El
torero recibe a ABC en el Recreo de San Cayetano en Ronda, santuario de los
Ordóñez.
ROSARIO
PÉREZ
@CharoABCToros
Ronda
Camina en torero por el jardín de los tilos,
santuario de las cenizas del genio que atemorizó las ondas con «La guerra de
los mundos». Orson Welles quiso hacerse inmortal en Ronda, y hasta esta sierra
de bandoleros, de Tempranillos y Pasos Largos, llevó sus restos su hija, porque
«uno no pertenece al lugar donde nace, sino donde escoge morir». En el pozo del
Recreo de San Cayetano descansa el universo del cineasta íntimo de Ordóñez que
definió la corrida como «una tragedia en tres actos». En ese edén rondeño, su
biznieto del mismo nombre entrena en su temporada de más sonadas glorias.
Cayetano Rivera Ordóñez vuelve siempre al sitio de su Recreo donde más amó la
vida, a ese lugar de la Vargas donde comprende cómo de ausentes están las cosas
queridas.
—Si estas
paredes hablaran, ¿qué nos dirían?
—Contarían muchas anécdotas. Todos los días de
Goyesca mi abuelo hacía un almuerzo con sus amigos y en este jardín brindaba
por Orson Welles y echaba un poquito de vino al suelo.
—¿Qué tiene
Ronda que hasta a un poeta como Rilke le hacía olvidarse de todo lo demás?
—Es la ciudad soñada, con mucho encanto, misterio
y romanticismo. He crecido aquí. Pasaba las navidades y parte del verano. Es mi
refugio, mi lugar de entrenamiento e inspiración.
En este rincón de la torería Ordóñez, donde de
niño jugaba a los Sanfermines subido en una bicicleta, Cayetano se prepara
junto a su cuadrilla y un fisioterapeuta que cataloga al matador como «un
deportista de élite». Agosto le aguarda con una abultada agenda tras su
apoteosis pamplonica de cuatro orejas con petición de rabo.
—¿Qué
significó ese triunfo en el otrora feudo de Antonio Ordóñez?
—Ha tenido gran repercusión, y a nivel personal ha
sido una gran satisfacción. Mi abuelo decía que era la plaza donde más le había
gustado torear. Me hubiera encantado que él me viera.
—Después de
Pamplona llegó el éxito de Santander. ¿Se siente más torero del Norte?
—Cada afición es distinta. Yo me siento muy del
Sur: si uno pudiese elegir dónde nacer, yo sería de Ronda. Mi hijo es de
Sevilla y ha aprendido a andar aquí, en Ronda.
—¿Juega ya
con los trastos?
—Tiene un capote que le regalaron. Cuando vaya
creciendo, le iré apartando cada vez más de mi mundo, aunque sí le enseñaré en
qué consiste para que sepa valorarlo y respetarlo, que conozca sus raíces y su
historia.
—El toro le
dijo «ven» a los 28 y lo dejó todo. ¿Por qué dejaría hoy los ruedos?
—No creo que haya una sola cosa que te haga
dejarlo, sino un cúmulo de situaciones: que no te compense el sacrificio, el
pasar tanto tiempo fuera de casa, el riesgo, el saber lo que te dejas...
—¿Es más
dura la parte física o la mental?
—Sin duda, la psicológica. El desgaste emocional
es mayor. Me gusta enfrentarme a ese reto y salir adelante.
«Sinceramente, no creo que haya nada más dificil en la vida
que ser torero»
—Alguien
dijo que solo hay algo más complicado que ser torero: ser Papa.
—Sinceramente, no creo que haya nada en la vida
más difícil que ser torero. Precisamente por esa dificultad, nunca quieres esta
profesión para un ser querido, no quieres que pase por ahí, pese a tantas
satisfacciones como nos da.
—¿Se siente
más Rivera u Ordoñez?
—Nunca he intentado ser más lo uno o lo otro.
Siempre he sido yo mismo. Me he fijado en Rivera, en Ordóñez, en Domínguín, en
Vázquez y en muchos toreros más allá de mi familia, pero siempre imprimiendo mi
sentimiento, mi personalidad y mi carácter. Las copias no son buenas. El toreo
es una expresión artística y no una imitación.
