martes, 27 de agosto de 2019

ASTE NAGUSIA 2019 – OCTAVO FESTEJO: Dos horas y media, sobraron dos

Otra corrida de las interminables. Desigual y dispar corrida de Fuente Ymbro. *** El francés Juan Leal, una oreja en cada toro,  confirma sus progresos, su valor  y sus ganas de ser.
 
BARQUERITO

LOS TRES TOROS cinqueños de Fuente Ymbro se abrieron en lotes distintos. Se jugaron de impares. Fueron de muy dispar condición. Remolón y escarbador el primero, desganado y frío. Más escarbó el tercero, que se empleó en el caballo –picó lo preciso Oscar Bernal-, arreó en banderillas, bramó como un poseso, se fue mucho de las manos y por eso pegaría tantos testarazos.

El quinto, estrecho de sienes, diadema o flequillo cortísimos, como recién rapado, fue el de mejor aire de los tres. Embistió despacito. No parecía el atómico fuenteymbro que tantas veces se ha jugado en Bilbao. Hacía mucho tiempo que no se veía en la ganadería, y en plaza de primera,  un toro armado por delante y engatillado. Con el sello antiguo de Jandilla. Fueron la fijeza y el suave recorrido lo que marcó la diferencia con todos los demás.

Finito, que abusó de los lances de brega como si fuera un tentadero, apenas pasó con el primero de las rayas y en corta distancia. Algún muletazo tirado con bigotera, dos cambiados por bajo, pero la faena, convencional y breve por necesidad, fue en corta distancia y ahí se paró el toro. El tercero fue toro de más a menos. Estuvo a punto de soltarse a tablas. No llegó a tanto. Metió la cara pero, frágil, claudicó. Desarmó a José Garrido dos veces. Tras la primera, empezó el toro a cabecear. A pesar de eso le pegó Garrido muchos pases, pero en faena sin brújula. O gris, sin brillo.

El día había amanecido en Bilbao como el resto de la semana. Un sol radiante. Del norte, que ni calienta ni quema. Pero media hora antes del paseo, un triste nublado y un frío que calaba cambiaron el signo de la función. No toda. En la primera mitad Juan Leal arriesgó como suele con el toro de más trapío de los seis de sorteo. Un segundo cuatreño. Lo aplaudieron de salida. No fue ni sencillo ni complejo. Se movió lo justo. Parecía de los de claudicar. Aguantó sin duelo Leal, que se había asomado a la pasarela en el primero. Un quite por valencianas o saltilleras, dos, y una revolera.

Venía con ganas y ambición. Su expediente en Vista Alegre eran dos corridas de Miura de atragantarse. Sentiría la mudanza para bien. Y para bien una faena de buen dibujo despegadito en la suerte natural. Abierta en los medios con cambiados por la espalda dentro de tanda temeraria, tuvo altibajos, algún ingenuo pecado de colocación y firmeza en una serie con la zurda bien tirada. Hubo sus dosis de je-toro-je, mejor las formas que el fondo y, en la suerte contraria, una estocada sin esconderse pero soltando engaño.

La segunda mitad de corrida fue de hechuras mejores que la primera. Hondo el cuarto;  bien rematado el sexto. Se repitieron casi al calco las escenas. Finito hizo el gasto sin mayor relievo. No tan frío el cuarto como el primero, pero sometido a trato semejante. Encajado Finto al hilo del pitón, toques sutiles, el pulso de sus famosas muñecas. Muchos tropezones del toro, que claudicó no poco.

Quinto y sexto dieron juego. El uno recorrió mucha plaza en una faena de entrega de Juan Leal. El otro quiso irse a tablas a los diez viajes. No llegó a irse del todo, pero se soltó sin remedio. Leal había vuelto a dejarse ver con el capote Tafalleras en el cuarto, que lo midió. Y en el quinto, más. Galleando de costado y mirando al tendido, un lance de la tauromaquia de Paco Ojeda, se puso rumboso. Y después serio con la muleta. Despacio, vertical, enterradas las zapatillas, se acopló a la calma fiable del toro. Con él se acabó batiendo en dos series de trenzas, roscas, circulares invertidos. Las inevitables y sedicente bernadinas, tan espesas. Y, al cabo, un clamor.  La estocada, sin puntilla. Llegó a pedirse, como tantas tardes de la semana, una segunda oreja.

Garrido salió en otro son con el bello sexto, fosco, castaño albardado, cara larga. Lo llevó al caballo galleando de frente por detrás. En la salida del primer puyazo, estuvo a punto de ser arrollado Antonio Chacón hijo. Trabajo prometedor de Garrido porque el toro galopó. Ayudados por alto de rodillas, a los medios sin demora, bastantes voces. Dos de pecho espléndidos. Más afán. Hasta que se soltó el toro. No le vio Garrido la muerte el toro. Rozando el segundo aviso. Dos horas y media. De castigo las dos. No la media.

FICHA DEL FESTEJO
Sábado, 24 de agosto de 2019. Bilbao. 8ª de las Corridas Generales. Nublado, fresco. 4.500 almas. Dos horas y media de función.
Seis toros de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo).
Finito de Córdoba, silencio en los dos.
Juan Leal, una oreja en cada toro.
José Garrido, silencio tras aviso en los dos.
Se aplaudieron dos precisos puyazos de Óscar Bernal al tercero.

Postdata para los íntimos.- El paisaje nuevo de Bilbao tiene sus magias y sus condenas. El puente de La Salve, desfigurado por pintarse los tirantes de colores el proyecto de Frank Gheri, se come media ladera de Archanda. En cambio, la torre de Ibedrola y las dos de Isozaki están muy bien encajadas. Sin monte a la vista. Ni siquiera un mal repecho.

He cruzado a pie el polémico Zubizuri, la obra que acabó en pleito sangrante entre el Ayuntamiento y Santiago Calatrava. Un paseo desde el Campo del Volantín hasta el Arenal, Y un callejeo sin rumbo por el Casco Viejo y las Siete Calles. Hasta esa zona tan de batalla estaba limpia. Un milagro después de la noche del viernes, que es un final anticipado de la Semana. Estaba abarrotado el barrio todo.

Un golpe de fortuna cuando por el calor iba a desfallecer. A la parada del Mercado de la Ribera llegaba en ese momento el 56, que viene desde La Peña y termina en el Sagrado Corazón. Para en la puerta del Monterrey. Y paraba antes del cierre en el Guría. El Monterrey, como siempre. Cocina del país. La crema de pescado y una ración .gigante de pisto. No he podido con tanto. Un helado de turrón en el Alaska. No pude dormir la siesta. Lleno el correo. Me enfrié en los toros. Y me aburrí mucho.

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