jueves, 29 de agosto de 2019

FERIA DE SAN JULIÁN – CIERRE DE FERIA: El poderío de El Juli en el templado regreso de Aguado

Buena faena del sevillano en su regreso tras diez días de convalecencia; la figura madrileña malogra con los aceros una obra importante; entonado Manzanares.
GONZALO I. BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
Diario EL MUNDO de Cuenca

Además de la revelación de la temporada, Pablo Aguado ha sido este verano el aliciente de muchas ferias. El hilo argumental que ha sujetado el toreo cuando las lesiones han tumbado a Roca Rey. El volteretón de Gijón dejó también al sevillano fuera de juego durante diez días. Su temple ha vuelto iluminado. José Vázquez lidió tres toros con posibilidades. Uno de ellos potenciado y explotado por un Juli en maestro y aguerrido. El guante de seda y la mano de hierro.

El silencio se apoderó de la plaza de toros de Cuenca cuando Pablo Aguado desplegaba su capote. Una expectación silente que se rompió en la primera verónica: sencilla y suave. Brotaron como de la nada varios capotazos con ritmo en los que el toro humilló en el embroque. La media altura hizo romper al toro hacia delante. La faena de Aguado fue medida, templada, de puro sentimiento. Hubo naturales a cámara lenta. Con inteligencia firmó un final a dos manos genuflexo que intercaló con ayudados por alto, trincherillas y pases de la firma. La parroquia entregada en cuatro tandas, un inicio y un final ¿para qué más? Únicamente la espada le privó del triunfo. Sólo pudo firmar unos cuantos naturales aislados y algunos detalles de torería ante la fragilidad de cristal del sexto.

El Juli cuajó al buen Jornalero de José Vázquez. Un toro al que le costó centrarse pero que fue a más en todo momento. El Juli empezó ayudándole, rompiéndolo hacia delante. La ciencia. El toro se desplazaba ese tranquito más allá después de un embroque humillado. La obra de la figura madrileña tuvo una fase vertical de mando desde arriba y otra muy roto con exigentes circulares. Todo era seguro, todo era rotundo. Cuenca bramaba con su poderío. Alargó la obra El Juli tratando de provocar el indulto del bueno de Jornalero que ya había amagado con rajarse unas cuantas veces. La insistencia le pasó factura en la suerte suprema y la gran faena quedó premiada por una oreja. La conexión y el afán contrastó con la aburrida sensación que había dado con un primero que no podía con su alma.

El capote de José María Manzanares resurgió con un cinqueño al que embarcó perfecto pese a los extraños de salida. Las verónicas fueron arrebatadas, con tanto mando como expresión. La horma perfecta a la humillación desordenada. La faena de muleta fue una obra de fina orfebrería. La calidad del astifino fue mecida con la seda más precisa de Alicante. Llevó la embestida muy cosida a la muleta en tandas cortas tras pausados paseos para darle su tiempo. Oxígeno para ir, clase para meter la estrecha cara en los vuelos de Manzanares. Perdió, sin embargo, la precisión con el acero. Se devolvió el quinto cuando se había repuesto de su flojera y no se echó para atrás el inválido sobrero. El presidente, un lumbreras. De su lidia sólo se recordará el extraordinario puyazo de Paco María. La bronca final pidió la dimisión del presidente.

JOSÉ VÁZQUEZ - El Juli, José María Manzanares y Pablo Aguado

Plaza de toros de Cuenca. Miércoles, 28 de agosto de 2019. Última de feria. Tres cuartos de entrada.

Toros de José Vázquez y un sobrero del mismo hierro (5º bis), justos de presentación. Obediente el débil 2º, humillador el 3º y bueno el 4º. Sin fuerza el 1º, 5º bis y 6º.

El Juli, de tabaco y oro. Pinchazo, estocada atravesada y dos descabellos (silencio). En el cuarto, pinchazo, pinchazo hondo y un descabello. Aviso (oreja).

José María Manzanares, de grana y oro. Estocada trasera y tendida (saludos). En el quinto, estocada corta (saludos).

Pablo Aguado, de marfil y oro. Dos pinchazos, media estocada y dos descabellos (saludos). En el sexto, media estocada (palmas).

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