jueves, 15 de agosto de 2019

TEMPORADA EN LAS VENTAS – CORRIDA DE LA VIRGEN DE LA PALOMA: La inmensa torería de Juan Ortega

El sevillano firma una exquisita faena malograda con los aceros; floja corrida de Martín Lorca.
GONZALO I. BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
Madrid

Un crujido estremeció el alma de los aficionados en el primer trincherazo de Juan Ortega. El núcleo de aficionados que fielmente acude a Las Ventas tuvo paladar para saborear, jalear y exponenciar la exquisita obra del sevillano. La Virgen de la Paloma siempre ha sacado toreros.

Con su bendición han resucitado carreras, han surgido figuras y ha dado alas a toreros en vías de extinción. Así ocurrió el año pasado con Juan Ortega, de aquellos polvos estos lodos. De la reveladora torería al despertar de la sensibilidad artística que se vivió ayer en Las Ventas. Entre medias, la cumbre capotera de Resurrección y la nulidad de opciones en San Isidro. También un absurdo apoderamiento por parte de Plaza 1 para tenerlo parado en su casa. Y la mala elección de escoger una destartalada y pesada corrida de Martín Lorca en forma de oportunidad envenenada.

Dobló las manos el acapachado tercero como lo habían hecho sus hermanos. Con mimo lanceó Ortega ayudándole con las yemas y empujándolo. La torería de las formas estuvo acompañada por una calidad tremenda en muletazos para el recuerdo. Todo hecho despacio, dándole sus tiempos al toro. Eso que los antiguos llamaban torear sin torear. Una tanda eclosionó el toreo de siempre traído a estos días con las yemas de los dedos en el centro del palillo, el pecho por delante, la suerte cargada. Los naturales, de uno en uno, surgieron naturales y preñados de empaque. El pase de pecho sin excentricidades que cerró la tanda levantó a algunos aficionados. De tendido a tendido un señor le mostraba el bello del brazo de punta. Por el derecho el toro no era igual, el contado poder le llevaba a defenderse por ahí. El final andando, con trincherillas, pases del desprecio, cambios de mano fue para enmarcar. Se presentía la oreja pero la defectuosa estocada estuvo agravada con varios descabellos. La fuerte ovación saludada desde el tercio vino a decir: «Esto es lo que gusta en Madrid». Nada pudo hacer con el resevón y malo sexto.

Fernando Robleño hizo el paseíllo montera en mano, con la tristeza de haber perdido horas atrás a su abuela, a quien fue dirigido el brindis de su primer toro. Antes, había saludado una ovación por la torera y madura actuación en la corrida de Escolar en San Isidro. La poca fuerza del primer oponente sólo le permitió dejar algún derechazo con verticalidad. El cuarto podría haber lucido el hierro de Cuadri en su basta hechura. Sin cuello, montado, largo, hondo. Una bestia de 700 kilos ante el enjuto torero de San Fernando de Henares. La brusquedad de sus primeras arrancadas se fueron sosegando. Se entendieron en una tanda sobre la mano derecha. Después no hubo el mismo acople, el bruto pegó derrotes a destiempo y Robleño estuvo algo espeso.

Sebastián Ritter volvió a vestirse de luces en el mismo escenario donde cayó herido de gravedad. Tres meses de espera, recomponiendo el cuerpo y buscando la senda del toreo. El brindis a García Padrós fue puro agradecimiento. Devolvieron el toro de su resurrección torera y decidió correr turno. En su lugar apareció un sosote y manejable toro en el que sólo pudo mostrar el buen asiento de sus plantas. El exigente inicio tampoco ayudó demasiado. De Osborne era el sobrero que apareció en quinto lugar. Tan cornipaso que cuando se quedaba montado se parecía a sus hermanos metálicos de las carreteras. Fue noble pero falto de ritmo. El colombiano firmó una larga faena y naufragó con los aceros.

Los corrillos comentaban a la salida el aroma de torería que porta la tauromaquia de Juan Ortega.

Merece más oportunidades.

MARTÍN LORCA - Fernando Robleño, Sebastián Ritter y Juan Ortega

Monumental de las Ventas. Jueves, 15 de agosto de 2019. Festividad de la Virgen de la Paloma. Unas 6.300 personas.

Toros de Martín Lorca, uno de Escribano Martín (1º) y un sobrero de Herederos de José Luis Osborne (5º). Desrazado y sin fuerza el 1º, soso el 2º bis del hierro titular, de contado poder el 3º, bruto el 4º, noble el 5º bis y malo, sin paliativos el 6º.

Fernando Robleño, de verde botella y oro. Estocada corta (saludos). En el cuarto, pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio).

Sebastián Ritter, de verde oliva y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el quinto, seis pinchazos y un descabello. Aviso (silencio).

Juan Ortega, de hueso y azabache. Estocada delantera y suelta y varios descabellos. Aviso (saludos). En el sexto, varios pinchazos y un descabello (silencio).

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