Los
profesionales del toreo han quedado excluidos de las ayudas a los artistas y
gentes del espectáculo pero en estos días se habló más –y mejor- del centenario
de Joselito
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario
CORREO DE ANDALUCÍA
La preocupación del sector taurino,
definitivamente cautivo y desarmado, ha crecido en estos días. El campanazo más
resonante se pegó en el mismísimo senado. El señor vicepresidente segundo del
gobierno de este país –el ínclito Pablo Iglesias- comparecía en no sé qué
comisión que en este momento no interesa demasiado. El llamado marqués de
Galapagar se despachó a gusto: “Me incomoda enormemente que se reivindiquen
como cultura los toros”, espetó el líder morado. No hace falta decir que el
sumo sacerdote podemita se pasó por el forro de la coleta la legislación
vigente, el orden constitucional y hasta aquella famosa iniciativa legislativa
popular –el logro más importante del sector en toda su historia- que consiguió
que la Tauromaquia fuera considerada patrimonio cultural de todos los
españoles. El asunto trajo cola pero trascendió mucho menos que otras políticas
de hechos consumados: los profesionales del toro se habían considerado
incluidos –no sabemos si de manera un tanto ingenua- en el paquete de ayudas
puesta en marcha por el Ministerio de Cultura para paliar la precaria situación
de los artistas, condición que tienen reconocidos los toreros por reiterada
jurisprudencia. Pues bien, las sucesivas peticiones de esas ayudas cursadas por
la gente de coleta han sido reiteradamente rechazadas por el SEPE. Las
siniestras instrucciones emanadas desde arriba sólo certifican una cosa: el
mundo del toreo está apestado para este gobierno sectario que predica lo
contrario de lo que practica. Los toreros, repetimos, han pecado de ingenuidad,
tal y como traslucían algunos comunicados anteriores que sólo sirvieron para enarcar
las cejas. Pero tienen todo el derecho del mundo a sentirse engañados y
traicionados después de mostrar infinita prudencia y paciencia –es lo que se
les había pedido desde el ministerio- en espera de esas ayudas que no llegan.
En el toreo hay un puñado corto de millonarios pero la inmensa mayoría de
profesionales conforman un proletariado que se viste de luces y empieza a pasar
las de Caín. Con este panorama, la reciente reunión de la Unión de Criadores
con el traído y llevado ministerio huele a tiempo perdido y se pierde en el
farragoso envío de comunicados con ésta o aquélla reivindicación mientras el
negocio ya se da por perdido definitivamente en 2020. Mucho más contundente –y
necesaria- ha sido la carta escrita y abierta por Victorino Martín. Se trataba
de responder al señor Iglesias que ha hecho del estado de alarma un sayo a
medida para ir colando su ajada mercancía de miseria y comunismo. Victorino, en
su calidad de presidente de la Fundación del Toro de Lidia, ha respondido con
contundencia y brillantez al mozo de la coleta recordándole que la cultura no
se puede moldear al gusto del poder.
Centenario de Gallito
La Semana Santa que no fue se dejó atrás un
pequeño, casi desconocido y hermoso capítulo que quedó por escribir. Es esa
peculiar ‘levantá’ dedicda –convertida ya en pequeña tradición- el paso de
Nuestro Padre Jesús de la Sentencia de la cofradía de la Macarena a su paso por
la Alameda de Hércules. El destinatario del martillazo no es otro que el propio
Gallito, que hizo de su casa en la Alameda el centro de operaciones de todo el
toreo en su breve reinado. Son esas pequeñas historias –reveladas a este
escriba por los costaleros macarenos Antonio Álvarez-Dardet y David Medina- que
refuerzan los hilos que unen los mundos de las cofradías y el toreo. Pero José
sí recibió el pasado sábado los rezos de sus hermanos en la emocionante
eucaristía que enfatizó su faceta de cristiano convencido y hermano
comprometido. La Virgen de la Esperanza lucía esas piezas maestras de su atavío
que no se pueden separar de la mejor memoria del torero caído en Talavera: son
las mariquillas de cristal de roca que José adquirió en París; la corona de oro
que se sufragó en parte con la novillada toreada en solitario en agosto de 1912
y, de una manera especial, la pluma de oro de Pabón que simboliza el capítulo
más hermoso de esta historia. Había una novedad imperceptible que se ha unido
al joyero de la Virgen: un precioso camafeo con la imagen de Joselito que ha
donado un hermano anónimo.
Fidelidades
Pese a las restricciones impuestas por la
expansión del covid-19, la corporación de San Gil mantiene su decidida
reivindicación de la memoria de Joselito junto a la Cátedra Ignacio Sánchez
Mejías de la Hispalense. Ambas entidades siguen esperando el momento adecuado
para recuperar el rico programa de actos que interrumpió el estado de alarma.
Llegados a este punto hay que felicitar al joven y activo Círculo Taurino
‘Puerta Carmona’ que abanderó la ofrenda floral en la única puerta que aún se
conserva de la efímera plaza Monumental alentada por Joselito. Las flores
fueron trasladadas después hasta el impresionante mausoleo de Mariano
Benlliure, en el cementerio de San Fernando. Se unieron a las que ya había
depositado la Macarena en la mañana del día 16. Ese mismo día, la tumba recibió
la visita de un torero que venera de una manera especial la memoria de José
Gómez Ortega. Hablamos de Morante –no podía ser otro- que envolvió su ramo con
una cinta con los colores de la bandera de España en la que rezaba: Gracias,
maestro.
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