La
última salida de pie de banco de la ONU condena el consumo de carne y lo sitúa
como causa del efecto invernadero. *** No deja de ser otro tentáculo del lobby
vegano que, en el caso de Mallorca, ha sido cercenado sin contemplaciones.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario EL
CORREO DE ANDALUCÍA de Sevilla
La ONU paga –seguramente muy bien- a sesudos
señores para que nos digan que no podemos comer tanta carne. Pero en el mismo
envío se incluyen otros cambios de conducta. El problema no es el colesterol,
los triglicéridos ni ninguno de esos sustos que nos dan los médicos cuando
revisan las analíticas a partir de la cuarentena. Qué va. El asunto es de mayor
calado. Y mucho más gaseoso. Resulta que las flatulencias de las vacas –siempre
según la versión de esta tropa de estudiosos de la Naciones Unidas- son
responsables del cambio climático, del efecto invernadero y de no sé cuántas
plagas bíblicas. Los pedos del ganado –con perdón- tienen más peligro que el
escape de Chernobil. Pues a otro perro con ese hueso. No hay que ser demasiado
avispado para atisbar qué colectivos laten detrás del asunto, que podría
asestar una puñalada mortal a la industria de la carne.
Presuntos cambios de conducta
Pero es que el todopoderoso ‘lobby’ vegano y
animalista extiende su cruzada a todos las esquinas de la vida doméstica. En
este estrato entran las corridas de toros y, especialmente, el rico universo
cultural, social, histórico y ecológico que las rodean. Los jetas de la ONU
–bien incentivados, seguro- pretenden cambiar con seculares modos de vida
amparándose en esos estudios que ya podrían tener consecuencias fiscales en
países como Alemania. Reiteramos el dato: el asunto no deja de ser otra línea
de frente del veganismo, esa inversión de valores que quiere desterrar al hombre
como centro de la creación situando en el mismo plano al humano y al animal.
Así de claro. ¿El problema son las vacas? ¿No tienen nada que ver las fábricas?
¿La industrialización salvaje? ¿Los millones de vuelos que surcan el planeta?
El tema es de mayor calado. Se trata de imponer un nuevo modelo, la dictadura
del pensamiento único y lo políticamente correcto. ¿Les suena este asunto? Pues
que me esperen...
Mallorca ya es más libre
Una cosa hila con la otra: a pesar de las
innumerables trabas administrativas, de los escollos que ha puesto el
ayuntamiento mallorquín –firmó la autorización para celebrar el festejo a
ultimísima hora- y de los rescoldos de la derogada ley de los toros ‘a la
balear’, el Coliseo de Palma volvió a abrir sus puertas para acoger una corrida
de toros. Las islas son un poco más libres y han podido soltar una de las
amarras de esa dictadura ideológica que nos dice qué tenemos que hacer, cómo
tenemos que comportarnos, a qué espectáculos tenemos que acudir y hasta qué
comida tenemos que ingerir. Pronto nos fijarán a qué hora nos tenemos que
sentar en el retrete, vista y comprobada la peligrosidad de las ventosidades.
Pero el rastro de esa nefasta deriva no ha concluido. Las autoridades han hecho
potestad de todos los resquicios reglamentarios que les permite la legislación
para prohibir la entrada a los menores, negar la venta de bebidas alcohólicas
en el transcurso del espectáculo y hasta advertir, a través de un dudoso
cartelito, que el espectáculo podía herir la sensibilidad de los espectadores.
No debieron sentirse demasiado impresionados los miles que abarrotaron la plaza
gritando ¡Libertad, libertad! Es la que niegan estos nuevos apóstoles de un
puritanismo que se basa en valores nefastos para los valores más ancestrales de
nuestro modelo de vida. No sabemos quién ganará esta guerra aunque esta batalla
se ha salvado a orillas del Mediterráneo. No conviene bajar la guardia.
Morante, El Juli, El Fandi y Manzanares fueron los encargados de hacerse un
hueco en la historia. El magistrado cordobés Antonio Jesús Rodríguez Castilla,
autor del libro ‘En defensa de la Tauromaquia’ daba en el clavo al señalar que
“el mejor argumento para defender la fiesta no es económico o ecológico; está
en la Constitución Española. El prestigioso juez de Santaella cita el artículo
9.2. de la Carta Magna: “Corresponde a los poderes públicos promover las
condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en
que se integra sean reales y efectivas: remover los obstáculos que impidan o dificulten
su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida
política, económica, cultural y social”. Pues no hay más preguntas, señoría....
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