Se va "de forma
indefinida" y harto del tamaño del toro "en contra del arte".
*** El de la Puebla del Río lo deja harto de "presidentes y
veterinarios". *** Abre una luz a su regreso "puede que algún día
vuelva".
LUCAS PÉREZ
@lucasperezest
Morante se va. Se retira de los ruedos por tercera vez en su
carrera. Y dice adiós esta vez de forma repentina, tras torear en el Puerto de
Santa María, harto del tamaño de «un toro tan grande» dice, «que va en contra
del toreo de arte. Ya no puedo más». Así lo confirmó a sus íntimos tras la
corrida, liberado ya de la taleguilla, en la soledad del hotel, y «aburrido de
los presidentes y veterinarios», según informó Mundotoro a pocos minutos de que
finalizase un día, el 13 de agosto, que será recordado tristemente por los
aficionados. El genio de la Puebla había toreado mano a mano con Julián López,
El Juli.
En la tónica habitual de su temporada, no le acompañó la
suerte. Cinco orejas y un rabo para el madrileño y tarde de vacío para el
sevillano, apático, cabizbajo, desanimado, según cuentan los presentes en la
Real Plaza gaditana. En un escueto mensaje, Morante anunció que deja el toreo
«de forma indefinida» a la vez que mostró preocupación por los novilleros, los
que han de salvar el futuro de la Fiesta. «Son los que más están padeciendo esta
sinrazón», afirmó en contra de un sistema que le ha hecho tirar la toalla.
La temporada de Morante apenas había dado lugar a la
alegría. Sin triunfos en sus cuatro tardes en Sevilla ni en su regreso a
Madrid, sólo faenas en plazas de menor entidad como Jerez, Illescas o Arévalo
le habían arrancado una sonrisa. Su último gran hito se dio al otro lado del
charco, en La México, donde salió triunfador al desorejar un toro cada una de
las dos tardes que hizo el paseíllo.
Morante ya dejó en shock al toreo en dos ocasiones. La
primera, en 2004, después de lidiar seis toros en solitario en Las Ventas.
Aquella vez lo hizo tras «perder la ilusión», por problemas psicológicos que le
obligaron a viajar hasta Miami para recuperarse. Reapareció en 2006 pero un año
más tarde, días después de romper su relación de apoderamiento con Rafael de
Paula, volvió a dejarlo, otra vez, con la cercana sombra de un gesto en
solitario en Las Ventas, esta vez en una corrida de Beneficencia. Su regreso,
en esta ocasión, se hizo esperar menos. Y lo hizo, precisamente en México,
junto al llorado Rodolfo Rodríguez El Pana, un día de Reyes de 2008. Otra vez
los dos juntos, mano a mano, protagonizaron en el Palacio Vistalegre lo que
sería su regreso en España. Fue el 29 de febrero del mismo año y entonces
Morante prometió volver «para siempre». No fue así.
Hoy, nueve años después, el toreo vuelve a sentir su
decisión. Su «aburrimiento» es el lamento de todos los aficionados. Al menos en
su mensaje, el genio deja una luz de esperanza. «Puede que algún día vuelva a
los ruedos». Así sea.
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