El maestro
de Chiva reaparece este 10 de agosto en El Puerto de Santa María cinco meses
después de una lesión llamada «rodilla catastrófica».
ROSARIO
PÉREZ
@CharoABCToros
Fotos: Anibal Garcia Soteldo
Diario ABC
de Madrid
El arte entre las artes pisa el Museo ABC. Y lo
hace con ese ritmo dominador y lentificado de sus muñecas de látigo y seda.
Enrique Ponce camina en torero, con la seguridad de siempre, con ese miedo
belmontino que nace a los pies de la cama oculto ya al otro lado del olvido.
Corresponsal de su propia biografía, una historia de récords con cinco mil
toros estoqueados, ya no hay noticias de esa rodilla catastrófica que le ha
mantenido cinco meses apartado de los ruedos.
—En pocas
horas vuelve a la arena de la libertad en El Puerto de Santa María. ¿Se ha
sentido preso con esta lesión?
- Sí, en el primer mes y medio me sentía
prisionero. Fue el momento más difícil porque no veía evolución a corto plazo,
no podía apoyar la pierna y era muy duro. Pero nunca dudé de que me volvería a
poner bien.
—¿Hubo
lágrimas?
—No he llorado, pero sí ha habido lágrimas
internas.
«El primer mes y medio me sentía prisionero por la lesión. La
rodilla estaba destrozada»
—¿Qué le ha
robado este percance?
—Me ha privado de llevar mi temporada como la
planteé, como esa cita tan especial en Madrid, pero lo acepté y me marqué como
meta agosto.
—¿Qué papel
juega la mente?
—Todo. La mente es tan importante como la
recuperación física. Conseguí transformar el dolor en motivación. La ilusión
nunca me ha abandonado, al contrario, la mantengo en todo lo que hago en mi
vida.
—¿Es un
volver a empezar?
—Es volver donde nos habíamos quedado. El viernes pasado
maté el primer novillo y las sensaciones fueron extraordinarias, como si
hubiese toreado la tarde anterior. Temía no sentirme así.
«Emocionar con miedo es fácil, lo difícil es
emocionar con belleza»
—Con su
Guinness de toros lidiados, difícilmente se olvidará el toreo...
—El toreo no se olvida, pero hace cinco meses
tenía la rodilla destrozada: la meseta tibial, el ligamento lateral interno, el
cruzado, los meniscos... Gracias a la operación del doctor Villamor, que ha
sido un «Ángel» para mí, estoy ya así de bien, además de por mi disciplina y la
base que había. Es una lesión llamada «rodilla catastrófica», propia de
futbolistas, pero ellos tienen movimientos más exigentes.
—Y usted se
expone a la voltereta.
—Prefiero la entrada de un defensa que la de un
toro... Por eso hay que estar muy preparado para saber reaccionar.
—Se dice
que es una figura poco castigada por los toros, si se compara con sus más de
dos mil corridas.
—Tengo ocho cornadas, varias lesiones, las
costillas rotas y dos de las cornadas fueron casi mortales, la de la axila en
Valencia y la del pulmón en León.
—¿De dónde
nace el valor para enfriar los temores?
—Uno es lo que es. Y yo soy y me siento torero,
que se expone a los contratiempos y está mentalizado para estas cosas. Dentro
de lo bonito del toreo, esa sería la parte fea. Pero priman la ilusión, el
sentimiento y esa necesidad de expresarse.
«La gente joven están dando más que nunca la cara por la
Fiesta, con su presencia en el tendido, involucrándose en peñas, foros...»
—Su espejo
refleja pura serenidad. ¿Conoce Ponce el miedo?
—Claro que lo conozo y lo siento, el miedo a no
estar a la altura, el de la responsabilidad, el miedo al percance.... Pero lo
tengo tan interiorizado y convivo tanto con él que tenemos un trato amigable.
