jueves, 7 de mayo de 2020

La Punta, emblemática dehesa

En Lagos de Moreno
Los señores Francisco y José Madrazo la formaron en 1918, con ganado criollo, dos toros y vacas de San Mateo, además de otras de San Nicolás Peralta

ADIEL ARMANDO BOLIO
Especial para VUELTA AL RUEDO

En la interesante y rica obra del escritor don Agustín Linares García, “Los Toros en España y México”, de 1968, así describe los detalles históricos de una las ganaderías base en la crianza de ganado bravo en el país, nos referimos a la dehesa jalisciense de La Punta.

“En Lagos de Moreno, del bello campo jalisciense, hay una señorial Hacienda desde la época del Marquesado de Guadalupe. Formó entonces parte de lo que fue Ciénega de Mata y tomó el nombre de La Punta por la forma en que termina la cordillera donde se asienta una de las primeras ganaderías de México.

Linda al norte y poniente con el estado de Aguascalientes y el resto con Jalisco, estando situada a 2045 metros de altura sobre el nivel del mar.

Los señores don Francisco y don José Madrazo iniciaron su formación en el año de 1918, con ganado criollo, dos toros y algunas vacas de San Mateo, a más de otras de San Nicolás Peralta y en 1921, adquirieron dos toros del encaste español de Parladé.

A pesar de múltiples esfuerzos, no satisfacían a los señores Madrazo los resultados y en 1925 se deshicieron de todo el ganado, conservando solamente los sementales españoles. Empezaron entonces de nuevo la formación de la vacada, agregando 25 vacas de Parladé y unas 70 de Campos Varela, para aumentarla después con cuatro sementales, dos y dos, de las mismas procedencias. Y por último, en el año de 1940, adquieren otros dos toros ibéricos de Domingo Ortega, quedando así definitivamente formada esta ganadería de La Punta para gloria de su nombre y honra de las dehesas mexicanas.

Tiene la casa de la Hacienda una planta de construcción antigua. Restaurada varias veces, conservase en perfecto estado. Su divisa tras la puerta principal, un patio rectangular, circundado de 16 arcadas, con bancos de azulejos sevillanos en sus laterales, los respaldos llevan hábilmente trazadas y coloreadas La Giralda y la Torre del Oro. No podían faltar en el centro del patio, el gran pozo con su airoso brocal, ni las canarieras colgadas en sus arcadas.

De las muchas habitaciones del edificio se debe señalar la gran sala con su chimenea. A uno y otro lado de ésta, se ven 96 hierros de ganaderías españolas formados con pequeños azulejos y en el centro y parte más alta, el hierro de La Punta. Otro lugar notable es el pequeño comedor, hay otro mayor, con sus faroles forjados, suspendidos de las paredes mediante verdaderas puyas. Además, está el frontón a la izquierda de la casa, a su derecha la capilla y en la parte trasera una pequeña piscina.

Por un camino cubierto de ramaje y que dista unos 200 metros de la casa, se llega al tentadero. Es de forma circular, de 37 metros de diámetro, con su barrera, cuatro burladeros y callejón de más de dos metros de anchura. Los troncos de 16 árboles quedan dentro de él y sus ramas dan sombra y bello aspecto al ruedo. Por lo numeroso del ganado, se tienta durante todo el año y no sólo en plaza sino también a campo abierto.

Y a propósito de la tienta, me viene a la memoria que, en ocasión de encontrarme ya hace algunos años en la ganadería de La Punta, coincidí durante dos días con estas faenas y pude observar, estando en compañía de don Paco Madrazo, la escrupulosidad que ponía en la prueba de las becerras. Muy pendiente de la arrancada al caballo, no parecía estar conforme solamente con que la vaca lo hiciese de lejos, por lo que hacía repetir varias veces la suerte, aun sangrando el animal para ver su codicia y bravura.

Terminada la faena de tienta le hice algunas preguntas, quedando sorprendido cuando a mi requerimiento manifestó no recordar que ni él ni su hermano Pepe, en sus largos años de ganaderos, hubiesen puesto en los libros de la Hacienda la letra ‘S’, con el significado se superior. Viene al caso esta referencia para patentizar hasta donde llegaba el celo y cuidado que ponían los señores Madrazo en la selección del ganado”. Continuará…

DATO
En 1925, los señores Madrazo se deshicieron del ganado y renovaron la formación de la vacada, con 25 vacas y dos sementales de Parladé y unas 70 y dos sementales de Campos Varela

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