martes, 27 de agosto de 2019

EN CAMISA DE 11 VARAS - Pablo Aguado: "Lo más duro es superar una tarde decepcionante"

LUIS ALEMANY

En mayo, abrió la Puerta del Príncipe y paró el tiempo en Las Ventas. En dos semanas, se convirtió en el torero que Sevilla y no sólo Sevilla anhelaba desde hace años. La entrevista se celebró días antes de la lesión de hombro de la que aún se repone.

- La noche antes de una corrida importante, ¿duerme bien?
Sí, duermo bien. Si hasta la siesta duermo. Me cuesta más dormir después de torear.

- ¿Y suele estar de buen humor? ¿Se le puede hablar, bromear?
Depende. Los días de corrida importante hay una inquietud vaga que está en todo. Todo molesta un poco.

- Hay un momento de pensar: "¿Cómo me he metido yo en este lío"?
Sí. Bueno, no sé si es exactamente esa frase la que piensas, pero en el patio de cuadrillas sí que llega un momento en el que lo pasas mal, en el que te planteas todo.

- ¿El miedo es un sentimiento que está todo el tiempo o se presenta de golpe en un momento concreto?
Está siempre y se hace presente en momentos puntuales. En el patio de caballos, por ejemplo. A mí me pasa también cuando me despierto de la siesta, en el momento ése en el que tardas un poco en tomar conciencia de dónde estás y entonces te acuerdas de que dentro de dos horas tienes que torear... Ahí hay un segundo de pensar ¿por qué tengo que hacer yo esto? Y luego hay momento en los que, no sabes por qué, te viene el mismo chispazo. Como decía Belmonte, el miedo te viene a ver y tienes que hablar con él.

- ¿Uno se prepara para hablar con el miedo?
Belmonte lo explicó perfecto. En realidad, no es el miedo quien habla, sino la conciencia negativa que te dice «te va a coger el toro, no vas a poder». Lo que tienes que hacer es responderle con la conciencia positiva que te dice «ya lo has hecho otras veces, sabes hacerlo, conoces perfectamente el oficio».

- Y en la lidia, ¿toma decisiones conscientes o es todo un dejarse llevar, una ensoñación?
Es que para poder dejarte llevar tienes que tomar decisiones muy racionales y muy rápidas. Tienen que ser instantáneas. Y eso sólo se consigue a través del conocimiento del toro, de haber visto mucho toro. Hay una frase que me gusta: hay que tener mucha técnica para olvidarte de ella. Pues es lo mismo.

- ¿Se acuerdo de todos los toros?
Sí. De casi todos.

- El día bueno de Sevilla de este año... ¿Usted llegó a la plaza con buen ánimo, más optimista?
Sí. Desperté de la siesta, salí a dar un trotecillo y vi que tenía el cuerpo encajado y que tenía ganas de torear. Y me di cuenta del contraste con las semanas anteriores, que habían sido de soledad, miedo y preocupación.

- ¿Cuánto tardó en saber que el toro era bueno?
Nada. Al primer pase.

- Y al terminar, ¿era consciente del valor de lo que ha hecho o necesitaba que alguien le pusiera nota?
El torero es el más consciente del valor de su trabajo. Siempre. A cada capotazo, antes de terminarlo, yo ya sé si es bueno o malo.

- ¿Le ha pasado mucho lo de encontrarse con un toro muy bueno y saber que no ha estado a la altura?
De novillero me pasó mucho. De novillero me costó dominar la mente y así se me fueron unas cuantas tardes... No es que fueran petardazos pero sé que no pude dominarlas. Me pasó en Sevilla y en Madrid también.

- ¿Cuál era el problema? ¿Concentración, vértigo?
El problema era que no encontraba un equilibrio entre lo que yo quería hacer como torero y lo que el público demanda a un novillero. Bueno, no es lo que el público demanda sino lo que yo pensaba que demandaba: entrega, ganas...No sabía encontrar el punto medio entre mi idea de toreo y lo que creía que la gente aplaude.

- ¿Le perturba el público? ¿Un grito desde el tendido le desconcentra?
Una voz poco agradable te puede hacer dudar, pero tienes que ser fuerte ante eso, recordar lo que le dije antes, que tú sabes mejor que nadie el valor de tu trabajo.

- ¿Se castiga mucho después de una tarde decepcionante?
Sí. Eso es lo más duro de todo. Saber que no has estado al nivel, que te ha superado la presión... Eso es lo peor.

- Creo que estuvo esta mañana haciendo preparación física.
Estuve andando, es lo que hago las mañanas de los días de corrida. Así desconecto un poco.

- ¿Cómo de en forma está? ¿Como un deportista de competición o como cualquier chico de su edad que va al gimnasio y se cuida?
Creo que algo a mitad de camino. Tampoco me hace falta estar más fuerte. Lo que exige el toreo es resistencia, sobre todo.

- Si cogiese tres kilos más de músculo, ¿torearía peor?
Creo que perdería agilidad. Pero sólo hablo por mí. Sé que hay toreros a los que el trabajo de gimnasio les ayuda, incluso para tener fortaleza moral.

- Luego va al ordenador, pone vídeos de Antonio Bienvenida y ve a un señor bajito y con tripa.
Hay grandísimas figuras del toreo que no pisaron un gimnasio.

- ¿Ve mucho toreo antiguo?
Sí. Me gusta mucho.

- ¿Qué le gusta?
Me gusta descubrir la personalidad tan diferente de cada torero. No es que toreasen mejor o peor sino a que eran distintos todos. Cada uno fiel a su estilo, todos diferentes.

- Lo que está implícito en esa respuesta es que ahora todo el mundo torea igual. Bien pero igual.
Los toreros están más preparados que nunca, tienen la técnica más depurada que nunca y hacen a los toros cosas que nunca se le habían hecho. Y creo que el toro también es más grande que nunca, más fiero. Quizá haya menos variedad porque hay más preparación.

- ¿Y toreo de 2019? ¿Ve mucho?
Mucho. Me encanta, admiro a todos mis colegas. Los veo a todos muy por encima de mí, no sé por qué, e intento aprender de ellos.

- En el callejón, ¿se ven bien los toros o uno está demasiado concentrado en lo suyo?
Los ves, los ves. Porque siempre aprendes algo y porque es importante estar metido en la corrida. Bueno, el toro que sale después del mío lo veo menos porque ahí la cabeza aún está dando vueltas.
- ¿Y cuando un colega está muy bien, piensa: qué hago yo ahora para no quedar mal?
Eso se piensas más desde fuera que desde dentro. Desde dentro tienes que confiar, esperar al momento y que la cosa fluya.

- ¿Es competitivo?
Conmigo mismo.

- ¿Tiene amigos toreros?
Sí. Alfonso Cadaval y Rafa Serna son amigos importantes.

¿Y a qué se dedican sus amigos de siempre?
Muchos, al campo, a la ganadería. Hay uno que representa a una marca de bebidas, otro es ingeniero, uno trabaja en joyería...

- ¿Alguno hay que vea con antipatía los toros?
No. Incluso los que eran más indiferentes se han acabado aficionando a través de la amistad.

- ¿Entonces, no se ve a menudo teniendo que explicar por qué merece la pena que la fiesta exista?
Rara vez me ha venido alguien a debatir. Y cuando me he encontrado en esa situación, he podido dialogar respetuosamente. / Diario EL MUNDO de Madrid

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