El
extremeño abre la Puerta Grande tras una faena que recordó a su maravillosa
gloria venteña junto a Álvaro Lorenzo, que le igualó en trofeos pero no en
contundencia.
MARÍA
VALLEJO
@m_vallejo_
Gijón
Un grupúsculo de antitaurinos esperaba al acecho
frente al Bibio. "Lliberacion sexual animal", rezaba en bable la
pancarta reina. Acorde con la ridiculez de quienes la enarbolaban. Que parecían
haberse escapado de una obra de Mihura. Por aquello del teatro y lo absurdo...
Ferrera borró la sinrazón de un capotazo.
Levitando entre chicuelinas marcadamente acaderadas. Su cuadrilla sublimó la
lidia total: exquisitos los pares de Sánchez y Sanguino y la brega de Montoliú.
AF, en estado de gracia, se impuso a la embestida bueyuna del primero de
Montalvo. Presentida en sus líneas bastas y atacadas de kilos. Traspasado el
ecuador, explotó todo. Sin ayuda, como ya es marca registrada, Ferrera dibujó
con abandono dos bellas tandas de naturales zurdos y diestros. Un farol
barroquísimo precedió al bello cierre por alto. Y a la oreja de ley.
Con Jaspeadito llegó el delirio daliliano. Antonio
Ferrera se dio a él como si no fuera un manso de libro. Ajeno al marcado y feo
calamocheo, hizo brotar dos series diestras de su figura recta y desmayada.
Antes de despatarrarse y dejarse ir el pecho en pos de los naturales que de él
le nacían. Jugando con los tiempos y las distancias. Y nuevamente sin espada en
las dos rondas finales; flashback a la gloria venteña que Zabala de la Serna
bautizó como "la creación que soñó Dalí entre relojes derretidos y tigres
en la cabeza". Selló la cumbre de su obra miscelánea con los vuelos de
media muleta. Y esa forma tan suya de salir de la cara del toro, que revive en
Antonio al mayor de los Gallo. Una sola oreja se antojó tan tacaña...
El segundo se devolvió por flojo con dos pares de
banderillas ya en el lomo. El sobrero del hierro titular se movió sin clase.
Paco Ureña firmó una faena ligada y compacta. La estocada, sincera en
ejecución, lo degolló de modo infame. Mientras la gente aplaudía, confundiendo
la asfixia con una muerte brava, Ureña polulaba desplantado y complaciente
alrededor. Ver para creer... El quinto fue tan manso como sus hermanos. Y la
labor de Ureña, tan esforzada como kilométrica: el aviso le cogió toreando.
El tercero fue otro cantar. El de las xanas en
favor de Álvaro Lorenzo. Que sustituyó al Fandi, por el pleno de la tarde
anterior, con el mejor toro de la mansada. Cacique descolgó con notable tranco.
Pero el conjunto no pasó de la fría corrección. Faltó un paso al frente en las
series pulcras por ambas manos. Las manoletinas finales y el estoque certero
avivaron el clamor hasta la oreja. El aliciente en el sexto fue esquivar
tornillazos. La limpieza a ratos le puso la oreja en la mano. Y le franqueó la
salida a hombros junto a Ferrera. Sin la contundencia del día anterior. Ni la
del extremeño. Amo y señor de la tarde. Y del delirio torero de Dalí.
MONTALVO - Antonio Ferrera, Paco Ureña y
Álvaro Lorenzo
Jueves, 15 de agosto de 2019. Plaza de El
Bibio. Dos tercios de entrada.
Toros de Montalvo, desiguales en presentación y muy mansos en líneas
generales.
Antonio
Ferrera, de grana y oro. Estocada
ligeramente caída y un descabello (oreja). En el cuarto, estocada baja (oreja).
Paco
Ureña, de blanco y oro. Estocada
baja. Aviso (palmas). En el quinto, un pinchazo, estocada atravesada y tres
descabellos. Dos avisos (saludos).
Álvaro Lorenzo,
de tirita y oro. Estocada caída (oreja). En el sexto, estocada trasera y un
descabello (oreja)
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