El
joven toledano corta cinco orejas y sale a hombros junto a Eugenio de Mora que
se llevó tres de un notable encierro de Alcurrucén
DARÍO
JUÁREZ
@dariojuarezc
Diario EL MUNDO de Madrid
Parecía que la Feria de Borox de este año estaba
destinada al olvido más inmundo. Y es que las fuertes lluvias que dejaron las
tormentas acaecidas el pasado lunes devastaron las tierras de siembra y el
recinto ferial de este municipio toledano. Sin embargo, los cimientos de la
plaza de toros sí resistieron la violenta embestida del temporal. En plenas
fiestas, un festejo siempre levanta el ánimo de aquellos que pasan estos días
tan señalados en el pueblo con familiares y amigos. Y hoy había toros en Borox.
Llevó el metrónomo toda la tarde. Las distancias,
las inercias, las alturas y los tiempos. Álvaro Lorenzo embelesó a Borox. La
tierra del maestro Domingo Ortega fue testigo del momento de clarividencia por
el que atraviesa este joven torero toledano, sobre todo con la faena al quinto.
Un toro de Alcurrucén abrochadito, al que recibió con lances a la verónica de
suma caricia. El toro transmitía y se movía con mucho celo hacia los engaños
que le presentó Lorenzo, cuando la torera apertura llena de muletazos
cadenciosos toreados con la cintura, ya presagiaba una obra de cante grande. A
media altura decidió hilvanar las primeras series dejando la muleta a modo de
espejo delante de la faz. Ni un tirón, ni un cite con brusquedad... Todo era
mimo y toreo profundo. La parroquia solicitaba a la banda que arrancara el
pasodoble, pero al director le debía de llegar el agua hasta los talones. El
toro se fue apagando poco a poco, sin embargo, Álvaro con mucha inteligencia
supo añadir el toreo accesorio a la obra ya formada, con redondos invertidos
que levantaron a los tendidos. El epílogo se sucedió entre ayudados por alto,
una trincherilla y un desdén. Al morrillo miró y allí que se fue con la espada
para dejar una estocada entera, un tanto contraria, lo que le obligó a utilizar
el verduguillo. Dos orejas más.
Los trofeos, como la lluvia, caían sin
conocimiento. "Dale otra, mujer; que se está calando el muchacho", le
gritaban a la presidenta. Pues otras dos vinieron del sexto. De nombre
Licenciado y, con él, el instantáneo recuerdo de su reata. Éste no embistió
como aquellos dos hermanos que les dieron el triunfo a Juan del Álamo y El Juli
en Madrid, aunque Lorenzo no estuvo incómodo y el toro empezara a actuar de
otra guisa que en los primeros compases de faena. Del segundo se llevó una
oreja por su depurada técnica, ya que el animal no tuvo ni clase ni entrega.
Protestaba mucho tirando derrotes a las banderas, a lo que Álvaro contestó con
la corrección, pese a que deteste que le llamen 'torero correcto'.
A Eugenio de Mora, a estas alturas de la película,
sólo se le ve disfrutar con lo que hace. La veteranía que da el paso de los
años le ha hecho afrontar las tardes buscando mostrar su recia y castellana
tauromaquia, pero con el único fin de encontrar la comodidad interior. El dejar
la presión a un lado, el querer encontrarse bien consigo mismo, salga el toro
que salga... Eugenio disfruta. La chupa de agua incidió en sus tres toros de
manera constante. Tres orejas paseó de cada animal. Y las tres, de tres faenas
muy parecidas por la condición de los toros. Al primero le exigió por abajo lo
habido y por haber, ya que el animal pedía enteros y su casta, también. De
mitad de faena en adelante, el toro se afligió saliendo del muletazo
desentendido. Momento que aprovechó el de Mora para dejársela puesta para que
no pensara y hacer la famosa rueda de la ligazón. Al segundo de su lote le tuvo
que poder mucho, poniendo lo que al toro le faltaba; entre tanto, humillación,
entrega, prontitud y fijeza. Todo lleno de carencias.
Con el quinto, invitó al sobresaliente Chapurra a
lancear al toro en el turno de quites. Ya en la faena, Eugenio le propuso su
firmeza y esa muñeca que bajaba a los infiernos para dejar derechazos de
notable factura, aunque la transmisión del toro se quedara en la movilidad del
pasar por pasar.
ALCURRUCÉN - Eugenio de Mora y Álvaro
Lorenzo
Plaza de toros de Boroz. Viernes, 30 de
agosto de 2019.
Toros de Alcurrucén, desiguales de hechuras y juego. Con ritmo el 1º; sin
entrega el 2º, de más a menos el 3º, con mucha transmisión el 4º, muy rajado el
5º y parado el 6º.
Eugenio
de Mora, de coral y oro. Bajonazo
(oreja). En el tercero, pinchazo y estocada casi entera (oreja. En el quinto,
pinchazo, estocada y un descabello. Aviso (oreja).
Álvaro
Lorenzo, de azul Soraya y oro.
Pinchazo, estocada casi entera y dos descabellos. Aviso (oreja). En el cuarto,
estocada un tanto contraria y un descabello. Aviso (dos orejas). En el sexto,
estocada trasera (dos orejas).
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