La
actuación de Román en Bilbao fue ensalzada en las crónicas de Barquerito y
Zabala de la Serna.
SALVADOR
FERRER BAYARRI
@salvaferrer78
Diario EL MUNDO de Valencia
Román se está marcando un verano triunfal y
antológico. Creciente su solidez y tremendo su progreso. Pese a la dureza de
cuatro puertos de montaña de categoría especial, Román sigue escalando técnica
y artísticamente. Ya no es "sólo" el valor para ponerse donde quema,
es la serenidad, la torería, la sutilidad. Son sus depuradas formas para hacer
y proponer el toreo. Para poner puntos sobre las íes, datos: Pamplona,
Valencia, Madrid y Bilbao.
Una oreja en San Fermín con la de Cebada Gago, una
obra magna (así titulamos la crónica de EL MUNDO en la Feria de Julio) mal
rematada con la espada por San Jaime ante un toro bravo de Cuadri, la Puerta
Grande en Las Ventas el día de la Virgen de la Paloma ante toros de El Tajo y
la Reina (propiedad del maestro Joselito), y una oreja que resulta muy volátil
comparada con la dimensión que dio el de Benimaclet en Vista Alegre, el mayor
puerto de montaña de la temporada en agosto.
Román, por cierto, ha entrado en la historia y en
el cuadro de honor de los valencianos que han conseguido salir a hombros en
Madrid: sólo el maestro Enrique Ponce y José Pacheco El Califa.
Le espera una de Victorino en la Feria de San
Mateo de Logroño el 23 de septiembre y la de Fuente Ymbro en Madrid el 28 en la
Feria de Otoño. Antes, el 3 de septiembre, una de Dolores Aguirre en El Álamo.
Y una de Baltasar Ibán, de Samuel Flores y le esperaba también una de Palha en
Játiva que finalmente no se celebrará por el fanatismo, el sectarismo y el prohibicionismo
de un gobierno vergonzosamente de izquierdas.
Pese a haber salido por la Puerta Grande en Las
Ventas, no está en el mejor cartel de la Feria de Otoño ni está con Castella ni
con Perera, con los que sí lo anunciaron en Fallas. Mal colocado también estuvo
en la Feria de Julio tras cortar el año pasado dos orejas a un sobrero de
Algarra en la corrida de Cuadri. También -y quizá únicamente- lo advertimos en
EL MUNDO.
El toreo está en una encrucijada exógena y
endógena. La externa está copada por la politización y el desprecio de los
políticos hacia la Fiesta; la interna se corresponde con esa cascada de
intereses del oligopolio empresarial donde el pez grande se come al chico más
allá de que el chico merezca entrar y estar en una feria mejor de lo que le
ofrecen si se lo ofrecen. El toreo siempre ha sido una especie de selva. El
maestro Paquirri ya lo dijo en su época: "aprende a ser yunque para cuando seas
martillo".
Puede que Román esté en el momento de tragar y
como Román muchos que pueden ser los toreros y las figuras del mañana.
Paciencia y memoria. La peor corrida es la que no se torea y más para un torero
con la hierba en la boca y con la necesidad de abrirse el camino. Pero Gerardo
Roa, apoderado de Román, sí debería comenzar a exigir más en el aspecto
ganadero que es la materia prima de su poderdante.
No puede ser que un torero joven y con condiciones
mate la de Cebada en Pamplona, la de Cuadri en Valencia siendo triunfador el
año anterior, la de Miura en Bilbao o la de Victorino en Logroño y más siendo
Gerardo hombre en la órbita de la casa Chopera. Tampoco puede ser que Román -o
quien sea- salga a hombros de Albacete en su primera temporada como matador de
toros y no lo hayan ni llamado para repetir.
Hace ya años, en una conversación con Luciano Núñez
-qué gustazo escucharle hablar de toros- me hablaba de cuando antiguamente los
apoderados bajaban el dinero de sus toreros para mejorar la ganadería, que es
la materia prima del torero. Mientras tanto, Román siempre podrá decir del
verano de 2017 que ahí quedó eso.
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