En el toreo no se puede fingir ni disimular. Hay que superar todo eso para
dominar cualquier situación, con esa arrogancia y esa naturalidad que un torero
debe tener. Mi abuelo me decía que hay que estar siempre por encima de los
problemas que plantee un toro y no a merced de él, crear arte con dominio.
—Pues
últimamente se jalea bastante a diestros que parecen a merced.
—Va por modas, pero creo que mucha gente vuelve a
valorar la solvencia de un torero, la difícil facilidad, torear despacito.
Emocionar a través del miedo y la agonía es lo más fácil del toreo, lo difícil
es emocionar con la belleza. Los grandes toreros han sido los de la naturalidad
y la capacidad.
—¿Cómo es
su relación con el bravo?
—Es amigable. Yo al toro lo veo como un
colaborador para mi obra de arte, nunca como un enemigo. No hay que enfadarlo,
sino ir a favor, ir moldeando el barro sin llevar una faena preconcebida.
—Roza la
perfección cada tarde. ¿Algún fracaso en su currículum?
—Alguno habrá habido, aunque pocas veces me he ido
al hotel pensando que no he estado a la altura del toro. Pero no soy perfecto,
soy humano, y alguna noche en la ducha, después de quitarme el vestido, he
notado que no había estado a gusto.
«El toreo está por encima de todas las artes. No hay nada tan
grande y sublime como jugarse la vida por crear una obra de arte»
—¿El peor
consejo?
—Lo habré olvidado, no cojo los malos. Me gusta
quedarme con los buenos, los que me enriquecen y ayudan a evolucionar.
—En su
reaparición no podrá estar el lesionado Roca Rey. ¿Le preocupa la taquilla?
—El Puerto es una plaza inmensa. A mí me encanta y
creo que va a haber mucho ambiente. Cuando un torero importante cae herido, se
acusa, porque se le espera en las plazas. Pero esto siempre ha ocurrido y creo
que el escalafón está fresco, con toreros que interesan mucho. Aquí nadie es
imprescindible. Yo, por ejemplo, no he estado y todo ha seguido.
—Habla de
aires frescos, pero aun así cuesta mucho regenerar el ejército taurino.
—Cuesta porque ser torero hoy es tremendamente
díficil. Se les exige muchísimo, como sin llevasen veinte años. Hoy no vale
solo arrimarse, hoy tienes que tener una personalidad muy acusada o ser un
superclase. También ocurre que el público no va a las novilladas ni a los
carteles de jóvenes, porque se reserva para ver a la élite. Por eso a los
emergentes hay que ponerlos en los carteles de figuras.
—¿El estado
de salud de los tendidos?
—Tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos. Se
han reducido las ferias, pero no porque no haya afición, sino porque cada vez
se seleccionan más los «carteles Champions». La gente joven está dando la cara
más que nunca por la Fiesta, se está involucrando con peñas, foros... La
afición disfruta con el toreo cuajado y con poso. A mí mismo, después de
treinta años de alternativa, están con ganas de verme. Parece increíble, pero
es así. El toreo eterno no pasa de moda.
«Ahora mismo el toreo va mejor que España. Estamos sin
Gobierno. Bueno, en funciones. Soy partidario de una segunda vuelta con los
partidos con más votos»
—¿Qué es
más complicado: pasárselo cerca o torear despacio?
—Lo más difícil es templar y ralentizar la
embestida, que el alma de dentro salga fuera. Dejar la muleta puesta, esperar e
imprimir ese son lento y mágico es otra historia. No hay nada comparable.
—¿En qué se
diferencia el toreo de otras artes?
—El toreo es el arte entre las artes, está por
encima de todas, incluso todas las artes se han servido del toreo como fuente
de inspiración. Es un flash, un arte efímero que sucede en un momento
determinado y que nunca jamás volverá a verse igual, aunque permanezca en la
retina. La belleza no es únicamente la faena en conjunto, sino que puede surgir
en una media, en un muletazo, en el modo de andarle al toro. Y además de todo
eso, el torero se juega la vida por crear arte. No hay nada tan grande ni
sublime.
