domingo, 11 de agosto de 2019

Tovar se ha convertido en el último reducto taurino del país

La única feria a realizarse este año en ruedos venezolanos
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz

La crisis que nos azota en el país para muchos –que los hay que estos tiempos han sido y son los mejores- ha dado para que en el ámbito taurino hemos visto como en el último lustro, literalmente, hayamos asistido al declive paulatino de lo que en un momento fue el tercer espectáculo de masas de Venezuela, contando para ello que el primero lo es el béisbol, el segundo futbol profesional (desde mediados de la década pasada) y tercero los toros, con plazas de una catadura internacional contrastada como lo fueron en su momento Caracas, Valencia, Maracaibo, San Cristóbal, Mérida y Maracay por mencionar las que conformaban el grueso de la temporada taurina que arrancaba por estos días de agosto con las ferias de pueblos andinos como La Grita, Seboruco, Táriba, Tovar, y muchas otras más… y cerraba a mediados de marzo, tras la escenificación de las citas primeramente señaladas.

El “milagro” socialista que se ha cargado el país estos últimos tres lustros con un poco de ayuda de la contraparte, nos ha llevado a la fecha que la mayoría de las plazas que mencionamos hayan cerrado, estén en incierto futuro, o en su defecto se mantengan por la afición e interés de quienes se niegan a dejar morir lo que fue un espectáculo tan nacional o más importante que otros que han contado con el beneplácito de la buena prensa, entiéndase la comercialización por televisión, prensa escrita y radio como lo han tenido los deportes –el de la pelota de costura y la “caprichosa” o pecosa-. Bien es que habían cambiado otros tiempos, pero no era extraño ver que plazas como Mérida, Maracaibo o San Cristóbal llegaban a meter en sus ruedos poco más de 18 mil personas, incluso agotando localidades en fechas puntuales del calendario.

La debacle vino con los dólares CADIVI. Muchos “tíos vivos” con vitola de empresarios vieron que era un negocio muy rentable el sacar provecho a la trampa que supuso este mercado oscuro de contratación de toreros extranjeros y ganaderías, lo que supuso que el espiral de corrupción eclosionara tarde o temprano. Todo ello amparado también por los éxitos artísticos y económicos que redundaba con ello. Todo mundo contento, no había de qué preocuparse.

Hasta que la “gallina de los huevos de oro” dejó de producirlos. La negativa del gobierno nacional a ofrecer Dólar preferencial a los espectáculos de orden taurino desde el 2013 dejó con el “culo al aire” a más de uno, y a la luz pública más de una empresa incumpliendo pagos acordados con toreros a precios que ninguna plaza en el mundo los pagaba. Era un negocio que tenía el consentimiento de todo el entramado taurino, y con esto conocerse desde febrero del 2014 a la fecha los primeros vetos a plazas nacionales por impagos de citas feriales del 2012 y 2013 respectivamente.

Varios hicieron fortunas con esta situación, a la espera que el gobierno aun a la fecha liquide emolumentos acordados en la Venezuela saudí que se pensaba que estábamos aprovechando. Eran los tiempos además donde vimos anunciadas y lidiadas ganaderías con la más rimbombante categoría que da el que así mismo las principales figuras del toreo exigían.
El segundo mazazo se veía venir con el cierre de plazas por los vetos que estos impagos generaron. Plazas como Valencia, San Cristóbal y Mérida por ejemplo se vieron envueltas en este efecto dominó que, poco a poco fue abarcando otras, a tal punto de darnos a conocer como un país insolvente taurinamente hablando, a la par como se estaba sucediendo la economía del país.

Así como veíamos como se derrumbaba el panorama taurino nacional, ayudaría también la poca seriedad empresarial del momento. El que en plazas de suma importancia se hayan mantenido empresarios con dudosa credibilidad económica y taurina, finalmente derivaría en que citas feriales tan consolidadas en su momento se hayan venido a pique dentro del colectivo del público en general y taurino en específico, casos como Maracaibo, Valencia, San Cristóbal y Mérida lo certifican.

A todas estas, la única feria taurina que nos quedaba es la cita en el marco de las festividades en honor a la Virgen de Regla en la ciudad de Tovar, una referencia que en su momento también vivió momento de zozobra y que no escapa en estos instante de ella. Los años 2001, 2002, 2003, 2004, 2011, 2012, 2013 y 2014 suscitaron ediciones donde los números dieron peligrosamente saldos en rojo, y a punto estuvo de llevar la tradicional feria a una reducción de programación y categoría que luego del 2015 en adelante ha mantenido la fórmula que actualmente la hace la única a tomar en cuenta y cuidar. Tres corridas y una novillada con picadores es mucho y un lujazo para lo poco que se ha visto de toros en este 2019, tras el escalonado debacle económico que venimos padeciendo desde el 2017 cuando el aparato productivo del país –en su total mayoría opositor- dijo “no más”.

Si bien el paso de la feria en los años 2015, 2016 y 2017 ha mantenido su categoría, no es sino hasta el 2018 y 2019 cuando toman las riendas de la Plaza de Tovar, la solvencia económica de la familia Santana Araque, quien en la persona del súper astro del béisbol internacional, y aficionado declarado a la fiesta brava, el retirado lanzador zurdo tovareño Johan Santana, ha asumido la gestión empresarial taurina, tal vez en el momento más delicado e indicado para la feria tovareña, pues no se ve ni vemos en el panorama taurino nacional en los actuales momentos a alguien, que sin contar con la experiencia empresarial taurina, por lo menos con su solvencia económica asuma el compromiso de salir adelante lo que implica la organización de una cita ferial que incluso ha elevado la categoría e interés de otros años anteriores.
Eso le da ese matiz de salvavidas, en un panorama como el que vive actualmente Venezuela donde otros son los motivos para mantenerse en un país el cual atraviesa su peor momento, moral, económico, pero que no pierde aun y así su identidad cultural, y la fiesta brava, y todo lo que embarga es parte de ello.

Por estos y muchas cosas más, el que sea un mérito y ojalá se vivan momentos de gloria para la gran feria que en pocos días tendrá como epicentro de encuentro a la afición venezolana, esa que ávida de toros buscará en la Sultana del Mocotíes saciar esa necesidad de pasión taurina. La propuesta está en la mesa, o mejor dicho en los carteles presentados…

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