El
extremeño corta una oreja a cada toro de su lote y el peruano pincha una gran
labor ante el buen sexto de una manejable corrida de Montalvo.
GONZALO I.
BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
Cuenca
Diario EL
MUNDO de Madrid
La plaza de toros de Cuenca registró más de tres
cuartos de entrada en la última corrida del ciclo, que se cerró con una
asistencia total de 39.000 espectadores -aun a pesar de haberse suspendido la
corrida del pasado lunes a causa de la lluvia-.
Se lidió una corrida de Montalvo bien presentada,
cuajada y con buenas hechuras. El primer toro fue templado desde que salió al
ruedo. Antonio Ferrera se reunió en banderillas. El colorao apretaba para
dentro. En la muleta desarrolló una embestida muy personal. Humilló sin
terminar de desplazarse pero con mucha suavidad, buscando los vuelos por abajo.
No era fácil cogerle el aire porque de tan despacio que tomaba los engaños
llegaba a pararse en el embroque, Ferrera lo pulseó con magisterio (oreja).
El cuarto toro se partió un pitón en el burladero
cuando las cuadrillas lo cerraban para el inicio de faena. Ferrera provocó la devolución
con gestos al personal y al propio presidente. El sobrero de Montalvo superaba
los 600 kilos. Una mole con auténticas hechuras de embestir. Con torería lo
sacó Ferrera del caballo, muy metido en la tarde. De nuevo banderilleó con
espectacularidad y compromiso. Brindó la faena al doctor Madero, oncólogo
infantil que tantas vidas salva y gran aficionado a la tauromaquia. De rodillas
inició Ferrera una labor de largo metraje. El toro de Montalvo acusó los kilos,
le faltó un paso más para que las tandas no saliesen amontonadas. El poder de
Ferrera lo fue ahormando hasta conseguir algunas tandas llenas de ajuste y
compromiso (oreja).
Entró José Garrido en el cartel para sustituir a
José María Manzanares tras cortar cuatro orejas el pasado domingo al lado de
las figuras. A veces el toreo también es justo, quizá porque el empresario de
Cuenca piensa en el auténtico interés de sus abonados. Garrido se arrebató en
el segundo capotazo y cuajó un recibo capotero de los que acostumbra. El toro
de Montalvo humilló desde el primer momento pero le faltó fuelle para
transmitir. Tardeó por lo que Garrido tuvo que tragar. Las tandas logradas
tuvieron mérito. El pacense decidió acortar distancias y el toro de Montalvo se
tornó bronco en los últimos compases (ovación).
El quinto de la tarde tuvo celo y transmitió a los
tendidos. José Garrido aprovechó la movilidad del montalvo. Los ayudados de
rodillas provocaron un escalofrío. El pacense, enfibrado y poderoso, firmó dos
intensas tandas en los medios en las que el toro se empleó con entrega. Después
de rajarse Garrido porfió hasta lograr la oreja.
Roca Rey se presentaba en Cuenca tras haber estado
anunciado en 2016. Los cates pospusieron el estreno. Un delantal con las puntas
del capote recogidas y el cuerpo completamente erguido recordó a Manolete, tan
presente en estas fechas. Como un flash de vertical torería. El primero soseó
pronto levantando la cara a mitad de muletazo, pero obedeció con nobleza. Roca
Rey, muy asentado, le consintió alcanzando momentos notables (saludos).
El sexto también lo brindó al público y
parsimonioso regresó a las tablas para iniciar por alto. Con buen son respondió
el toro. Temple, colocación, decisión y el sello personal de Roca extrajeron lo
mejor del toro. Los mejores muletazos llegaron al natural, siempre ligados con
la muleta muerta por delante. Con manoletinas remató la importante obra, quizá
excedida en tiempo por lo que no ayudó el buen toro en la suerte suprema. Los
aceros tampoco fueron bien dirigidos diluyendo la gran faena (saludos).
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