jueves, 15 de agosto de 2019

SEMANA GRANDE EN DONOSTÍ – PRIMERA CORRIDA: Manzanares, el 'Halcón' y la espada

El alicantino desoreja a un bravo toro de Cuvillo premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; dos trofeos para Ferrera y otro para Cayetano con una notable corrida.
 
ZABALA DE LASERNA
San Sebastián
Foto: EFE

Pronto empezó la fiesta de cuvillos en San Sebastián. Un toro de clase enamorante y la heterodoxia de Antonio Ferrera descorcharon la alegría. Traía temple en su preciso poder el recortado y redondo cinqueño, armónicas hechuras. Los tenues inicios y el buen son del colorado Barredor se consolidaron. Medido el castigo, contados los capotazos. Un breve quite por chicuelinas, casi al paso. De los suyos. Que nacen bajo el peto. La embestida creció con el amable trato y las generosas distancias. La humillación siempre presente. La faena de AF desprendió torería y variedad, dispersa de terrenos. Muchas cosas, genialidades e improvisaciones. En serio, una extraordinaria y despaciosa serie de naturales. A cámara lenta. Ahí Barredor enseñó toda su categoría. Que mantuvo hasta el final. Abandonada la espada simulada, el lío de las luquecinas trepó por los tendidos. Como los derechazos a los vuelos, sin la ayuda. Y Ferrera volvió a mirarse en el espejo del 1 de junio en Madrid: unos quince o veinte metros entre el matador perfilado y el toro pronto. Bastó media estocada en todo lo alto para provocar la muerte (y el derrame). Cayó la oreja exacta cuando se pedía la segunda...

Otro tipo de bravura portaba el musculado quinto. De transmisión y repeticiones volcánicas. Halcón arreaba con cojones, todo por abajo. Su piel dejaba fogosas estelas rojizas. Empujó de verdad en el caballo de Chocolate. Que agarró los puyazos arriba, fuertes. José María Manzanares planteó la faena en los mismo medios tras el trajín de tanteo que nunca adquiere el rango de apertura. Y sobre el platillo se agarró al piso ante el vendaval que se avecinaba. De todas las series, que fueron muchas, una en redondo alcanzó cierta armonía y entrega; todas las demás sonaban técnicamente defensivas, de traer y llevar, más que reducir. Que no era fácil. Halcón marcaba un ritmo trepidante. Y Manzanares ligaba los derechazos tersos y tirantes. Torear con una tabla tiene eso, rigideces corporales al margen. Sobre la izquierda, fluía menos la cosa. Por esa mano hay menos defensa y los movimientos se desacompasaban. No paraba el cuvillo de prender cartuchos de T.N.T. Exigió tela. Todavía a últimas se arrancó con la casta incendiada. Como si le quedara más dentro. JMM se fue a por la espada, el arma que todo lo tapa. Un espadazo en la suerte de recibir reventó a Halcón. Que se resistió a morir exaltando su raza brava. El palco se despendoló con las dos orejas; la vuelta al ruedo en el arrastre se impuso.

El último toro de nota fue el sobrero. Que hizo sexto bis con sus cinco años cumplidos y su espléndido porte que explicaba su suplencia. Fácil por su bondad sin apreturas, su manera de hacerlo por fuera. Parecía el alma gemela de Cayetano. Así fue la faena, abierta de rodillas. y cerrada mirando al tendido y por alto. Suave como el son sostenido del cuvillo. Rivera, además de su bajío, cuenta con una espada inapelable y un estilo peculiar. La superior estocada siguió la generosa veta de trofeos.

Otro le había dado el palco a Antonio Ferrera por un volapié a cámara lenta: ¡qué notables espadazos se vieron! El más basto cuarto embestía como era, brutote. Manejable pero bruto. Ferrera se lo curró concienzudamente. Incluso cuando se apagaba la llama del fondo. Las luces de un quite por faroles aún parpadeaban.

En la fiesta de los cuvillos, sólo fallaron los feos, los estrechos segundo y tercero. Quizá porque tenían que fallar. Especialmente el de Manzanares, agalgado y degollado por fuera, geniudo por dentro. Todavía el de Cayetano tuvo su buen trato por el pitón derecho. Más movilidad que verdadero empuje. Lo suficiente para estar de otro modo -¡ay, qué dolor de giraldillas!- con más de 10 años de alternativa.

A Manzanares lo sacó a hombros una legión de porteros.

NÚÑEZ DEL CUVILLO - Antonio Ferrera, José María Manzanares y Cayetano

Plaza de Illumbe. Miércoles, 14 de agosto de 2019. Primera de feria. Unas 7.000 personas.

Toros de Núñez del Cuvillo, incluido el sobrero, tres cinqueños (1º, 3º y 6º bis); de diferentes hechuras y remates; de templada clase el 1º; de nervudo genio el manso 2º; de buen pitón derecho el 3º; manejable pero brutote y a menos el 4º; extraordinariamente bravo el 5º, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; notable y fácil el 6º bis.

Antonio Ferrera, de grana y oro. Media estocada arriba en la suerte de recibir (oreja y petición). En el cuarto, estocada pasada. Aviso (oreja).

José María Manzanares, de azul marino y oro. Estocada baja (silencio). En el quinto, gran estocada en la suerte de recibir (dos orejas). Salió a hombros.

Cayetano, de verde hoja y oro. Estocada trasera y atravesada y descabello. Aviso (silencio). En el sexto, estocada (oreja).

No hay comentarios:

Publicar un comentario