—Los antis,
incluso alguno de nuestros dirigentes, no opinan igual.
—El problema más fuerte que tiene la tauromaquia
viene de parte del político antitaurino que la usa como arma arrojadiza, que
busca los votos de unos cuantos sin darse cuenta de que está perdiendo otros.
Solo pido respeto. Los antitaurinos piensan que la cultura es lo que ellos
quieren que sea, pero el toreo forma parte del ADN de España y de cada pueblo.
Podrá gustar más o menos, pero la Historia no se puede cambiar.
«El mundo del toro no es machista, yo por lo menos no lo soy.
Admiro a la mujer y me encantaría que salieran tres o cuatro toreras arreando»
—Pues
algunos lo pretenden.
—Sí, con los toros y no toros. Pero la Historia es
la que es.
—¿El toreo
va mejor que España?
—Ahora mismo sí va mejor. Estamos sin Gobierno.
Bueno, en funciones.
—En el
Congreso hay una lesión tan dura como su rodilla catastrófica. ¿Cómo acabará el
Gobierno?
—No se aclaran. Vivimos tiempos políticamente
difíciles, con los votos muy divididos. La llave de la gobernabilidad la tienen
un poco las minorías, y no puede ser que se haga cualquier tipo de concesión.
Soy partidario de hacer una segunda vuelta, una especie de final, con los dos
partidos que más votos hayan sacado para desatascar este proceso electoral.
Para mí sería lo más democrático. ¿O cuánto tiempo más vamos a estar sin
Gobierno?
—¿El
político ideal?
—Creo que los hay buenos y con vocación, porque
ser el punto de todas las críticas no tiene que ser agradable. Un buen político
es el que sirve a la sociedad y a España, y no el que mira más por sus
intereses o los de su partido.
—Acaba de
ser noticia el debut de la primera alguacililla en Las Ventas. ¿Es machista el
mundo del toro?
—No. Puede que en otro tiempo lo fuese, como lo
era la sociedad en general antes. Pero ahora mismo no, yo desde luego no soy
machista para nada. Admiro a la mujer y me encanta. Y me encantaría que
salieran tres o cuatro toreras toreando bonito y arreando.
—¿Se va al
ruedo de otro modo con dos hijas en casa?
—A mí me dan fuerzas, solo quiero que se sientan
orgullosas de mí. Y desde que nacieron dicen que toreo mejor que nunca...
Reflexiones de
un maestro
-¿Conocen
el mundo rural los antitaurinos?
-Hay mucho desconocimiento y un falso ecologismo.
Una vez le pregunté a militantes del Pacma: «¿Qué hacéis vosotros por el
toro?». «Ni lo criáis ni hacéis nada, solo queréis destruirlo», les dije. Hoy
criar un toro bravo es una pasión y un capricho que, salvo contados casos,
cuesta dinero al ganadero. Yo amo al toro, lo respeto y admiro, pero lo tengo
que matar para que exista.
-¿Es usted
animalista?
-Soy animalista, sí. Me encantan los animales.
-A todas
horas muere gente dentro del televisor, pero parte de la sociedad parece
deshumanizarse. ¿Le preocupa?
-Claro que me preocupa que muchos piensen más en
su gato que en su abuelo. Estoy al tanto de la actualidad, pero desde hace años
apenas pongo la tele, no veo ni el telediario y menos aún los cotilleos. Me
gusta oír música, ver toros, el golf, algún partido y películas.
-¿A cuáles
dedica el tiempo libre?
-Estos meses he vuelto a ver clásicos como
«Memorias de África», «El Padrino» o «Braveheart».
-¿Y
canciones?
-De todo tipo, menos reguetón. No aguanto más de
una. Me gusta la buena música.
-¿Un libro?
-El Belmonte de Chaves Nogales.
-¿Es cierto
que crece más la barba el día que se torea?
-Y al miedo que se sienta en la cama se le dice
que se esconda...
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