—¿Qué otras
artes le acompañan?
—Me gustan el cine, la fotografía, la pintura, la
música...
—En el
siglo XXI, ¿tolerancia es respeto o imposición?
—Lo que entiendo por tolerancia no es lo que
muchos piden pero no practican. Estamos en la época de las prohibiciones, pero
yo soy más del lema de «prohibido prohibir» que del «o haces las cosas como a
mí me gustan o no están bien hechas». Hay mucha hipocresía en el movimiento
antitaurino, pues no lo considero animalista. El verdadero animalista se
preocuparía por el toro, y aquí no hay propuestas de alternativa, solo
irrresponsabilidad y difamación, como el Pacma con el vídeo del buey «Marius».
«En los pliegos debería figurar que un empresario no sea
apoderado. Muchos taurinos son como los políticos: se mueven por intereses»
—Con un
padre muerto en las astas de un toro, se le revolverán las tripas.
—Sienta mal porque intentan desprestigiar y quitar
valor a lo que hacemos. Hay mucha gente que ha derramado su sangre y que ha
perdido su vida por esta profesión. Y eso merece un respeto. Por otro lado, es
una irresponsabilidad tremenda hacer pensar que un toro es inofensivo.
—Han nacido
ya hasta los «okupas» de explotaciones ganaderas en Cataluña. ¿Se le ha ido ya
la cabeza a un sector?
—Se está yendo totalmente. ¿En qué mundo vivimos?
¿Qué podemos y no comer? Vivimos en la era de movimientos que son auténticas
dictaduras. Creo que los políticos, que tienen una responsabilidad, deberían
sentarse con la Fundación del Toro de Lidia, que está haciendo una gran labor,
y ver lo que conlleva la crianza del toro y su impacto económico.
—Usted
salió en defensa de un cocinero tras los ataques que sufrió por poner la foto
de un cochinillo asado.
—Da igual que sea un chef, un albañil o como si lo
hago yo. ¿Tenemos que escondernos de esos «dictadores» para comer? Solo hacen
ruido y algunos medios les dan demasiada importancia. Se da la foto de quince antis en una
manifestación y no de los ocho mil en una corrida.
—Si Papas y
Reyes no pudieron con la Fiesta, ¿corre peligro hoy?
—No podemos hacer oídos sordos al movimiento que
existe ni dormirnos en los laureles, pero no es viable una prohibición para
supuestamente «proteger» al toro. No sé cómo tienen la poca vergüenza de
incluirlo en un programa electoral. Lo que quieren es prohibir las corridas y
punto. El toro les da igual.
—¿Se
preocupan los políticos por España?
—Se preocupan por ellos. No defienden sus
principios, sino sus intereses.
—Ya sabe:
«Si no le gustan estos principios, tengo otros...»
—Sí, sí, a lo Groucho Marx. Por suerte, estoy
seguro de que en todos los partidos hay gente que de verdad cree en lo que hace
y que mira más allá.
—Si
estuviese en el Congreso, ¿qué le diría a los diputados?
—No sabría por dónde empezar. Hay mucho trabajo, y
no creo que sea tan difícil. Lo hacen más difícil ellos. Hay intereses comunes
en los que trabajar, pero no hablo de derechas e izquierdas, que ya se me queda
muy anticuado. Me importan los problemas que tenemos, que no son pocos, y no
tanta cortina de humo, como la exhumación de Franco o las corridas. Oiga usted,
¿no hay problemas más importantes y más urgentes? Mucha hipocresía, mucha
tontería, mucha demagogia y poca seriedad.
«No voto a un partido porque defienda los toros, sino porque
piense que mejorará la situación de los españoles»
—Con este
panorama, ¿se siente orgulloso de ser español?
—Yo me siento muy orgulloso de ser español. Somos
un país con raza, con coraje, con valor y muy solidario. Soy monárquico y
siempre votaré lo que considere que es mejor para España como nación, y no por
mis intereses personales ni por lo taurino. No voto a un partido porque
defienda los toros, sino porque piense que va a mejorar la situación de los
españoles.
