El
lorquino corta dos orejas y sale a hombros con Diego Ventura
LUCAS PÉREZ
Colmenar
Viejo
Diario EL
MUNDO de Madrid
Ante la baja de Pablo Aguado el lunes, y con el
efecto reciente del rotundo pleno en Bilbao, Paco Ureña aceptó el doble reto en
Colmenar Viejo. Un paso al frente que puso a los colmenareños de su parte.
Primero fue la sincera faena bajo la lluvia in extremis del lunes. Y ayer el
lorquino, en el mano a mano a pie con Perera como previo al de la Feria de
Otoño, volvió a demostrar el momento dulce en el que se encuentra. Soberbio fue
el recibo capotero a su primero. Cadenciosas resultaron las verónicas ganando
terreno para rematar con dos medias acheneladas en los medios. Apuntó calidad
el toro y se cuidó su castigo en el caballo, pero llegó apagado a la faena pese
al inicio sin exigencia por estatuarios. Ureña, que brindó el toro a sus
compañeros de cartel, se mostró centrado y firme y, aunque hubo verdad en los
naturales, su trasteo no alcanzó las cotas de intensidad deseadas por la falta
de pujanza del toro.
De nuevo hubo suavidad en el recibo al que cerró
tarde. Se intuía faena grande pero el toro acusó el peso (590kg) y le costó ir
adelante en el último tercio. Pese a todo, hubo profundidad por momentos. Y
pureza en los naturales finales de frente. Una gran estocada le aseguraba el
premio. Cuando parecía que todo se enfriaba al levantar el toro el puntillero,
la posterior muerte lenta sensibilizó al público, que pidió las dos orejas para
Ureña. Quizá las últimas a un toro en La Corredera tras la promesa del alcalde
Jorge García de derribar la plaza para levantar una cubierta multiusos para
futuras ediciones de la Feria de los Remedios.
Que la banda de música haya sido objetivo de las
iras del público día tras día en esta feria pone en duda su criterio a la hora
de actuar en la plaza de toros. Se lo recriminó ayer Diego Ventura a mitad de
su faena al primero, con el que calentó a los tendidos a lomos de Lío y poco
después con las cortas al violín. El rejón de muerte necesitó de un descabello
y el premio se quedó en una oreja.
Lo bordó con el noble cuarto. A lomos de Fino
templó a dos pistas y en banderillas brilló sobre Bronce. El final con las cortas
volvió a encender al público, que pidió para él la oreja que le abrió la puerta
grande.
El primero de la lidia a pie apuntó tendencia a la
huida a toriles. Miguel Ángel Perera tomó nota del aviso y trató de sujetarlo
en el tercio llevándolo cosido a la muleta. No hubo forma. Ni limpieza tampoco.
Lo mejor fue la estocada. Por derecho. Y esa manera de matar tan contundente
animó al respetable a pedir una oreja concedida por el presidente.
Trató con suavidad de salida al quinto el
extremeño. El toro, como sus hermanos con el hierro de Sánchez Arjona pero
propiedad ya de Puerto de San Lorenzo, apuntó calidad, pero careció de fondo y
finales. Y se paró muy pronto. Perera lo desplazó en la periferia, sufrió un
desarme al natural y su labor desembocó en la pesadez y el encimismo.
SÁNCHEZ ARJONA / PUERTO DE SAN LORENZO -
Diego Ventura, Miguel Ángel Perera y Paco Ureña
Plaza de La Corredera. Martes, 27 de agosto
de 2019. Última de feria. Media entrada.
Dos toros para rejones de Cortés de Moura y cuatro para la lidia
a pie de Sánchez Arjona propiedad de Puerto
de San Lorenzo, bien presentados, con nobleza y a menos.
Diego
Ventura. Rejón de muerte y
descabello (oreja). En el cuarto, medio rejón trasero y descabello (oreja).
Salió a hombros con Ureña.
Miguel
Ángel Perera, de azul pavo y oro.
Estocada (oreja). En el quinto, estocada (ovación).
Paco
Ureña, de gris plomo y oro. Dos
pinchazos y estocada atravesada. Dos avisos (ovación con saludos). En el sexto,
estocada. Aviso (dos orejas).
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