JAVIER
LÓPEZ PÉREZ
@Javierlopez01
Foto: EFE
Los diestros José Antonio "Morante de la
Puebla" esculpió hoy en Gijón (España) una obra de arte a su segundo toro,
al que cortó las dos orejas, y salió a hombros junto a Julián López "El
Juli", al que regalaron otras dos del quinto, en una tarde en la que
Aguado se cerró la Puerta Grande con la espada.
Ese cuarto toro, segundo del lote de Morante, fue
el más atacado de kilos de todo el envío, algo que hizo que le costara
desplazarse. Un toro por el que nadie apostaba, más todavía por los extraños
que hizo en el capote. Y cuando todo el mundo pensaba que se lo iba a quitar
rápido del medio, la banda se arrancó con el "Concierto de Aranjuez"
y las musas no tardaron en aparecer para que Morante se adentrara de lleno en
la magnífica atmósfera creada y se abandonara por completo para hechizar a los
tendidos con el embrujo de su torero, en lo que fue la faena más mágica de toda
la feria.
Hubo muletazos soberbios sobre ambas manos, de
esos del vello de punta por el tremendo regusto y exquisita pureza que exhibió
el de La Puebla del Río, que muy posiblemente firmó una de sus mejores faenas
de la temporada. La gente, totalmente rota ante la obra que estaba esculpiendo
Morante, más todavía cuando agarró una gran estocada arriba que hizo rodar al
de José Vázquez sin puntilla. Dos orejas sin discusión.
Antes se las vio con un primer toro más bajito y
bien hecho, que de salida se volvía sobre las manos impidiendo al sevillano
estirarse con el percal. Eso sí, una media antes de cambiar el tercio fue
sublime. Como también lo fueron los ayudados por bajo con los que inició faena
a un toro de escasa raza y muy medido fondo. Luego las tandas, obligatoriamente
cortas, sin embargo, tuvieron ángel por el encaje, la suavidad y el gusto que
imprimió a cada muletazo, especialmente las dos tandas finales por naturales.
Perdió premio por culpa de la espada.
El otro triunfador de la tarde, pero en un tono
infinitamente inferior, fue El Juli, que aprovechó la locura que había desatado
Morante para cortarle las dos orejas al quinto por una faena "estajanovista",
o lo que es lo mismo, de muchos muletazos y muy poco poso, tanto que hasta la
banda no arrancó hasta muy adentrada la faena, rubricada, eso sí, de una buena
estocada.
Antes, en su primero, un toro que tuvo calidad,
aunque condicionado por sus muy justas fuerzas, sí anduvo bien Julián, muy
templado y disfrutando en la cara de su oponente con un toreo sosegado,
relajado e, incluso, sentido. Culminó la faena con autoridad en la distancia
corta antes de atascarse con los aceros.
Aguado centró rápido la atención de los
aficionados con la larga cambiada con la que recibió a su primero, al que toreó
después por verónicas abrochadas con una media de rodillas. Un galleo por
chicuelinas tuvo también su encanto, como la media "achenelada" con
la que cerró su intervención capotera.
Lástima que después no hubiera continuidad, pues
la faena, salpicada de preciosos fogonazos, sin embargo, no rompió por la
condición del animal, un punto tardo y echando la cara arriba al final de sus
abruptos viajes. En el primer envite con la espada se llevó por delante a
Aguado, que, además del tremendo palizón, pasó después las de Caín para
quitárselo del medio.
Al sexto le cuajó Aguado una faena cumbre.
Entregadísimo el torero -mandó callar a la banda- el "sopló"
muletazos por los dos pitones que fueron auténticos carteles de toros. Esa
manera de componer, de abandonarse, de interpretar el toreo en su más
grandilocuente acepción del término acabó por rendir a la afición gijonesa. Y
es que fue una faena para paladearla, de tremenda pureza, abrochada con unos
naturales de frente y a pies juntos de excelsa torería y unos doblones por bajo
también muy a modo. Tenía la Puerta Grande abierta de par en par, pero él
solito se la cerró con su mala espada.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de José Vázquez, de desiguales hechuras, caras y remates, noblotes,
algunos, incluso, con fondo de clase, pero condicionados por su escasez de raza
y pocas fuerzas. El tercero fue el más deslucido.
Morante
de la Puebla, de grana y oro:
pinchazo y estocada caída (ovación); gran estocada (dos orejas).
Julián
López "El Juli", de
nazareno y oro: pinchazo, casi entera baja y trasera, y descabello (ovación
tras aviso); estocada (dos orejas con algunas protestas).
Pablo
Aguado, de ciruela y oro:
pinchazo, otro hondo y dos descabellos (ovación tras aviso); tres pinchazos y
casi entera tendida y desprendida (gran ovación tras aviso).
En cuadrillas, magistral brega al tercero de
Iván García, que saludó después
montera en mano tras dos soberbios pares en el sexto.
La plaza registró tres cuartos de entrada
(unos 7.000 espectadores) en tarde espléndida. / EFE
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