—¿Creyente?
—A mí manera. Pongo mi capilla solo con cosas que
la gente me ha regalado. Esos momentos antes de salir del hotel son muy
personales. Soy consciente de que puedo no volver a la habitación.
—¿En qué
momento pasa más miedo?
—Miedo es una palabra que no me gusta usar, porque
te paraliza y te puede hacer tomar la decisión errónea. Me gusta pensar en
términos de respeto. Antes de salir el toro, cuando tienes la incertidumbre de
cómo va a ser, es un momento serio. También el de la suerte suprema, el único
en que el torero carga contra el toro: dar ese paso de lanzarte a los pitones
cuesta mucho.
«La exhumación de Franco, las corridas... Oiga usted, ¿no hay
problemas más importantes y más urgentes?»
—Es un
cañón con la espada. ¿El secreto?
—Es instintivo.
—¿Se va a
la plaza de manera diferente con un hijo?
—Cuando supe que iba a ser padre, me prometí a mí
mismo no irme más a la puerta de chiqueros. Rompí la promesa en Madrid el año
pasado, pero creo que no lo necesito y tiene un precio muy alto. A la plaza no
voy distinto, porque si quieres llegar a lo más alto no puedes pensar en
riesgos. Sí voy distinto al entrenamiento: me esfuerzo más para estar más
preparado.
—¿Se sufre
menos con su hermano retirado?
—Te quitas un peso de encima. Cuando toreaba,
limitábamos el número de corridas porque yo lo pasaba mal.
«¿En qué mundo vivimos? ¿Qué podemos y no comer? Vivimos en
la era de movimientos que son auténticas dictaduras»
—Si Roca
Rey no llega a Ronda, ¿le gustaría torear la Goyesca?
—A mí lo que me habría gustado es formar parte del
cartel original y que la Goyesca fuera dentro del ciclo de la Feria de Pedro
Romero. Ahora, lo que espero y deseo es que Roca se recupere pronto, es muy
buen torero que viene bien para la Fiesta.
—Cayetano
despierta pasiones y críticas. ¿Le afectan?
—Al principio afecta más todo; con el tiempo,
pones barreras. No puedes creerte el mejor cuando las cosas van bien y tampoco
el peor cuando las cosas no salen. Uno tiene que ser honesto con uno mismo y
saber cuando está bien o mal.
—¿Es justo
el mundo del toro?
—En los pliegos debería figurar que un empresario
no pueda ser apoderado. Muchos taurinos son como los políticos: se mueven por
intereses.
«Que me deseen
la muerte es muy despreciable»
—¿El toro
ideal?
—Que repita, que humille, que se desplace, que
transmita y aguante. Bravura con nobleza.
—Si embiste
por un solo pitón, ¿mejor a izquierdas o derechas?
—Me siento más cómodo con la izquierda.
—¿Cómo
ahuyenta los temores?
—Con la sensación de haber hecho una buena
preparación. El día de la corrida me gusta escuchar música.
—Para
bailar: ¿pasodoble o reguetón?
—No soy muy «bailongo», pero para la pista
prefiero reguetón y el pasodoble lo dejo para el ruedo.
—¿Le gusta
meterse en camisas de once varas en las redes?
—No me gusta, pero a veces hay que posicionarse.
En algunos casos me ha pasado factura, pero la indiferencia y el paso al lado
no van conmigo. Siempre he defendido mis principios por encima de mis
intereses.
—¿El mejor
piropo y el peor insulto?
—Más que insulto, cuando me desean la muerte es
algo muy despreciable, sobre todo por mi familia. El mejor piropo: torero.
—¿Se cocina
mejor en casa desde que su mujer estuvo en Masterchef?
—Se come igual de bien: a Eva se le da bien la
cocina, a mí no.
—Lo primero
que hizo Pedro Sánchez en La Moncloa fue cambiar el colchón. ¿Qué le pediría
que cambiara?
—El colchón me parece buena idea. Que descanse
bien y que esté con energía... Tiene mucho trabajo por delante. Eso y que no
pacte con partidos nacionalistas.
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