasuso
Redacción APLAUSOS
En un Estado de Derecho el hambre es cosa seria.
En Madrid las colas de gente buscando una bolsa de comida en el barrio de
Aluche apenas han trascendido. Y es un lugar más en donde hallar el estado de
alarma que hay a causa del hambre. Hambre en España. Tres palabras que se
ocultan porque afean y ensucian una imagen de país de bienestar inexistente. Un
país que hace tiempo ha invertido más dinero en bienestar animal, en patrocinar
organizaciones y subvencionar a todo tipo de colectivos, antes que eliminar
algo básico: el hambre.
¿Hay hambre el toro? La hay. Conozco casos en los
que gentes profesionales están siendo ayudados económicamente por compañeros,
jefes de filas, amigos, familias. Porque la nevera sólo tiene por dentro hielo
y espacio. Personas y profesionales con su carnet profesional en regla, que han
cotizado y pagado sus impuestos cada vez que han ido a su trabajo, que consiste
en algo insertado en un Ministerio denominado de Cultura, mismo Ministerio que
expende, sella y visa ese carnet de profesional.
La inacción o dejación con el sector del toro no deja de
tener la conclusión de que existe un deseo: que desaparezca. La estrategia de
prohibir los toros fracasó de forma evidente tras la sentencia del Tribunal
Constitucional respecto a la prohibición en Cataluña
¿Hay necesidad en ganaderos? La hay. Lejos de la
púrpura que vive este desastre, los hay, en sectores como los del bou al
carrer, en explotaciones que no tienen añadido o complemento alguno, que hay
necesidad primaria. La Comunidad Valenciana ha aprobado ayudas incluso a los
que tienen gallinas ponedoras. Pero a los ganaderos del bou ni agua.
Resulta que un Estado de Derecho, al hacer frente a
una necesidad común de todos los españoles, ejerce el acto de discriminar.
Discrimina al ganadero de bravo, al trabajador torero, al empresario u
organizador. De tal forma que, cumpliendo todos con sus obligaciones durante el
desarrollo de sus trabajos, pagando sus impuestos y formando parte de la
sociedad de forma reglada, se les pone a la cola, se les ponen trabas y,
además, se les deja fuera de toda ayuda especial como sector de actividad
diferenciada.
No existe una actividad colectiva que no haya tenido,
tenga o vaya a tener una ayuda específica acorde con sus necesidades. No la hay
en país alguno. Unas antes, otras después. La inacción o dejación con el sector
del toro no deja de tener la conclusión de que existe un deseo: que
desaparezca. La estrategia de prohibir los toros fracasó de forma evidente tras
la sentencia del Tribunal Constitucional respecto a la prohibición de los toros
en Cataluña. Cada ayuntamiento que los prohibió fue reprobado por la justicia.
La sociedad española debe de saber que la gente que trabaja
en el toro es gente leal con sus obligaciones. Que la gran mayoría de los
toreros forman parte de esas familias que también hacen números para llegar a
fin de mes y que ahora no sólo no llegan. Hay muchas neveras llenas de hielo y
de hambre
Desde hace unos cuantos años, la estrategia ha
sido la estrangulación económica del toreo. Los costes en gastos
administrativos sumados para un festejo alcanzan entre el 30 y el 40 %. Que se
pagan de forma religiosa. Ahora que el Estado ha de ser solidario con la
necesidad de esa gente que paga, de esa gente que hecho país, que ha aportado
con su trabajo una bolsa, grande o chica, la que sea, la que se ha pedido, a
las arcas de lo público, no lo es.
La tauromaquia no es una actividad de ricos y fachas.
La sociedad española debe de saber que la gente que trabaja en esta actividad
es gente leal con sus obligaciones, que trabaja para llevar el pan a su casa.
Que la gran mayoría de los toreros forman parte de esas familias que también
hacen números para llegar a fin de mes y que ahora no sólo no llegan. Hay
muchas neveras llenas de hielo y de hambre. Y todo lo que hagamos para
llenarlas será poco. Y hay que hacerlo.
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