El
lorquino muestra la clarividencia de su momento torero cuajando al mejor toro
de un deslucido conjunto de Parladé; sin suerte Ferrera y un vapuleado Juli.
GONZALO I.
BIENVENIDA
Colmenar
Viejo
El destino vino a boicotear la apuesta de Carlos
Zúñiga en Colmenar Viejo. Quiso estrenarse en el coso de la capital de la
sierra madrileña con un cartelazo del que sólo quedó El Juli por las bajas de
Roca Rey y Pablo Aguado. Antonio Ferrera y Paco Ureña recompusieron el cartel que
se había roto en mil pedazos.
También quedó una preciosa y entipada corrida de
Parladé que denotó el trabajo de campo pero que no dio el juego esperado. El
fino sexto sacó la cara por todos sus compañeros y tuvo la suerte de
encontrarse a un torero en gracia como Paco Ureña, que debutaba en La
Corredera. Un toro que colocó la cara en los capotes, que midió en el inicio de
faena pero que agradeció el sincero argumento torero del murciano. Aguantó las
probaturas del toro para después ofrecerle la muleta con toda su pureza. El
toro se entregó en una tanda tan dominadora como ceñida a derechas. Después
llegó la verticalidad ajustadísima de la izquierda. El gobierno no riñió con la
estética del murciano que extrajo el buen fondo del juampedro. Como una vela se
fue detrás de la espada. El pinchazo previo frenó la petición de la segunda
oreja pero la que paseó no tuvo discusión. Mañana tiene la oportunidad de
revalidar su indomable momento junto a Miguel Ángel Perera y Diego Ventura por
delante.
Logró helar los ánimos de la plaza en un
escalofriante quite por gaoneras al primer toro de su lote. Se vencía en cada
viaje por el pitón derecho pero no le importó. La faena fue otra obra de tío.
Sin trampa ni cartón, a carta cabal. Ofreciéndole más de lo que merecía el
geniudo e incierto parladé. Extrajo algunos naturales con gusto así como los
pases de pecho que fueron soberbios. La ovación se quedó corta para agradecer
el agrio esfuerzo.
La lluvia fue el factor aliado del destino para
terminar de fastidiar a Zúñiga. Media hora antes del inicio de la corrida cayó
un chaparrón que dispersó a parte del tumulto que se arremolinaba en las
taquillas. Se recompuso el ruedo tras el aguacero y se echó hacia delante la
corrida. Antonio Ferrera abrevió con el áspero primero y porfió con un cuarto
que se terminó rajando. En ambos se mostró su técnica segura.
La suerte negada se encontró El Juli. Mostró su
versión más templada ante el primero de su lote tanto en el recibo por
verónicas de manos bajas y figura erguida, como en una faena templada en la que
dio sus tiempos al toro de Parladé que ni podía ni quería romper hacia delante.
Paciente, consintiendo, sin atacarse. Todo a favor del toro que no respondió
como esperaba. Una voz a destiempo le llevó a desconcentrarse en la suerte
suprema.
El hondo quinto no se definió en los primeros
tercios pero Juli creyó en él brindándolo a la parroquia. El buen inicio
contrastó con dos tandas en las que el toro se mostró más probón y agarrado al
piso. El Juli no se dio coba y decidió irse a por la espada ante el descontento
general. El sartenazo en los bajos no ayudó. Las opiniones se dividieron,
aunque sólo se quedaron los adversos cuando cruzaba el ruedo la figura
madrileña al término de la corrida. Los pitos y abucheos resultaron desmedidos.
La verdad desnuda de Paco Ureña ya aguarda a la
corrida de El Puerto de San Lorenzo.
PARLADÉ - Antonio Ferrera, El Juli y
Paco Ureña
Plaza de La Corredera. Lunes, 26 de agosto
de 2019. Tercera de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Parladé y uno de Juan Pedro
Domecq (5º), correctos de presentación y deslucidos en su conjunto, a
excepción del 6º.
Antonio
Ferrera, de azul marino y oro.
Metisaca bajo (silencio). En el cuarto, estocada habilidosa y cuatro
descabellos (silencio).
El
Juli, de nazareno y oro.
Pinchazo, estocada corta, trasera y un descabello (silencio). En el quinto,
pinchazo y sartenazo (división de opiniones).
Paco
Ureña, de blanco y oro. Estocada
trasera (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada (oreja con petición de la
segunda).
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